30 de septiembre de 2007

ARGENTINA EXISTE

Señores, los Pumas le pueden ganar a cualquiera. Obtuvieron el primer puesto en la zona más difícil del Mundial y la historia con Irlanda quedó saldada con un elocuente 30-15. Francia pagaría por retroceder a los himnos del partido inaugural, esos que marcaron cómo salía la Argentina a jugar este torneo y mostrarle al mundo que es cosa seria.

Pero hoy quedó sellado el pasaporte de "Les Bleus" a Cardiff, donde enfrentarán nada menos que a los temibles All Blacks. Los Pumas, en cambio, podrán aprovecharse del bondadoso fixture que los franceses se habían armado para ellos: cruce con Escocia, difícil pero el más accesible de los posibles rivales en cuartos, y en la París que ya los vio ganarles a los locales y a los irlandeses.

Es difícil reflexionar fríamente después de un partidazo que por momentos cambió de dueño con la velocidad de una flecha. Era de esperar que los Irish no se rindieran fácilmente, pero al ver el partido, uno creía asistir a una lenta victoria por demolición, que fue lo que finalmente sucedió. La señal más clara fue cuando Irlanda pasó al frente con un try de O'Driscoll y conversión, pero a los cuatro minutos vio sus palos vulnerados por un drop de un Hernández "imperial", como dijo L'Équipe, que volvió a colocar a los Pumas arriba en el marcador.

Nunca había terminado de ver un partido de rugby disfónico, como me ocurrió hoy. Grité los dos tries como si fueran goles, haciendo uso de mi garganta futbolera. Y aprovecho para comentar algo que se me ocurre como observador amateur de este deporte: Sin ser un experto, se me ocurre que la Argentina tiene un juego de pie como no tienen otros, y con el riesgo del ridículo pienso que tal vez haya alguna raíz cultural futbolera en ese hecho. Hernández se recibió de crack. Ya lo era, pero hoy se hizo más conocido aún para el público que no ve rugby habitualmente.

"Un equipo profesional con corazón de amateur", escribió Jorge Búsico desde París, en su gran blog de rugby. Tengo más reflexiones sobre este equipo y su papel en estos tiempos, pero me las guardo hasta que termine el sueño. Por ahora, sigamos brindando con Guinness y esperando por un scotch el domingo que viene. Gracias Pumas otra vez.

Es de esperar que quienes tienen que sacar conclusiones de este Mundial nos den el lugar que nos corresponde. Como decía esa bandera blanca en medio de la marea verde, Argentina existe.

28 de septiembre de 2007

MOZOS ERAN LOS DE ANTES

Buenos Aires tiene muchas virtudes, pero hay una que a veces echo en falta: sus mozos, sus camareros, esos que venían discretos con servilleta sobre el brazo, memoria de fierro y sonrisa cortés.

Anoche recordé esto con mis amigos Facundo (que se nos casa), Garza y Pablov, mientras esperábamos nuestra comida en la barra de "Congo" , un lugar de moda en Palermo Viejo (terminemos con las denominaciones absurdas para distintas parte de Palermo y Villa Crespo).

Nuestras hamburguesas tardaban más de lo aceptable y se las reclamé a la moza. "Es lo que más tarda en hacerse", me contestó con cara de "Mirá lo que me estás preguntando". Difícil entender cómo un par de hamburguesas puede demorar más que el pollo que había pedido Pablov, pero en fin... En esta hambrienta espera, les decía a los muchachos que un lugar que cobra de acuerdo a cierta categoría debe dar una atención que también esté de acuerdo a esa pretendida categoría.

En muchos bares de Buenos Aires contratan mozos improvisados, con sueldos bajos y capacitación aún menor. Al dueño de un bar, un restaurante o cualquier negocio de atención al público debería interesarle que sus empleados fueran amables y serviciales con el cliente, ya que si éste se siente mal tratado castigará al mozo o barman con una propina baja o nula, pero castigará más al lugar al no volver a él.

Lamentablemente una buena proporción de clientes prefiere callar, debido al legendario temor porteño al ridículo, aunque últimamente muchas personas parecen descargar sus frustraciones financieras, afectivas o deportivas en estas situaciones. Hay que quejarse, porque ellos tienen que saber que un mozo hecho y derecho conoce las necesidades de su cliente.

En los bares de antaño, los mozos conocían a sus parroquianos, sabían sus gustos y estaban atentos a lo que molestaba. Si había que dar conversación la daban, y si había que ser como las mesas "que nunca preguntan" (como en "Cafetín de Buenos Aires") mantenían un compañero silencio.

Ahora los mozos suelen ser, en los bares de moda (me niego a usar la palabra "fashion" tan cara a las revistas frivolonas), veinteañeros apurados, olvidadizos y abrumados por las exigencias de los clientes. No entienden un instante de reflexión y nos abandonan diciendo: "Bueno, cuando se decidan les hago el pedido". Muchas mozas nos atienden con una cara de aburrimiento que inspira, no compasión, sino bronca de pensar cómo creían que era trabajar. Y su actitud es la de "Te estoy haciendo un favor, si fuera por mí pasaría de largo y te dejaría esperando una hora más".

No son pocas las veces que me he levantado y me he ido del lugar. Una vez, por ejemplo, fue en el Hard Rock Café, a donde había ido acompañado de un amigo y dos señoritas. No era para nosotros un privilegio estar allí, era para ellos una buena noticia que nosotros los hubiéramos elegido, y creo que este es el concepto que hay que tener "in mente" al concurrir a uno de estos boliches.

Y para colmo, al final no nos traen una factura hecha y derecha sino un pseudocomprobante que por las dudas indica: "No es válido como factura". Entonces uno se pregunta: "Y si no sirve ¿por qué no me traés directamente el que vale?". Por supuesto, porque de esa manera evaden impuestos. El IVA famoso, que en estas tierras alcanza la encumbrada cifra del 21 por ciento del total. Es decir, de cada 100 pesos que gastamos hay 21 que deben ir a los jubilados, pero irán al dueño del local si no les pedimos la factura como corresponde. Y entonces hay que molestarse en pedir el papelito consabido para que a veces el mozo lo mire a uno como si le estuviera pidiendo el pronóstico del tiempo en Tbilisi. He hecho clausurar un par de negocios por esta renuencia a dar la factura legal.

Pese a todo, antes de abandonar el lugar suelo saludar, porque nobleza obliga y hay que enseñar con el ejemplo. Aunque quizás sea peor, porque el mozo pensará que uno se fue contento. Pero al revisar la mesa desesperadamente en busca del preciado legado sobrante, comprobará que el cliente se ha marchado a mesas más cálidas y rápidas.

La conclusión, desde el presente, es una añoranza del pasado: Mozos eran los de antes. Y clientes... ¿también?

27 de septiembre de 2007

FE

"-Señor -le dije (porque había un cuervo negro sobre una rama vecina)- comprendo bien que sea señal de Tu majestad callarte. Sin embargo, tengo necesidad de un signo. Cuando termine mi plegaria, ordena volar a ese cuervo. Eso será como el parpadeo de otro distinto a mí, y no estaré solo en el mundo. Estaré ligado a ti por una confidencia, aunque sea oscura. No pido nada sino que me sea significado que hay, quizá, algo por comprender."

"Y observaba al cuervo. Pero se mantuvo inmóvil. Entonces me incliné hacia el muro."

"Señor -le dije-. Sin duda tienes razón. No corresponde a Tu majestad someterte a mis consignas. Si el cuervo se hubiera volado, me hubiese entristecido más hondamente. Porque un signo tal sólo lo hubiera podido recibir de un igual; por lo tanto, de mí mismo, reflejo todavía de mi deseo. Y nuevamente hubiera encontrado mi soledad."

(Antoine de Saint-Exupery - "Ciudadela")

À CAUSE DE LA COLEUR DU BLÉ

Entonces apareció el zorro:

-¡Buenos días! -dijo el zorro.

-¡Buenos días! -respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vió nada.

-Estoy aquí, bajo el manzano -dijo la voz.

-¿Quién eres tú? -preguntó el principito-. ¡Qué bonito eres!

-Soy un zorro -dijo el zorro.

-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-, ¡estoy tan triste!

-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-, no estoy domesticado.

-¡Ah, perdón! -dijo el principito.

Pero después de una breve reflexión, añadió:

-¿Qué significa "domesticar"?

-Tú no eres de aquí -dijo el zorro- ¿qué buscas?

-Busco a los hombres -le respondió el principito-. ¿Qué significa "domesticar"?

-Los hombres -dijo el zorro- tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?

-No -dijo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? -volvió a preguntar el principito.

-Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa "crear lazos...".

-¿Crear lazos?

-Sí -dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...

-Comienzo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor... creo que ella me ha domesticado...

-Es posible -concedió el zorro-, en la Tierra se ven todo tipo de cosas.

-¡Oh, no es en la Tierra! -exclamó el principito.

El zorro pareció intrigado: -¿En otro planeta?

-Sí.

-¿Hay cazadores en ese planeta?

-No.

-¡Qué interesante! ¿Y gallinas?

-No.

-Nada es perfecto -suspiró el zorro. Y después volviendo a su idea:

-Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sól. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo.

El zorro calló y miró un buen rato al principito:

-Por favor... domestícame -le dijo.

-Bien quisiera -le respondió el principito- pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.

-Sólo se conocen bien las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!

-¿Qué debo hacer? -preguntó el príncipito.

-Debes tener mucha paciencia -respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...

El principito volvió al día siguiente.

-Hubiera sido mejor venir a la misma hora -dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré así el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.

-¿Qué es un rito? -dijo el principito.

-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días; una hora, de las otras horas. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. El jueves es, pues, un día maravilloso. Voy a pasearme hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.

Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:

-¡Ah! -dijo el zorro-, voy a llorar.

-Tuya es la culpa -dijo el principito-, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domesticara...

-Ciertamente -dijo el zorro.

- ¡Pero vas a llorar!, -dijo el principito.

-¡Sí! -dijo el zorro.

-Entonces, no ganas nada.

-Gano -dijo el zorro- a causa del color del trigo.

Y luego añadió:

-Ve y mira nuevamente las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás para decirme adiós y te regalaré un secreto.

El principito se fue a ver nuevamente las rosas y les dijo:

-No sois en absoluto parecidas a mi rosa; no sois nada aún. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.

Y las rosas se sintieron bien molestas.

-Sois bellas, pero estáis vacías -les dijo todavía-. No se puede morir por vosotras. Cualquiera que os vea podrá creer indudablemente que mi rosa es igual que cualquiera de vosotras. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el biombo, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa.

Y volvió con el zorro.

-Adiós -le dijo.

-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

-Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el principito para acordarse.

-El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.

-El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el principito para recordarlo.

-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...

-Soy responsable de mi rosa... -repitió el principito a fin de recordarlo.


Dedicado a Henri Guillaume, à cause de la coleur du blé.

24 de septiembre de 2007

EL DISCO DE LA SEMANA: A TRICK OF THE TAIL

Con esta columna inauguro una nueva sección en este espacio. Pretendo elegir un disco de la semana cada siete días. A la derecha encontrarán la tapa de ese disco durante toda esa semana. El estilo o género musical será variado, porque variados son mis gustos. Y al decir esto, digo también que en la elección siempre habrá un porcentaje no menor de gusto personal, además de cierta pretensión de seriedad. Además, con cada disco publicaré en esta parte una columna para describirlo muy sucintamente, e incluiré un video de una canción de ese disco.
Hecha esta introducción, me referiré al primer elegido: "A Trick of the Tail", de Genesis. Nadie debería sorprenderse, porque ya hace tiempo que aclaré que ésta era mi banda favorita junto con Pink Floyd.
El disco que he elegido se destaca por haber sido el primero que la banda grabó luego de la partida de Peter Gabriel. Es de febrero de 1976, cuando Phil Collins, baterista de la formación clásica, tomó el micrófono y se convirtió en el vocalista de Genesis. Antes solo había hecho los coros en ciertas canciones, y había tenido la voz principal en dos canciones simples y cortas": "More Fool Me" y "For Absent Friends".
Cuando Gabriel dejó la banda, los críticos no daban un centavo por ella. Su antiguo líder era un vocalista carismático que a la música del grupo le agregaba originales interpretaciones en vivo, con máscaras y disfraces ingeniosos. Con su despedida, los cuatro que quedaban decidieron darle mayor importancia al sonido en lugar de a la teatralización en escena. La banda fue evolucionando a ritmos más simples y comerciales, más aún cuando también Steve Hackett dejó su guitarra para seguir su propio rumbo solista. Pero en el interin de dos discos entre la ida de Gabriel y la renuncia de Hackett, Genesis produjo dos placas de altísimo valor en la discografía del grupo. La primera de ellas fue la elegida como disco de esta semana.
"A Trick of the Tail" fue entonces un desafío de alto riesgo para la banda, pero pasó la prueba y relanzó a Genesis como proyecto colectivo, que había quedado algo opacado por el creciente carisma de Gabriel. La banda audicionó a más de 400 vocalistas, pero ninguno satisfacía a los integrantes de Genesis. Era Phil Collins quien cantaba alguna de las canciones a los postulantes para que captaran la melodía. Fue así que él sintió que tal vez podría tener una oportunidad y lo sugirió. Curiosamente, Collins había pensado en dejar la banda y dedicarse a su otra banda, Brand X, con la cual tocaba jazz rock. A él lo perturbaban los disfraces de Gabriel, que en su opinión ubicaban a la música en un segundo plano.
Para Genesis, "A Trick of the Tail" fue una oportunidad -y una necesidad- de mostrar que la banda no era Gabriel, a quien todos felicitaban después de cada recital, algo que siempre los había molestado.
La grabación del nuevo disco fue veloz, porque tenían mucho material que aportaba cada uno. Hackett acababa de sacar su primer disco solista, donde habían colaborado Rutherford y Collins, y se mostraba como un gran músico. Sin embargo, la batuta de la composición fue tomada por Tony Banks, el tecladista de la banda. De todas maneras, en los créditos de cada canción pusieron los apellidos de los autores, algo que no había ocurrido en la etapa de Gabriel, lo cual llevaba a que mucha gente creyera que él era el responsable de todos los temas.
La gira del nuevo álbum generaba ciertos temores, especialmente en Phil Collins, quien sabía que tendría que reemplazar el carisma misterioso de Gabriel. Lo solucionó con su humor natural, que lo acercaba a la gente y hacía que la banda fuera más amigable y menos oscura desde el punto de vista de su relación con los fans. Para el primer recital, Collins se escribió en papelitos lo que diría en cada tema, a fin de estar más seguro. Pero rápidamente percibieron que la gente había aceptado el cambio.
Mi tema preferido de aquel disco, y uno de los mejores que a mi juicio han grabado en toda la historia de Genesis, es "Ripples", cuyo video ofrezco aquí. En mi caso ocupa un lugar muy personal en mis afectos musicales, ya que quise que se oyera en nuestro casamiento, y cada vez que la escucho recuerdo aquella noche y cómo hay rostros que ya nunca volveremos a ver, tal como sugiere la letra del tema, que fue escrito por Banks y Rutherford.


"A Trick of the Tail" llegó al puesto número 3 en el chart del Reino Unido, y el tema que aquí expongo está siendo interpretado por Genesis como parte de su repertorio en la gira 2007, luego de su reciente reunión.

21 de septiembre de 2007

OTRO AÑO, OTRA PRIMAVERA

Viene llegando entre viento y nubarrones. Pero todos la esperan con una sonrisa, como Mafalda.

EUROPA EMPEZÓ EN CRETA

Como todos sabemos, el origen de la civilización occidental es la cultura greco-latina, aunque también se habla de la tradición judeo-cristiana, y aún más allá se observa al Antiguo Egipto como raíz fundamental de lo que más tarde cruzaría el Mediterráneo para desarrollarse en Grecia. En este último caso, hubo un pueblo del que conocemos poco, pero lo suficiente para admirar su arte: hablo de Creta, ese territorio que forma parte del arco de islas que circundan el territorio griego y tuvo su apogeo en el segundo milenio antes de Cristo.


La civilización cretense, cuya capital era Cnossos, estuvo formada por guerreros, navegantes y pintores, tal como señala Indro Montanelli en su muy entretenida "Historia de los Griegos". Tuvieron un rey, Minos, del que la leyenda cuenta que obligó a Dédalo a construir un laberinto donde encerró al Minotauro, y de paso al propio Dédalo con su hijo Ícaro, el de las alas de cera con las que escaparon.

Minos decía descender del dios Vulcano, y así pues, cada vez que confiscaba animales o alimentos decía que era para ofrendárselos a su padre, y cuando promulgaba una ley sostenía que la noche anterior le había sido sugerida por el mismo Vulcano.

Lo que más llama la atención del legado de Creta es el color y el dinamismo de su arte y de sus frescos o pinturas en particular, contrariamente al rigor casi matemático de su antecesora, la civilización egipcia. En "Jóvenes Boxeadores", la obra que reproduzco arriba (y en la que hay que clickear para agrandar, igual que en las otras dos), podemos observar el movimiento y la naturalidad de la escena, en la que el hombre de la derecha ha quedado con la guardia baja y se apresta a recibir un directo de derecha de su oponente. En el sarcófago de Hagia Tríada, junto a estas líneas, también podemos ver escenas llenas de vivacidad y colorido.

En la historia del arte, según señala el historiador y filósofo marxista Arnold Hauser en su "Historia Social de la Literatura y el Arte", hay una permanente oposición ente el geometrismo abstracto -cuyo ejemplo acabado tenemos en Egipto- y el naturalismo, ya a partir de la transición del Paleolítico al Neolítico. En el caso de Creta, el color, la impresión a través de él y la libertad en el trazo de los cuerpos conforman un modelo de naturalismo, que de hecho es posible que haya influído en el arte egipcio en el breve período de "libertad" creativa de Akenatón, emperador que rompió con varias tradiciones en la civilización egipcia y fue el esposo de la inmortalizada Nefertiti.

Las razones por las que el arte cretense se inclinó por la vertiente naturalista, alegre y colorida, son, según Hauser, aún desconocidas. Pueden establecerse ciertas conjeturas, pero no son certezas. Por ejemplo, el hecho de que Creta fuera una civilización mediterránea y naturalmente dada al comercio puede llevar a pensar que implicaba cierta apertura a ideas o estilos novedosos. Pero el Antiguo Egipto también fue un pueblo frente al mar y esto no ocurrió.

En la imagen del toro que reproduzco, se observa que hay una intención de darle a la imagen cierta tridimensionalidad. Los protagonistas no están a la misma distancia del observador, y ello se nota por ejemplo en el pie derecho del hombre de la izquierda.

Creta fue la primera civilización europea que existió en el camino del arte occidental. Eso le da un papel principal en nuestra gozosa contemplación del arte.

15 de septiembre de 2007

EL GANADOR

Lamentablemente, cuando Paul se fue yo todavía no tenía este blog. Porque se habría divertido mucho y le habría dicho a mi hermana mayor: "Este Ignacio escribe raro ¿eh?". Pero sí pudo leer mis cartas a Barcelona, durante sus siete años de emigrantes.

El 29 de diciembre de 2005 escribí en este espacio: "Este año me conocí otro poco: nadie me había hecho llorar tanto en mi vida con su muerte como Rosko. Mi hija de 11 meses (junto a su mamá) me contempló durante media hora de tristeza exasperada. Algún día se lo contaré. Creo que de paso descargué llantos pendientes".

Hablaba de nuestro perro adorado, pero en la última sentencia de esa reflexión se me coló, inapelable y ya eterno, el rostro oculto de mi cuñado.

Su presencia en mi familia había traído aires de otros mundos. Un día pasó por la editorial de Papá a buscar a mi hermana, y fueron a Zanettín, un bar o heladería que quedaba en Córdoba y Cerrito. Mi hermana mayor ya nunca volvió a ser soltera.

Era "el novio de María Fe", lo cual sonaba un poco extraño, sobre todo para un niño de 15 años que aún no terminaba de ver a sus hermanos como adultos. Pero cuando él me regaló la colección de Gráficos del 75 al 80, y el Nono me dijo que le gustaría dormir en mi baulera para poder leerlos todos junto a una mesita de luz, me di cuenta de que mi cuñado en ciernes era alguien importante, a pesar de ser bostero.

Con los años, él se fue fabricando un sueño: su familia y su casa. En su autito o en el 140 iba y venía de la facultad a mi hogar a visitar a mi hermana, y de allí al suyo en Villa Ortúzar, como yo le decía aunque fuera en Colegiales. Un día, sacando pecho, le espeté desde mi ingenuo mundo de pavadas: "En esta casa no se usa la camisa afuera". Pobre de mí.

Y así llegó el casamiento, al que mi hermana, tal como este monaguillo lo había pronosticado, llegó una hora tarde. Era la primera hija de mis papás que se iba de casa. Con mis amigos, menos avisados aún de que los hermanos se casaban y se iban, nombraba a María Fe como "la que se fue a vivir a Martínez".

Él no confiaba del todo en este adolescente, entonces no me prestaba sus casettes. Pero cierta vez, en una operación relámpago, le escamoteé dos o tres. Me los grabé, raudo, en un par de TDK, y los devolví a su exacta ubicación en la casa de mi hermana. Nunca lo supo, y yo, cada vez que escuchaba alguno de los frutos de esa picardía, sentía algo de culpa, y me cuidaba bien de que él no anduviera por casa en ese momento, al punto de ocultarlos por si acaso se le ocurría mirar mi colección.

Después apareció Tomás, mi primer sobrino y el primer nieto de mis papás. Lo tuvimos poco en brazos (yo muy poco, pues no me animaba del todo) porque se fueron a España. Y así empezaron mis cartas allende el océano, mientras Ignacio, el segundo, se convertía en el primer nieto español de mi papá, a quien su sangre le daba lo que una guerra le había negado.

En el 95 me hicieron un regalo inmenso: me pidieron que fuera el padrino de Luján. Frente a él, entonces, yo parecía ser alguien responsable que podía aconsejar a su única hija mujer. Tamaña alegría me llevó a Barcelona para sostener la vela en el bautismo. Quizás por aquello de la culpa, le regalé a él un disco doble de Dire Straits. "Estás loco", me dijo sonriente, y consideré entonces que mi deuda secreta había sido saldada. También le llevé una camisa blanca que le había comprado en Buenos Aires, pero que a falta de ropa limpia había tenido que usar durante mi viaje, antes de regalársela. Fue un obsequio a la manera de este servidor, que no solo escribía "raro" sino que también regalaba "raro".

Un par de años más tarde, alguien fue para allá y le mandé como diez discos de regalo, porque su mamá había dejado este mundo y me parecía que era lo único que podía hacer para que se sintiera acompañado por mí. Sigo viendo esos discos cada vez que voy a visitar a mi hermana y mis sobrinos.

Volvieron en el 98, y al año siguiente nació Javier, el benjamín. Su familia, pues, estaba cumplida. Faltaba la casa. Y un día, aparecieron con un proyecto, mientras yo me casaba con Paula, y se empezaron a armar una casa para los seis.

Hasta aquí llega mi relato. Lo que vino después es misterioso, o no. Fue como aquellos actores que en el colmo de su éxito, rodeados de vítores y aplausos, se retiran de escena. Y uno piensa: "¿Por qué sacarlo justo ahora, si puede darnos mucho más aún?". Pero él ya lo había hecho todo: mi hermana y sus cuatro hijos eran felices, en el hogar que él siempre había soñado. Su naturaleza, su misión, su sino, estaban cumplidos.

"He vivido el año más glorioso de mi vida", me dijo una semana antes de irse. Y es que su preparación para su despedida, en una segunda oportunidad que el Amigo nos había regalado, le había permitido mostrar que dentro de ese corpachón alto y delgado había un estoico héroe como los de antes.

En sus hijos, que leerán estas líneas, ha quedado la herencia de sus cualidades: coraje, entrega, persistencia, trabajo, humildad, rectitud. Tuvo pasta de campeón cuando el momento se lo pidió, y alma de valiente para luchar sin quejas. Y me regaló el lujo de poder decirle, apenas unas horas antes de aquello, que había hecho muy felices a mi hermana y mis sobrinos.

Se llamaba Pablo Nicholson. Y después de luchar toda su vida, ganó.

11 de septiembre de 2007

EN EL DÍA DEL MAESTRO

Además de celebrarse el cumpleaños de mi amigo Pablo Palazzi, el 11 de septiembre es en la Argentina el Día del Maestro. La elección de la fecha se inspiró, como sabe cualquier criollo de ley, en Domingo Faustino Sarmiento.

Al hablar de los maestros, uno se proyecta hacia el pasado y piensa en los profesores que tuvo en el colegio, aquellos de la tiza y el pizarrón, o en tiempos más recientes, el marcador y la pizarra. Surge entonces el vozarrón de Héctor Zippili, que hoy debe estar contento con el presente de Tigre en Primera, o la tardía confesión de Fernando Fabre, profesor de Dibujo que le dijo al Nono que no debería haberlo mandado a examen.

Sin embargo, los maestros que cada quien tiene en su biografía reconocen diversos orígenes. Es sabido que no todo se aprende en la escuela, ni mucho menos. La familia es la primera institución donde una persona se socializa y empieza a armar su propio esquema de valores y conocimientos. Los padres son, o deberían ser, los maestros más genuinos para un niño. He sido afortunado en ese terreno.

En segundo lugar tenemos a los hermanos, que comparten secretos y muchas veces opinan o casi deciden sobre cuestiones que un pequeño, o un adolescente, no plantea ante sus padres. Una vez, por ejemplo, le conté a mi hermano que había dicho una mala palabra en el colegio, y él usó esta confidencia durante algún tiempo para que yo hiciera lo que él quería, so pena de que el secreto fuera revelado a nuestros papás. Así aprendí que hay que elegir muy bien a quién le cuenta uno sus secretos, y en qué circunstancias.

En otra ocasión, mi hermana Teresa obtuvo de mí la revelación de dónde se escondían mi hermano y mi primo Carlitos, con la promesa de un caramelo que aún hoy sigo esperando. Recibí, por un lado, el mote de traidor, y por el otro el de... mejor no pensarlo. Aprendí pues que la lealtad jamás debía ser quebrada, y sigo sosteniendo este principio.

Del resto de la familia puede aprenderse mucho. Abuelos y tíos son una referencia insoslayable. Y los primos pueden ser hermanos. Más adelante, uno aprende también de los sobrinos, y a través de ellos se actualiza debidamente.

Qué decir de los hijos. Mis dos pequeñas, con sus abrazos y sus llantos, enseñan a ser papá. Son las titulares de una de las cátedras más importantes que alguien puede cursar en el camino a la sabiduría.

Los amigos también son una fuente de enseñanzas. Por eso tener muchos amigos es tener muchos maestros, que ni siquiera se proponen como tales pero lo son involuntariamente, aunque sea con experiencias que nos dejan lecciones de lo que puede ocurrir si hacemos tal o cual cosa, o si dejamos de hacerla.

De mis amigos he aprendido muchísimo, y lo sigo haciendo sin que ellos se percaten del todo. El Nono, por ejemplo, me dice que él me da apenas sugerencias. Yo los tomo como consejos, y hay un leve matiz en la elección del término, que distingue la opinión de la sabiduría. Él fue quien me enseñó una vez que lo que yo no escribiera no lo iba a escribir nadie, y entonces escribí aquella carta y ahora escribo este blog.

Podría enumerar por lo menos un valor, un hábito o una actitud que he aprendido de cada uno de mis amigos. Tres muestras al azar sirven de ejemplo:

De Arteche he sabido valorar la escucha, el silencio compañero que no necesita decir nada. Del Fósil he aprendido lo importante que es saber reirse de uno mismo. Con el Capitán Escarlata he hecho un posgrado en humildad.

Lamentablemente, las lecciones que los amigos dan gratis no son garantía de que el alumno sepa llevarlas a la práctica.

Los maestros también pueden ser los compañeros ocasionales de trabajo, o el portero, o un taxista en la inmensidad de la noche. Siempre, siempre, hay que estar alerta.

Aún más: Hay personajes históricos, o escritores, o artistas, que nos enseñan desde su biografía, sus frutos y sus textos. Ya he hablado de ciertos libros que marcaron a este servidor.

Es muy importante saber que en determinadas situaciones uno ha sido aprendiz de otra persona. Mi prima Dolores me enseñó a andar en bicicleta, Valentín fue un modelo para mis ansias de coleccionista de discos y un tesorero, Fernando Andía, me enseñó a hacer la caja en el Citibank, en mis primeros días de cajero.

Otros nos enseñan, sencillamente, a vivir. Luis ha sido uno de ellos. Paula, Sofía y Valentina me dan lecciones diariamente.

En cambio, hay cosas que aprendemos solos, a los golpes, como exitosos autodidactas. Hay que arrancar de cadete, porque la vida es un aprendizaje constante. El fracaso es un gran maestro, aunque tampoco es cuestión de que él se convierta en nuestro profesor particular.

Los maestros siempre están allí, listos para acudir a nuestra consulta en caso de dudas inevitables, desventuras inesperadas o decisiones riesgosas.

Hoy alzo mi copa, entonces, por todos mis maestros. Por los que se saben acreedores de ese agradecimiento y por los que ignoran sus propios méritos. Todos ellos son protagonistas de estas líneas, y de los pensamientos que hoy las surcan, en la noche fresca que anuncia primavera. Salud a todos ellos, y gracias siempre.

10 de septiembre de 2007

ACERCA DE LA PIZZA

Si es cierto aquello de que uno es lo que come, debo rendir culto al alimento que me ha acompañado a lo largo de todo el camino que llevo recorrido. La pizza, esa tarta extraña que no es tarta ni torta ni otra cosa, es en mi caso una cédula de identidad. Ahora que la fiebre de los envíos a domicilio ha hecho de ella un recurso más frecuente entre la masa de quienes descansan de la cocina, la pizza es más popular aún, y ha generado una marea de oportunistas en busca de sus frutos monetarios. Pero la pizza no le debe su popularidad sino a sus propias virtudes.

Los orígenes de la pizza, como sabe o sospecha el lector, se remontan a Italia. No ahondaré aquí en ellos.

Cada quien tiene sus puntos de referencia dentro de la ciudad, cuando de pizza se trata. Los míos marcan etapas en mi biografía: "Los Inmortales", a donde iba con mi papá cada domingo por la noche, enfrente de casa, fue el primero. Esperaba sin ver, porque el mostrador era demasiado alto, pero el corazón sentía igual aunque los ojos no vieran.

Cuando se hizo muy cara, cambiamos a "El Cuartito", donde me siguen saludando cada vez que entro, y donde tuvo lugar una parte de mi despedida de soltero. Esa noche probé la grande de "atómica", que contenía los peores enemigos de cualquier hígado. Y más aún si se los acompañaba con un whisky nacional, como hice a instancias de mi amigo el Piti.

Cuando volví de mi luna de miel, "Los Inmortales" de enfrente de casa había desaparecido. Fin de una etapa. Mas en mi nuevo barrio tenía otra sucursal, disfrazada de posmoderna bajo el nombre de "Pizza & Espuma", pero con la misma receta de "Los Inmortales". Allí comí con Paula en nuestra primera noche de casados, después de perder el avión a Ushuaia.

Ya en Colegiales, "Croxi" ha sido nuestra principal fuente de pizza, y lo sigue siendo cada viernes.

Mi pizza es la pizza a la piedra. Nada de media masa ni al molde, con masas que no dejan al queso lucirse. Respeto a "Las Cuartetas", "Banchero" o "El Palacio de la Pizza", pero nada como la pizza finita con un queso abundante.

En materia de gustos, soy un conservador. Muzza, fuga o napo, ésta última con ajo. No me gustan agregados extraños como ananá, por ejemplo. El perro en la cucha, el malvón en la maceta y la fruta de postre. Y si es con cuchillo y tenedor, mejor, aunque de vez en cuando, nada como comerse una buena porción de pizza bien aceitosa con la mano. Otra opción es la pizza a la parrilla.

La pizza es más rica si se come en una pizzería hecha y derecha. El envío a domicilio es útil y bueno, pero enemigo de lo mejor. No me refiero solo a la temperatura de la pizza, sino a la ambientación. Soy de los que creen que el contexto de cualquier cosa es importante. Así, para leer, escuchar música, hablar con un amigo o trabajar siempre hay que tener un ambiente propicio y placentero. Lo mismo cuenta en el caso de la pizza, y especialmente si es con amigos.

"El Cuartito" o "La Guitarrita" son, en este aspecto, mis preferidas. Las fotos de jugadores, grandes equipos, boxeadores o ídolos de la escena argentina son una compañía ideal, además de los mozos de verdad, esos que visten de blanco y memorizan el pedido sin que se les mueva una ceja.

Para acompañar la pizza, mi bebida es la cerveza rubia. Es su complemento, su confidente en la mesa, su vehículo para deslizarse por los recovecos de las gargantas cansadas o enronquecidas por un grito de gol.

Al calor de una pizza he vivido momentos que hoy recuerdo con mucho afecto. En ella veo aquella porción cuya aceituna cedí, o aquella mitad de anchoas de las que renegué. Frente a ella crecí, relaté y callé, y aprendí.

La pizza, como el sol y las sombras, siempre está.

7 de septiembre de 2007

GRACIAS PUMAS

Argentina 17 - Francia 12. París, 7 de septiembre de 2007. Stade du France. Partido inaugural del Mundial de Rugby.

Para L'Équipe, la gran desilusión.

Para Le Monde, un fracaso colectivo.

Para Le Figaro, una derrota nefasta.

Y según el Daily Telegraph de Inglaterra, Argentina sacude a Francia hasta el corazón.

6 de septiembre de 2007

LA MÚSICA LO LLORA

Luciano Pavarotti nos dejó. Pero antes, nos regaló joyas como ésta: "Nessun Dorma", de Giacomo Puccini, cantada junto a Plácido Domingo y José Carreras, con la dirección de Zubin Mehta. Los Ángeles, 1994.

Que en paz descanse.

2 de septiembre de 2007

MARILLION Y EL GIGANTE QUE SE FUE

Después de Génesis y Pink Floyd, Marillion es a mi juicio otra de las mejores bandas que ha dado el rock progresivo, o a decir verdad, la que más me gusta. Y con Marillion me refiero al Marillion de Fish, aquél que fue el alma mater del grupo en la década del 80, hasta que buscó un camino como solista, en 1988. Su reemplazante fue Steve Hogarth.

La formación clásica de Marillion, además de Fish como vocalista, fue con Steve Rothery en guitarra, Pete Trewavas en bajo, Mark Kelly en teclados y Ian Mosley en batería (Mick Pointer había sido el batero en la etapa más temprana).

Es difícil elegir un tema de aquella época por sobre los demás. Su álbum "Misplaced Childhood" fue el que los llevó a la fama definitiva, con los singles "Kayleigh" y "Lavender". Ese disco es el que marca la madurez de la banda, pero antes hubo otros que los conocedores han paladeado sobradamente. Uno es "Fugazi", en el cual es dificultoso destacar una canción por sobre las demás.

En este espacio he querido rendirle homenaje al primer gran tema de Marillion, y hablo de "Grendel", una composición de 17 minutos que muestra todas las posibilidades de la grandiosa voz de Derek William Dick, es decir, Fish.

Grendel era un gigante de la mitología escandinava que luchó contra Beowulf, el héroe danés, y perdió el brazo. Su madre volvió para vengar a su hijo, pero Beowulf también dio cuenta de ella.

Aquí, la primera parte de la obra, en vivo en 1983.



La segunda parte es la mejor. Con un crescendo de batería y teclados, Fish se coloca el casco de Grendel y termina tomando por el cuello a un muchacho del público, que lo mira azorado mientras recibe imaginarios golpes. El vocalista muestra sus dotes teatrales y su carisma naciente, que al día de hoy permanecen intactos. No se pierdan la segunda parte de esta obra de Marillion.



Fish ha desarrollado una exitosa carrera solista, no tanto en sentido comercial sino musicalmente hablando. En 2005 estuvo por tercera vez en la Argentina, en su gira por los 20 años del disco "Misplaced Childhood", que mencionara antes. Recientemente, el cantante escocés tocó un tema ("Market Square Heroes") con los muchachos de Marillion en público, aunque aclararon que había sido solo por esa vez.