12 de enero de 2007

EN UNA NOCHE MILENARIA I

Aquella tarde, cuando salí a caminar por las tórridas calles de Buenos Aires, no imaginaba que sería mi último paseo en vida. En mi vida anterior, claro está.

Ese fin de semana tenía un día de más. En mi trabajo habían anunciado el jueves que el viernes no sería laborable, y yo había lamentado no haberlo sabido antes para reservar pasajes a cualquier lugar lejos de la ciudad con más antelación. Me habría gustado repetir la experiencia del Año Nuevo anterior, en que me había tomado un micro a Puerto Madryn y había recibido al nuevo año en un asado con 7 desconocidos, que me habían despertado de la siesta para preguntarme si me quería sumar al festejo en el hotel.

Había llamado a la casa de mi cuñado en Mar de Ajó para ver si me podría ir a recibir el nuevo milenio allá, frente al mar. Varias veces había ido, pero esta vez, por primera vez, me respondieron que sería mejor esperar otra oportunidad. Así pues, me resigné a quedarme en la insoportablemente calurosa Reina del Plata.

Tenía varios ofrecimientos para pasar el Año Nuevo en distintos lugares. Mi hermana María Fe, que vivía en un campito cercano a Campana. Mi hermano Fernando, que la pasaría con sus suegros. Mi amigo el Omar, que estaría en lo de unos amigos en Palermo Viejo, junto con Dido. Arturo, en el Monumental de Guido. Y por último, Marisol y mi amigo Lucas, que estarían en lo de Oiga y AM, los papás de ella. Esta última fue la opción que elegí.

Mientras el sol recorría su última curva en el milenio porteño, volví de mi vagabundear por esas calles y le envié un mail a mi prima Dolores, a Barcelona. "No sé qué hago en Buenos Aires en este día", le escribí.

Ahora sí lo sé.

CONTINUARÁ (Para leer el relato completo, que fui escribiendo de a poco, clickear en este enlace y leer los capítulos de abajo hacia arriba. Es decir, el epílogo es, valga la redundancia, la última parte).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo reconozco, paso a ver tu página, porque tienes una peculiar forma de expresarte y dejas intuir los sentimientos de cada momento, y eso siempre me llamó la atención.

Una escritura pausada, y lo que me chocó de este escrito tuyo, es como dejas el final de forma interrogante para el lector, esa afirmación tuya de "ahora sí lo sé" me ha hecho de quedarme parada.

Dá toda la impresión, de que quieres contar en ese escrito, que en ese paseo, tú cabeza dió mil vueltas a las cosas ¿no sé que hago en Buenos Aires en este día? yo creo que el calor es mal consejero.

Saludos

Anxie dijo...

No por Dios!... no nos podes dejar asi en ascuas... que malo... me gusto mucho esta historia.
Espero que continues en estos dias porque estoy bastante impaciente aunque intuyo como sera el final.
Muchos saludos y nos vemos pronto...


Me fui

Anxie dijo...

Ah... pasate por el blog... hay un articulo de cine muy importante.

Besos

Anónimo dijo...

¿Esta historia tiene que ver con ESE 31 de diciembre? ¿AQUEL 31 de diciembre, ícono absoluto de 'la vida siempre puede sorprendernos'?

Si es que estamos hablando de lo que estamos hablando, muchas veces me pregunto "¿Qué hago acá?".

¿Nuestra vida es una suma de hechos fortuitos o estamos donde tenemos que estar porque el destino así lo decidió?