25 de agosto de 2010

40

Para muchas personas cumplir 40 años es llegar al entretiempo de la vida, a un estado en el que la propia biografía promedia y obliga a replanteos vitales, a balances que irrumpen, impostergables, e incluso a depresiones autocompasivas.

Para otras personas, cumplir 40 años exige un elocuente homenaje a la majestad del número redondo, un festejo por si acaso en las puertas de la melancolía por la dorada juventud que se aleja para ceder el paso a una madurez reposada, a la placidez de las certezas, aunque la verdad sea que las dudas hostigan esa frontera entre la gozosa irresponsabilidad y el compromiso autoimpuesto en aras de una felicidad buscada en otros rostros.

Yo creo, como ya he escrito antes, que la melancolía puede ser un sentimiento positivo cuando marcha acompañado de una mirada esperanzada hacia el futuro. Contemplar el pasado y concluir que lo hecho es mucho y que ha sido disfrutado en su justa medida y a su debido tiempo, permite soñar con nuevas metas que algún día también llegarán a ser nuevos recuerdos, y acariciarán el espíritu como hoy lo hacen las brisas de tiempos que se fueron.

Lo que fuimos, y lo que hicimos, moldearon lo que somos. En la alegría, y aún en el dolor, siempre estábamos creciendo, aunque nos resistiéramos a ello. Los 40 años pasaron, los bebiste trago a trago y los disfrutaste en la medida en que pudiste, originales y únicos.

Cada puesta de sol trae nuevas estrellas. Cada amanecer deja tras de sí una noche de serena espera.

16 de agosto de 2010

TU ESPADA, SAN MARTÍN, HIZO EL PRODIGIO


Para homenajear al gran libertador en este feriado, un extracto de "El nido de cóndores", de Olegario Víctor Andrade. El poema completo puede ser leído aquí.

Pensativa su frente, cual si fuera,
en muda discusión con el destino
iba el héroe inmortal que en la ribera
del gran río argentino
al león hispano asió de la melena
¡y lo arrastró por la sangrienta arena!

El cóndor lo miró, voló del Ande
a la cresta más alta, repitiendo
con estridente grito:¡Este es el grande!
Y San Martín oyendo
cual si fuera el presagio de la historia
dijo a su vez: ¡Mirad! ¡Esa es mi gloria!

¡Milagros de la gloria!
Tu espada, San Martín, hizo el prodigio.
Ella es el lazo que une
los extremos de un siglo ante la historia;
y entre ellos se levanta,
como el sol en el mar dorando espumas,
el astro brillador de tu memoria.
¡No morirá tu nombre!

Ni dejará de resonar un día,
tu grito de batalla,
mientras haya en los Andes una roca,
y un cóndor en su cúspide bravía.
Está escrito en la cima y en la playa,
en el monte, en el valle, por doquiera,
que alcanza de Misiones al estrecho
la sombra colosal de tu bandera.

La imagen que ilustra estas líneas es un cuadro del orfebre Pallarols, en el que él mismo se autorretrató como el segundo granadero del fondo empezando desde la izquierda.

7 de agosto de 2010

80

Hubo un día en que lloré mucho, y allí estaba ella para consolarme y darme la bienvenida a este mundo. Hubo otro día en que fui por vez primera a pasear a la plaza, y le llevé una piedrita elegida para que guardara.

En otra ocasión, me retó después de que yo arrojara con notable parsimonia un banquito por el balcón del noveno piso. Y así hubo muchos otros días en que ella estuvo ahí, como lo sigue estando cuando se me da por escaparme de la oficina e ir a almorzar a mi antiguo hogar de soltero.

En este día maravilloso en que le regalaremos algunas sorpresas, a mi madre dedico estas pequeñas cuotas de humor. ¡Feliz cumpleaños, Mrs. Mum!