23 de septiembre de 2009

DE TESOROS FABULOSOS HUNDIDOS EN EL MAR, POR CARLOS DUELO CAVERO

En el siglo XVII, en España, ya se habían desarrollado técnicas y equipos para la búsqueda y recuperación de galeones, como lo revela un interesante manuscrito conservado en el Museo Naval de Madrid

El tema de la búsqueda de galeones hundidos en el fondo del mar con sus correspondientes cargas preciosas, estaba circunscripto hasta no hace mucho al ámbito de la literatura de ficción, del género de la aventura. Ya no es así. De un tiempo a esta parte ha pasado a ser noticia de gran actualidad que suele aparecer en las primeras planas de los diarios y, a menudo, en los informativos de la televisión.

Ante esos buceadores rebosantes de alegría que sin ningún pudor muestran los frutos de sus pesquisas submarinas -lingotes de oro y plata, joyas y monedas, que ascienden a menudo al total de varias deudas externas- uno, la verdad, tiene la sensación de haber perdido lamentablemente el tiempo, y se culpa por no haber nacido con "l'esprit de l'aventure", e incluso, si nos apuran, por no ser un hombre rana, dicho sea sin segundas intenciones.

Los galeones

Una mañana de julio de 1985 los diarios nos sirvieron con el desayuno los alucinantes relatos que el norteamericano Mel Fisher había hecho sobre el rescate del tesoro del galeón español "Nuestra Señora de Atocha", naufragado en los cayos de la Florida cuando transportaba a España lingotes de plata y otras menudencias por el valor de 400 millones de dólares. Una historia digna de James Bond, pero verídica.

Este ha sido sin duda el rescate submarino más espectacular hasta el presente. Se explica que el tal Fisher -que en rigor debiera llamarse Fisherman, o sea pescador- apareciera junto a sus buceadores ante las cámaras haciendo un alarde de espuma de champán francés sobre la cubierta de su navío.

En estos días nos enteramos por los mismos medios de que un enjambre de buzos y hombres rana especializados en esta lucrativa actividad, localizó finalmente los restos de otro muy buscado galeón, igualmente español, pero mucho más importante que el "Atocha", que probablemente sea "Nuestra Señora de la Maravilla" -¡y vaya si le queda bien el nombre!- naufragado en las Bahamas en 1656 con un argamento cuyo valor no baja de los 1.600 millones de dólares. Del botín reflotado uno ya se conformaría solamente con poseer la esmeralda de 49,5 kilates que -aseguran- contenía uno de los cofres recobrados. La piedra preciosa está justipreciada en un millón de dólares.

La búsqueda de galeones hundidos en las profundidades abismales de océanos y mares del planeta no es cosa de hoy, ni siquiera de ayer. Ya en el siglo XVII se aplicaban técnicas por entonces muy afinadas para intentar el rescate de los tesoros sepultados bajo las aguas. En el Museo Naval de Madrid se conserva un valioso manuscrito debido a don Pedro de Ledesma en el cual éste explica detalladamente cómo a la sazón se ubicaban los galeones españoles perdidos en accidentes propios de la navegación o a causa de los ataques de los piratas, ingleses y holandeses principalmente, que merodeaban por los mares del Nuevo Continente.

Un curioso personaje

El mencionado manuscrito, no hace mucho salido a la luz pública gracias a la inquietud y generosidad de la profesora Lola Higueras, jefa de investigación del Museo Naval de Madrid, encierra un valor documental inestimable ya que aporta datos significativos para el enriquecimiento de la historia de las exploraciones marítimas y la labor de los estudiosos del tema.

La profesora Lola Higueras piensa que el tal don Pedro de Ledesma probablemente sea el mismo personaje que por aquella época -inicios del siglo XVII- era secretario del Consejo de Indias, primero con Felipe III más tarde, hasta noviembre de 1622, con Felipe IV.

Los frecuentes siniestros de las naves de la Corona Española que hacían viajes regulares entre el Nuevo Mundo y la Península Ibérica, ya fuera por acción de las flotas de naciones enemigas o por los cañonazos de los filibusteros, tuvieron la virtud de aguzar el ingenio de la gente de mar para ubicar las embarcaciones y recuperar los tesoros con ellas hundidos.

Un documento "delicioso"

A través de las descripciones de Ledesma, en las que campea un tono deliciosamente ingenuo, el lector puede apreciar hasta qué punto es falsa la tan difundida imagen que pinta al español negado para todo cuanto pertenezca al reino de la inventiva y la técnica. Las cinco preciosas láminas -de un naif encantador- que ilustran y dan realce al documento, fueron realizadas en tinta sepia con una liviana aguada en azules, y tienen la calidad de un cuadro. Una gran parte de la obra de una sorprendente nitidez se debe, pues, a la impecable profesionalidad del fotógrafo Orónez.

Por cierto que alunos pasajes del manuscrito, dividido en dos partes, son de una prosa refrescante, de sabrosa y amena lectura. Así, por ejemplo, el autor dice en nota al pie de una de las láminas: "Esta invención hice yo el año 1623 en los cayos de Matacumbé para buscar los planos de los dos galeones con la plata, "La Margarita" y el galeón de don Pedro Pasquer. Hallé el uno a tres brazas". Alude -dice la profesora Higueras- al galeón "Santa Margarita" que varó y se destrozó en uno de los temibles cayos de los Mártires.

A propósito de las arriesgadas expediciones de búsqueda y rescate en aquellos lejanos tiempos, Lola Higueras comenta en el trabajo que le publicó el excelente semanario de Barcelona "Jano - Medicina y Humanidades": "Es evidente que estos pioneros de la inmersión debieron sufrir gravísimos percances durante su trabajo, aunque la propia naturaleza del mismo provocaría una rápida y dramática selección de hombres especializados, dotados y adaptados para sobrevivir a las inmersiones en estas condiciones". Y más adelante agrega: "Si pensamos que el hombre puede trabajar y habitar hoy hasta los 500 metros en las profundidades marinas de forma habitual, y que es capaz con ingenios teledirigidos, de explorar y explotar los recursos de los océanos hasta los 5.000 metros de profundidad, estaremos en situación de valorar el avance humano en este reto apasionante por dominar las profundidades marinas".

***

A los navegantes de hoy, provistos de una afinadísima "parafernalia" de mapas, radares, sonares, rutilantes equipos de buceo, etcétera, los ha de animar sin duda la lección de coraje y empeño que les legaron sus antecesores, aquellos bravos buzanos del siglo XVIII, a pesar de los escasos y precarios medios con que contaban.

Virtualmente saqueados y degradados los recursos terrestres, la raza humana dirige hoy su mirada esperanzada al mar que no solo alberga en sus profundidades tesoros de galeones hundidos sino algo mucho más codiciable y duradero: riquezas energéticas y posibilidades alimenticias fabulosas. Del hombre depende en definitiva que esta excitante aventura submarina no se convierta en una desordenada e irresponsable explotación como la que ya aflige a nuestro castigado reino terrestre.

Publicado en "La Nueva Provincia", domingo 15 de febrero de 1987. Nota: La ilustración y los enlaces son agregados míos. Dedicado a mi adorada prima Carolina, que hoy cumple felices años.

CAHILL Y SU TEORÍA SOBRE LOS IRLANDESES EN LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL

A veces es mejor no tener grandes expectativas sobre el libro que vamos a leer, porque entonces si éste es aceptable o bastante bueno, pero no del todo, las expectativas se ven algo decepcionadas. Algo de eso fue lo que me ocurrió con esta obra de Thomas Cahill, quien es un lingüista especializado en Edad Media y se embarca aquí en la aventura de San Patricio y la evangelización de Irlanda.

La línea que separa la perfección de la "mera" corrección puede ser muy sutil. Cahill, sin dudas, se documentó e investigó en fuentes diversas para componer la trama de cómo la religión católica se adaptó a la tradición celta, que se basaba mucho más en la fuerza y el instinto que en la racionalidad. Planteado el problema, el autor traza un paralelo entre un San Agustín que entronca el pensamiento romano con el cristiano, y un San Patricio que recurre a ciertos artilugios, por decirlo de alguna manera, para convencer a los salvajes celtas de que su propuesta es buena para ellos. Un ejemplo de ello está en la transición de los sacrificios humanos a la celebración de la Eucaristía en la que se come el Cuerpo de Cristo.

Está claro, para Cahill, que lo mejor del cristianismo quedó entre los celtas, y que San Agustín representa, en cierto sentido, a lo que será el oscurantismo medieval intolerante y frío. Otros libros refutarían esta teoría, pero no es ella el centro de la obra de Cahill. Este hombre sostiene que los monjes irlandeses empezaron a acumular silenciosamente en sus monasterios el conocimiento que Europa no podía defender ante las hordas de germanos, vándalos, alanos y otros que saqueaban toda Europa.

Lo más interesante del libro está en el recorrido por la vida de los celtas, desde Medb, la reina de Cruachan, hasta Columbanus, el santo sucesor de Patricio, quien llevó la religión católica a los monasterios de la Europa continental junto a numerosos irlandeses contagiados por su optimismo.

La obra se cierra con el sínodo del año 664 en la abadía de Whitby, en Northumbria, donde según Cahill la rama romanizada del cristianismo hizo prevalecer sus tesis sobre la rama celta y condujo a la uniformidad de la religión con Roma. Finalmente, el telón cae con la invasión de las islas británicas por parte de los vikingos. En aquel momento, los monjes irlandeses salvaron lo que pudieron de tanto conocimiento que habían acumulado, enterrándolo en el suelo. Mucho de ello sería encontrado después de siglos, y el ejemplo más importante es el famoso Libro de Kells, expuesto en el Trinity College de Dublin.

El segundo milenio no sería benévolo con Irlanda, que perdió el liderazgo cultural que según Cahill había ostentado en Europa, y fue arrasada o al menos sometida por vikingos primero y anglos después, hasta la Gran Hambruna del siglo XIX en la que los irlandeses morían por falta de alimento, y además eran perseguidos por ser católicos... y por reivindicar un territorio que los ingleses tenían. Cerca de un millón de irlandeses murieron entre 1845 y 1851, y una innumerable cantidad de celtas emigró a otros países como la Argentina.

Irlanda, como ya he dicho en varias ocasiones, ocupa un espacio importante de mi ser, y este libro de Dahill me ha desasnado sobre una parte de su historia. Sin embargo, la divisoria que establece entre la aparente frialdad romana y la sensualidad celta no termina de convencerme, si bien no tengo argumentos científicos para refutarla. Al fin y al cabo, Irlanda se mantuvo unida a la Iglesia de Roma en medio de las peores dificultades, y otras regiones como Grecia y Rusia, en cambio, construyeron sus propias iglesias alejadas de la ortodoxia europea.

"De cómo los irlandeses salvaron la civilización" es un libro de redacción florida y lectura muy recomendable por su originalidad y la erudición del autor. El lector disfrutará recorriéndolo e imaginando a un pueblo que mantuvo lo mejor de la cultura occidental mientras la Europa continental era arrasada por los invasores bárbaros.

Algunas páginas del libro pueden verse aquí, gracias a Google Books. Con las flechas del teclado el lector puede recorrer la obra.

21 de septiembre de 2009

LA PRIMAVERA NO EMPEZÓ

Ya he escrito en este espacio sobre la llegada de la primavera: el amigo lector puede revisar mis archivos.

¿Qué puedo agregar a lo ya dicho? Más que agregar, recordar que la primavera no ha comenzado todavía. Lo siento, muchachos, hay que esperar un poco más. Y mientras tanto, pueden festejar el Día del Estudiante.

Digo más: no hay por qué ponerse ansiosos por el fin del invierno. Al fin y al cabo, es una estación que nos regala sus propios dones, como la nieve de aquel 9 de julio en el que supimos armar muñecos o arrojar bolas. No despreciemos al invierno, que ha sido además el que salvó a Europa y posiblemente al mundo entero de dos imperios: el de Napoleón y el de Hitler.

La imagen que ilustra este breve comentario es "La Primavera" del maestro Sandro Botticelli. Para agrandar la obra, pueden hacer click sobre ella.

17 de septiembre de 2009

UN CUENTO BREVE DE COCTEAU

Hoy abrí al azar la "Antología de la literatura fantástica" de Borges, Bioy Casares y Ocampo, y me encontré con un relato tan genial que decidí traerlo a este rincón. Se trata de "El gesto de la muerte", del polifacético artista francés Jean Cocteau (en la imagen, retratado por Amedeo Modigliani).

Si el triunfo de un cuento está en la concisión para narrar una sucesión de hechos desde la introducción hasta el desenlace, esta es una obra maestra. Dice así:

Un joven jardinero persa dice a su príncipe:

- !Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahan.

El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:

- Esta mañana, ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?

- No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahan esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahan.

16 de septiembre de 2009

SOY MI BLOG

En eCuaderno, José Luis Orihuela publicó un excelente decálogo sobre los blogs. Hay muchos textos de este tenor y formato dando vueltas por ahí, pero éste me gustó y pensé en traerlo a estas playas para el amigo lector que aun se siente algo desorientado con respecto a qué es un blog. Si bien no abarca los blogs que son pensados para un fin comercial (que también los hay, y muchísimos), la nota identifica bien a quien escribe algo con pasión y se ve reflejado en los textos que va acumulando tras meses de corretear sobre el teclado. Es el caso de este servidor.

Rescato el punto del decálogo que más me gustó. Es el último de los diez:

"10 - Un blog es la voz particular de alguien. Un blog es el estilo de su autor, sus puntos de vista, sus preferencias, sus manías y sus gustos. Un blog es la proyección de una persona en la red, es una identidad que se va construyendo y expresando con retazos (enlaces, textos, vídeos, imágenes). Los blogs son personas que nos proponen una conversación".

El día que empecé este blog, no sabía muy bien dónde terminaría ni adivinaba la infinidad de temas sobre los que ya he escrito, pero puedo decir que de tanto en tanto se me da por releer sus contenidos y me veo como en un espejo.

Alguna vez le dije a alguien: "Yo tengo un proyecto y soy ese proyecto". De la misma manera, podría aplicar la sentencia a este manojo de reflexiones y afirmar: "Yo tengo un blog y soy ese blog".

Amigo lector, allí en esa silla donde te sientas cuando me lees, sabes más de mí que muchos de los que conocen mi rostro, mi nombre y apellido.

15 de septiembre de 2009

¿CAMBIO DE GUARDIA?

Fue el sueño ideal. Semifinal aplastante frente a Nadal, a quien muy pocas veces había visto tan desmoralizado en una cancha pese a sus festejos tribuneros. Y la final, una artesanía que construyó de a poco en un partido que dejó de todo. Lo tuvo Federer en ese final del segundo set, cuando estuvo a dos puntos de quedar al borde de la victoria con su saque. Pero este chico tiene una cabeza formidable y es capaz de tirar un passing-shot a la carrera en un momento en el que no hay margen de error, y meterlo.

Al observar cómo Del Potro iba envolviendo a Federer en un manojo de nervios -algo que solo Nadal ha logrado- recordaba el partido que el gran Roger le ganó a Pete Sampras en aquel Wimbledon de 2001. Hay diferencias: Sampras, si bien estaba en un nivel tremendo, ya encaraba el epílogo de su carrera mientras que a Federer le queda cuerda para al menos dos años más. Sampras, además, le llevaba 10 años a Federer, y éste le lleva ocho a Delpo. Y la más importante: aun no sabemos qué pasará con la carrera de Del Potro, aunque si sigue así llegará a número uno, o al menos ese es mi modesto pensamiento.

Impresiona saber que Federer no perdía en el US Open desde 2003 -casualmente, frente a otro argentino, el Rey David-. Otro dato: solo Djokovic y Nalbandian les habían ganado a Federer y Nadal en un mismo torneo, con el agregado de que el Rey David lo había hecho dos veces... en dos semanas, en esos memorables Masters Series de París y Madrid en que jugó el mejor tenis de su vida.

Lamentablemente no dejé constancia escrita de mi pronóstico, pero cuando en abril lo vi a Delpo perder y llorar aquel partido en cinco sets frente a un Federer que luchaba por su primer Roland Garros, sentencié que le ganaría la final del US Open, su torneo preferido en su superficie favorita.

Es muy gratificante sentir que los argentinos tenemos a un embajador lleno de serenidad y humildad, algo no muy común en nuestro terruño. Ayer veía a todos los pequeños que miraban el partido y se enfervorizaban allá en Tandil, y pensaba en lo importante que es un modelo de deportista para estos jóvenes que quizás no encuentren muchos referentes. El New York Times ya hablaba de la tierra de Del Potro en las ruedas iniciales del torneo. En la nota, el nuevo ídolo decía que su comida favorita era la carne argentina, pero lo más gracioso, según contó después a un medio local, fue que también quería agregar los quesos y salamines de Tandil pero no sabía cómo decirlo en inglés. Humildad para contarlo, que se tradujo también en sus declaraciones emocionadas tras la gigantesca victoria en la final.

Un párrafo aparte para Franco Davín, que construyó un Gaudio campeón en Roland Garros y ahora logra este fenómeno en Estados Unidos. Los entrenadores argentinos son dignos de admiración, y esto incluye a los que guían a los juveniles en sus primeros pasos por el circuito.

Federer tiene cuerda para rato. ¿Nadal? Depende de su físico. Djokovic es el último cuco que le queda a Del Potro, y creo que no tardará en pasarlo. Murray será, seguramente, su clásico, aunque está cada vez más cerca de agarrarle la mano. Así como está, Del Potro seguirá subiendo, de a poco y tranquilo, hasta la soñada meta de número uno. Que se le dé depende de su físico -tal como él mismo declaró en la entrega de premios-, su cabeza y su entorno. Le sobra tenis, y hay quienes afirman que sin dudas lo será. Esperemos, y mientras tanto disfrutemos de este nuevo fenómeno del tenis argentino.

12 de septiembre de 2009

NEW YORK CUMPLE 400 AÑOS

El otro día, charlando con una amiga de la casa, me enredé en un pequeño debate sobre quiénes habían fundado la ciudad de Nueva York. Yo sostenía que habían sido los holandeses, y ella me retrucaba que habían sido los alemanes. Antes de irme a dormir, acudí a la "Breve Historia de los Estados Unidos", de Allan Nevins y Henry Steele Commager. Encontré allí el siguiente relato que fortalecía mi sospecha:

"Los holandeses habían enviado a Henry Hudson, navegante inglés, a que explorara el río que lleva su nombre, tarea que realizó en 1609. Tras él llegaron traficantes de pieles holandeses, y, en 1624, se levantó un pequeño poblado en la isla de Manhattan. La provincia de Nueva Holanda creció muy lentamente y no logró proporcionarse instituciones de autogobierno, pero sí dejó una huella permanente en el sistema de haciendas a lo largo del Hudson, en la arquitectura y en las familias "knickerbocker" -o sea, descendientes de holandeses-, que habrían de desempeñar un papel sobresalliente en la historia de Nueva York y de la nación".

Recorrí luego las primeras páginas de la historia de Estados Unidos escrita por Paul Johnson -que empieza con la cita de Shakespeare en "Noche de Reyes" o "Twelfth Night": "No temáis la grandeza"-. No encontré allí una sentencia precisa sobre la fundación de Nueva York, aunque sí algunas referencias a las luchas entre los asentamientos holandeses y las tribus indígenas que los rodeaban, como los 120 algonquinos que huían de sus vecinos mohawk y fueron liquidados por los colonos.

Las pequeñas dudas que podían quedarme se disiparon cuando leí en los diarios que la ciudad de Nueva York festejaba los 400 años de su fundación. En particular, es interesante el artículo que publicó el diario español "El País", cuya lectura recomiendo. Llegué así a un sitio en el que los holandeses recuerdan aquel hecho con orgullo, pese a que esas tierras fueron ocupadas por los ingleses en 1664. De hecho, la princesa Máxima de Holanda ya ha visitado New York con su esposo en ocasión del aniversario.

En su origen, la ciudad de Nueva York no tuvo ese nombre sino el de Nueva Amsterdam, en clara referencia a su parentesco de sangre con la capital de donde venían los colonos.

Dado que por mis venas corre sangre holandesa y estadounidense, me uno a los festejos por la fundación de Nueva York en este pequeño rincón, y confirmo de paso el dato de sus orígenes que creía cierto. La familia de mi mamá supo habitar una casona sobre la margen del río Hudson, el que lleva el nombre del ilustre aventurero que llegó a esas tierras para ser recordado por siempre.

4 de septiembre de 2009

FELIZ CUMPLEAÑOS, PEPE BIONDI

Hoy cumpliría 100 años Pepe Biondi, el humorista argentino a quien homenajeé ya el 4 de octubre de 2007 bajo el título: "Pepe Biondi, el payaso de todos". Invito al amigo lector a leer o releer aquellos párrafos, de los cuales se desprendió en los comentarios un pequeño debate sobre el significado del humor sano.

Pepe Biondi alegró, como otros, mi infancia de TV en blanco y negro, y me hace reír cada vez que veo uno de sus videos. A los que ya había dejado en aquella ocasión, agrego ahora tres más para cerrar la semana laboral con mucha alegría, como se debe.

El primero de ellos, con Pepe Luí, está dedicado a mi padre, que me ha regalado las raíces ibéricas que el personaje parodiaba con garbosa frescura. El segundo, con el guapo Pepe Malevaje, es para alquilar balcones. El tercero está dedicado a mi amigo el Baluarte, quien es un fiel seguidor de este espacio y comparte rubro afín con el protagonista: Pepe Curdeles.



1 de septiembre de 2009

LA NOCHE Y SUS MILAGROS

Me encuentro de repente en una fresca noche de septiembre, escribiendo frente al monitor y disfrutando de la plácida nocturnidad envuelto en el silencio pleno. Un perro ladra a lo lejos, ensayando quejas contra el amo que lo ha dejado afuera. Algún auto acelera, quizás porque la luz amarilla brilla en su horizonte inmediato. Mi familia, ignorante de perro y semáforo, duerme.

La noche ha sido telón de fondo de un milagro en mi vida. He contado en detalle cómo conocí a Paula un 31 de diciembre, en la antesala del tercer milenio.

En la noche porteña recorrí barrios y esquinas, con suerte diversa. Me corrieron y también me amenazaron, pero nunca me robaron. Curiosamente, mis cuatro encuentros con los amigos de lo ajeno fueron bajo la luz del día.

"Si fuera intendente taparía el sol", dijo alguna vez el Bambino Veira, o el Loco Doval, aunque ¿qué importa cuál de los dos fue? Lo relevante es la verdad oculta tras la aparente frivolidad. Aunque mi amigo el Capitán Escarlata diga que le gusta más el día porque juega al fútbol en horario vespertino, nadie podrá negar que la noche posee una magia única, una suerte de intimidad protectora y desafiante a la vez, que se cuela en nuestras rutinas e insinúa nuevas aventuras.

Entienda bien el amigo lector: no hablo de correrías en busca de la juerga, sino de estímulos a la imaginación, que se encarnan en nuevas lecturas (como la de este blog que cada vez tiene más rincones), en conversaciones imprescindibles con el amigo, el hermano o el prójimo, y en diálogos con uno mismo, que siembran el terreno para las luchas del día siguiente.

Cuando estaba en el segundo o tercer año de mi carrera y todo me costaba más, la noche me servía de refugio para el estudio. A las tres o cuatro de la mañana, me sentía cómodo en la soledad del silencio y el abandono totales. Mis libros y apuntes eran únicos testigos de mi lucha incesante por tener ese diploma -aun lejano- y el café recalentado era excusa para el recreo. Así me recibí.

Yo soy un firme defensor de la noche como espacio para la creatividad. La noche ofrece un ámbito de descanso que crea universos para emplear libremente la imaginación. Es solo cuestión de quedarse un rato despierto y pensar. Pensar sin miedos, sin ataduras, solo pensar. De la cabeza de una persona pueden salir las ideas más disparatadas, pero cuidado con ellas, porque pueden ser grandes avances para la humanidad, el vecino o el partido de mañana.

Hoy en día, la actitud contemplativa ha pasado de moda. Todo es actividad mecánica, búsqueda de resultados y control de eficiencia, conciente o inconciente. La contemplación, llámese ocio si se quiere, es necesaria para ordenar las ideas y los sueños, y seguir difrutando de la maravillosa aventura de la vida.

Loada sea la noche, que me permite divagar sobre esta página sin refrenarme y sin darme cuenta de que ya había escrito varias de estas cosas hace tres años. Me voy a dormir.