29 de noviembre de 2005

TODO COMUNICA

Estoy convencido: una gran mayoría de los problemas en las relaciones entre personas están originados en falta de comunicación. Más bien habría que decir: en la mala comprensión de lo que el otro comunica, ya sea por error propio o ajeno.

Es una máxima aceptada que es imposible no comunicar. Todo comunica, y más aún, el silencio comunica una diversidad de cosas que da al otro la posibilidad de interpretar libremente lo que desee o crea correcto. En último término, el sentido de lo comunicado es puesto por el receptor, no por el emisor.

Vale decir: Si en el título de una portada se lee "LA INTERNA DE LOS PULPITOS", el lector desprevenido puede interpretar que está frente a una historia de ciencia ficción, lo cual será opuesto a lo que el editor quería decir, esto es, que en la Iglesia argentina hay diferentes tendencias de opinión. Este ejemplo era puesto en La Nación a raíz de la queja de un lector por la falta de tildes en los títulos de imprenta, pero me sirve para reflejar lo que quiero expresar.

En un terreno seguramente más conocido para el amigo que recorre estas líneas, una mujer puede expresar un sentimiento al hombre que ocupa (al menos hasta ese momento) su corazón. El silencio del hombre, típicamente masculino, solo es el efecto de la necesidad que siente por rumiar lo que ha escuchado de boca de su adorada y darle algún marco de racionalidad. Pero ese silencio es interpretado por la mujer como un signo de evidente desinterés, y motiva su enojo y el empeoramiento de la situación entre ambos. Entonces es posible que el hombre diga: "No te entiendo" mientras la mujer exclama: "No me escuchás". Dos mensajes, dos códigos, un conflicto evitable.

Si el lector busca en su vida los ejemplos de problemas por mala comunicación, ellos surgirán casi inagotables, y a la vez podrá percatarse de que muchos de ellos se podrían haber evitado si hubiera habido un mejor manejo de la comunicación, verbal o no verbal, corporal, gestual o hasta de indumentaria. Tal vez estemos a tiempo de solucionar algunos de ellos.

Como siempre, gracias por su atención.

25 de noviembre de 2005

VIERNES Y DESPUÉS

Ecos de los últimos comentarios:

1- "La melancolía es el placer de estar triste", dice Victor Hugo, el célebre autor de "Los miserables", obra que recomiendo fuertemente a quien tenga tiempo y pasión por la lectura.
2- Lo bueno de los recuerdos es que se amontonan día a día y van tallando nuestro carácter como la gubia a la madera. Un rostro también está hecho de ellos.
3- La melancolía es una mirada del ayer, pero nos compromete con el futuro bajo la forma de la experiencia.
4- Dicen que el olfato es el sentido con mejor memoria.

Sé bien, amigo lector, que leerás estas líneas en cualquier recodo de la semana agotadora. Pero dado el momento de la edición, me urge rendirle homenaje al instante más placentero (o a uno de los más placenteros) de los convencionales siete días. Es el viernes, que da paso (con excepciones) a los momentos más gratos de la propia existencia (aunque una birra se puede tomar cualquier día).

"¿Cómo viene el fin de semana?", oímos de boca de algún curioso. "Intrascendente", tememos escuchar. El fin de semana nunca es intrascendente. Ninguna jornada lo es. "A cada día su afán". En este marco, el viernes ocupa un lugar de disfrute especial. Uno va relojeando el cabildo y contando cuánto falta, o sencillamente deja pasar el tiempo mientras termina con sus rutinas semanales en el trabajo (si es que lo tiene).

La agenda está abierta, siempre, es como un cheque en blanco aunque no haya un mango en la viuda. Una salidita por acá, una fiesta por allá. Una siesta improvisada, un disco nuevo que hay que escuchar, algún amigo que volvió, una mujer que se acercará al auto donde la espera el candidato fullero y sentenciado de antemano.

Alguien bailará a metros de una ñiña vestida de blanco.
Alguien dudará de si ir o no ir.
Alguien saldrá de parranda, simplemente.
Alguien se dará al estudio.
Alguien se zambullirá en la pileta.
Alguien pensará por qué nadie llama.
Alguien gritará un gol, o varios. Alguien los lamentará.
Alguien chamuyará de mesa a mesa, y juntará las dos mesas.
Alguien estará donde no tenía que estar cuando no tenía que estar.
Alguien comprará carne y carbón, y alguien hará el asado. Alguien lo disfrutará.
Alguien trotará.
Alguien meditará mirando el techo mientras alguna FM le acaricia la soledad de otro que ha dejado el escenario.
Alguien se ilusionará, y alguien perderá un papelito con un número de teléfono.
Alguien llorará indiferencia que duele.
Alguien reirá amor que llega.
Alguien volverá a su hogar con olor a whisky.
Alguien se tenderá a adorar a Febo y alguien removerá en la basura.
Alguien cerrará un capítulo de su vida, para que empiece otro en la de otro alguien.
Alguien olvidará, o modelará un recuerdo a su gusto, ya que la memoria es una forma del olvido.
Alguien buscará, y alguien encontrará.

Este fin de semana, alguien en esta ciudad vivirá el día más importante de su vida.

¿Cuál ha sido el día más importante en nuestra vida? No dudo: 31 de diciembre del 2000.

¿Ya ha llegado el tuyo, amigo lector?

23 de noviembre de 2005

BUENOS AIRES

Algunos comentarios, personalizados:

1- El asado se va a repetir (Piquete ¿qué estás esperando?).
2- Se puede pensar qué es mejor y qué es peor en cada cosa, sin tomarlo como una pérdida de tiempo. Por eso somos animales racionales, aunque a veces los animales que no lo son saben mejor que el hombre qué es mejor y qué es peor para ellos. Sí, a vos te digo.
3- Las reflexiones de Marcela alrededor del tema de la lluvia me obligan a expresarle todo mi agradecimiento por reflejar en este humilde rincón toda su alma, su dolor y su amor. Cualquier otro comentario de mi parte sobra.
4- ¿Qué pasa con Betinho que no aparece?

Ahora sí, voy a lo mío: El lunes una pequeña cicatriz se me dibujó en mi errante espíritu porteño. Leía tranquilamente el periódico ante un café, y me enteré de que la pizzería "La Guitarrita" había cerrado sus puertas ¿para siempre? Vinieron a mi memoria imágenes de amigos, compañeros de laburo y hasta un par de minutas con quienes había sabido compartir una grande de muzza en una de sus mesas (por separado).

La ciudad cambia y nosotros también, pero hay esencias que nunca se alejan. Tengo mil rincones en Buenos Aires que identifico con diferentes rostros, recuerdos, o anhelos que no germinaron.

En el Parque Thays encuentro a un niño entrando temeroso al Tren Fantasma, al tiempo que a metros de él observo al mismo niño hecho hombre, con un caño en su frente y tres ladrones arrebatándole todo menos la dignidad de los cueros.

Sobre la esquina de Balcarce y 25 de Mayo me encuentro una y otra vez, siempre por última vez, con mi tío, ya eterno, que hoy me guiña el ojo desde un pasado adolescente.

Y así, la lista puede seguir en una sucesión inagotable, barrio por barrio, lugar por lugar: una casita en Parque Avellaneda donde aprendí que la esclerosis y la alegría no son enemigos; una esquina en Pampa y Cabildo en la que me espera el amigo para hablar de fútbol y mujeres; una parada de bondi en Las Heras y Bustamante donde un destino pasó de largo y otro me encontró; una celda oscura y maloliente en Monserrat; la plaza Libertad en Retiro, testigo de mis primeras hazañas de potrero; el desaparecido bar Océano de Palermo Viejo donde creí y escribí; un teatrito en la calle Humahuaca; la estación Liniers de donde peregriné madrugador, un muelle en el río color de león...

Lugares que traen a otros, recuerdos que albergan sonrisas y heridas absurdas.

Las calles de Buenos Aires, tal como escribiera Jorge Luis, ya son mi entraña.

21 de noviembre de 2005

ARETÉ

Estoy contento: pagué una deuda, o mejor dicho, cumplí una promesa. Un asado se hizo realidad, sin patas, sin luz, sin pala, con mucho humo, y dolor de cabeza en la mañana siguiente. No fue el mejor asado de mi vida, pero tal vez haya sido el más luchado.

Esto no busca ser un autoelogio. La intención es plantear que, lejos de resaltar una experiencia sobre la base de haber sido "la mejor" o "la peor", ese criterio es demasiado amplio y concede un enorme margen para que cada uno interprete qué es lo mejor y qué lo peor.

¿Cuál es el mejor asado? ¿El de mayor variedad de cortes? ¿El que nos encuentra más inspirados para comer y correr a confesarnos por gula? ¿El más divertido en el lugar más adecuado? Y podríamos seguir.

No hay un "mejor" asado. Hay asados que se destacan por la calidad de su carne, por el mérito del asador, por la abundancia de bebidas, por el oficio y la soltura del anfitrión o la anfitriona. Es difícil que un asado se destaque por todos estos rubros y más aún.

De la misma manera, una persona se destaca por uno o varios atributos, o dones, o virtudes, o como quiera llamárseles. Un ser humano enriquece a otro porque le muestra cualidades dignas de ser emuladas o por lo menos aprovechadas en el buen sentido, y a la vez recibe la misma impresión de éste.

Los griegos, como suele ocurrir, tenían una palabrita que englobaba las virtudes que un varón debía tener: "areté". El guerrero debía ser educado en la areté, que le permitiría volver victorioso del combate. Una casa que tenía areté estaba bien construida, era sólida y daba seguridad. El Aquiles de Homero fue la personificación de la areté.

La areté debería ser el faro de nuestros esfuerzos. Solo una personalidad virtuosa sobrevive a los obstáculos y las debilidades de este mundo en el que nos ha tocado en gracia vivir.

Ser perfecto es, en mi modestísima opinión, cumplir con lo que la propia naturaleza indica. Por eso podemos decir, por ejemplo, que Rosko fue perfecto. Cumplió su misión de perro y nos dejó (¿nos dejó?). Fue un perro con areté.

Si hubiera sido asador, Rosko habría hecho el asado perfecto y toda esta perorata no tendría sentido. Fue perro, y me dejó la posibilidad de aprender algo nuevo cada día junto a las brasas.

Cómo te extraño en cada asado, perrito mío...

16 de noviembre de 2005

SONETO

Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado.

Si para estar enamorado
fue menester haber estado herido
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.

(Francisco Luis Bernárdez)

15 de noviembre de 2005

AGUA Y BRASAS

El comentario único y valioso de la entrada anterior me generó la siguiente reflexión: ¿Es tan frecuente encontrar personas lindas, inteligentes y buenas? Bajo ciertos pisos de pretensión, creo yo que la respuesta tiende a ser negativa. Eso me ha ocurrido con las mujeres, por lo menos. Con respecto a los hombres, paso.

De todas maneras, las famosas tres cualidades son necesarias, pero no suficientes. El hombre perfecto de la lectora puede tener espalda, mirada y sonrisa, pero... ¿qué hay si no le gustan las mujeres? Vale decir: ¿puede una mujer enamorarse de un cangrejo y sentirse despechada?

Estoy invitando a ustedes a ponerle pimienta a las reflexiones que ya estaban germinando en sus inquietas azoteas a raíz de mi monólogo precedente.

Anoche ¿sufrí? solitario el diluvio periódico en la noche de mi Buenos Aires querido (que para Gardel y Le Pera era de sexo masculino, de la ciudad hablo). Mientras saltaba charcos oscuros reflexioné que me gusta empaparme bajo la lluvia porque ella me saca de la telaraña con textura de cemento y me conecta (verbo urbano si los hay) con la naturaleza más profunda y más elevada: el agua, que se impone a los deseos y recelos más humanos. El agua que, tal como canta el poeta catalán, está en los cielos como en la tierra. En tiempos pasados y lejanos el agua de la lluvia furiosa alivió la propia soledad callejera a la vuelta de alguna derrota parcial. Ahora la evoca como a una vieja amiga que fue compañera fiel, pero absorbente y posesiva. Ya hablaremos de ella.

Leí una anécdota que me gustó y una vez más me hizo pensar cuánto me falta para perforar el techo de mi ignorancia. La comparto con el amigo lector:

En el siglo V a.C., en una de las usuales competencias artísticas que los griegos supieron disfrutar, Zeuxis exhibió una obra donde retrataba unas uvas. Tan bien reproducidas estaban que una bandada de pájaros descendió del cielo para picotearlas, creyendo que eran reales. Esto hizo que Zeuxis, envalentonado en su aparente victoria, pusiera su mano sobre la obra de su enconado rival, Parrasio, para descorrer el velo que la cubría y contemplar la pintura. Pero hete aquí que... la pintura era el velo. Inmediatamente Zeuxis reconoció el triunfo de Parrasio, ya que él había engañado a los pájaros pero Parrasio lo había engañado a él.

¿Cuántas veces tememos descorrer velos o voltear barreras que solo existen en nuestra imaginación?

Se me disculpará la seguidilla de preguntas que formulo en mi afán de saber. Prometo que esta es la última: ¿Cómo es tu asado perfecto?

Quizás ha sido demasiado para una sola entrada. Callo y espero.

14 de noviembre de 2005

NO PERFECTOS, SÍ PERFECTIBLES

Deseo hacerte saber, amigo lector, que este blog no cuenta con la posibilidad de que un tercero abra un tema formalmente en su diagramación. Solo el administrador, o sea este servidor, puede hacerlo. Sin embargo, ello no debe obstar a que cualquiera de quienes esto leen sugieran o planteen debates, reflexiones o picantes provocaciones a través de la casilla de comentarios. El menú no pretende ser exclusiva propiedad de la casa. En esta fonda todos sirven y se sirven.

No puedo dejar de manifestar mi satisfacción por las líneas que se han escrito a raíz de mi anterior entrada. Con vistas a una saludable continuidad, me gustaría efectuar la siguiente pregunta: ¿Qué es aquello (si es que lo hay) que nunca perdonarías a tu mujer/marido/novio/novia/pareja? Posibles opciones: Infidelidad, apatía, egoísmo, vicio de la calaña que se pueda puntualizar, haraganería, autocompasión. Y los etcéteras alcanzarían para un blog entero. Necesaria aclaración: Perdonar no es sinónimo de olvidar, ni mucho menos de evitar las acciones en consecuencia. Se perdona en conciencia, aunque los actos exteriores demanden otra cosa.

Hecha la primera pregunta, me queda aún una segunda: ¿Cuáles son las tres cualidades que debería tener la persona que estará contigo el resto de tu vida (si es que la hay y a ello aspira el lector, por supuesto)?.

Para no ser injusto, anticipo mis respuestas a las dos preguntas: La primera es "Nada". En cuanto a la segunda, enumero las tres necesidades: Linda, inteligente y buena. Afortunadamente las encontré en la persona que ayer me sirvió los ravioles al fileto. Gracias, Barba.

Posdata: Nadie escribirá lo que no escribas.

9 de noviembre de 2005

PIENSAN LO MISMO QUE YO

Este título es a pedido de una lectora, que vaticinó mi respuesta.
Deseo introducir una nueva cuestión que resurgió en mi cabecita durante una conversación acaecida esta tarde en la oficina. Es, además, un viejo dilema que he enfrentado en muchas oportunidades a lo largo de mi trayectoria en el colorido campo de la amistad.
La pregunta, amigo lector, es la siguiente: ¿Hasta qué punto uno debe meterse a aconsejar, maniobrar o insinuar cuando ve que el amigo o amiga se está equivocando en la elección de su esposa/o, novia/o, pareja o figuras afines? Vale decir: ¿Hay que respetar la autonomía de quien conocemos profundamente o es un deber avisarle o tan siquiera darle a conocer nuestra opinión de amigo acerca de su situación?
Dejo la inquietud a ustedes. Por favor, evitemos las respuestas "nerd".

7 de noviembre de 2005

DOS LÍNEAS DE CONDUCTA

Es desmoralizador observar que no hay comentarios en este blog. ¿Es que el público pide otra cosa? Lo importante es reconocerse cada día en el espejo.

4 de noviembre de 2005

ESTE TEXTO ES MÁS FORMAL QUE EL ANTERIOR, PIDO DISCULPAS

Los temas que se plantean en este sitio no deben provenir exclusivamente de las ganas, el talante o la inspiración de su administrador. Por el contrario, se pretende que quienes honran estas líneas con su lectura aporten a ellas su cuota única de originalidad y estilo, a través de la casilla de comentarios.

Y ya que hemos mencionado el estilo, viene a mi mente una crítica recibida en referencia a la manera en que son expresados o redactados los conceptos en este blog. La "formalidad" (ciñéndonos estrictamente a la opinión recibida) es una característica que restaría agilidad o interés a lo escrito.

Al margen de que la crítica -lo decimos una vez más- siempre es bien recibida, disiento de ese concepto crítico sobre la "formalidad". En el mismo sentido, discrepo de quienes dicen "Esta música me duerme", sustentados en el argumento encubierto de que no tiene una melodía veloz o pegadiza. La música clásica, o el blues, o el bolero de cierto estilo, u otros géneros, quedarían entonces a la intemperie ante una selección de música "con onda".

Creo que la calidad de un escrito o una canción está determinada por otros factores, que no pasan por los argumentos expuestos en el párrafo anterior. A fin de cuentas, este debate es solo preliminar de otro mucho más profundo, que es la eterna pregunta de si existe una belleza objetiva, y por ende si el arte es apreciable en base a ciertos parámetros absolutos que respetan las diferencias en el gusto pero juzgan un "esqueleto" ineludible e imprescindible para que algo sea considerado como arte, y a partir de ese juicio sea apreciado como bueno o malo.

En síntesis, ¿existe una belleza objetiva? Porque si la hay, entonces hay criterios objetivos de armonía que no son opinables, y resta después un campo abierto para el disenso en base a los gustos particulares de cada uno.

En tren de buscar ejemplos ¿cómo distinguir al arte del mero marketing o del solo efecto visual? ¿Mozart y Backstreet Boys son comparables?

Sabrán disculpar la formalidad en esta entrada. Ya vendrán textos mejores y menos aburridos.

3 de noviembre de 2005

ACCIÓN Y REACCIÓN

En primer lugar queremos agradecer a aquellos que visitaron esta humilde página y dejaron un comentario -ya fuere oral o escrito-. También a quienes nos regalaron su silencio, que comunica tanto como las palabras. Tomamos nota de cada reacción y nos proponemos responder adecuadamente, aún cuando nuestros recursos sean limitados.
Como sabrán, el pasado lunes cumplí 3 años de casado. Para celebrar la ocasión fui a comer con mi señora esposa a "Arguibel", en la calle de Las Cañitas que lleva el mismo nombre y dura una cuadra y media. El lugar es recomendable, por lo menos para asistir con alguna dama/caballero (dejo a ustedes la preferencia). Buena ambientación, excelente comida y servicio correcto conforman una oferta para tener en cuenta. A mi gusto, el volumen de la música de fondo era demasiado alto, y considerando que se trataba de un ritmo marchoso, aturdía un tanto. En el piso de arriba se festejaba algo que no tuvimos interés en saber, seguramente a eso se debía el barullo.
Menú:
Guinness en la barra a la espera de la fémina.
Entrada de crocantes de trucha ahumada.
Platos principales: Cordero arrollado con humita y salmón marinado.
Postre: Tonos de chocolate en mousse, brownie y salsa de frambuesa, y flan de naranja con base de chocolate.
Bebidas: Agua mineral sin gas y copa de Terrazas Merlot para el caballero.
Costo aproximado del evento: 90 pesos sin contar taxis. Sin embargo, este servidor contaba con un descuento del 50% que no tuvo empacho en exhibir a su llegada, y debió recordar a la presentación de la dolorosa, habida cuenta de que un "olvido" no la había incluido en el saldo final. El monto erogado, pues, fue de 58 pesos más los taxis. Las bebidas no estaban incluidas en el descuento.
En conclusión, fue una velada a tono con el motivo de la celebración, y mano a mano como en los tiempos en que la descendencia no había aparecido aún en escena.
Día a día compruebo que un elemento esencial para la salud de un amor conyugal es la seducción permanente, en el sentido elegante de la expresión. Es decir, no se piden cosas raras ni recargadas, pero un poema en un día de lluvia, unas flores coloridas o una mirada significativa derriban las vallas de cualquier silencio. Quien no sabe escribir sabe cantar, y quien no sabe cantar sabe acariciar, y quien tampoco sabe acariciar sabe sonreir.
Cuando la rutina arrecia y la monotonía amenaza, es bueno preguntarse cómo vamos a hacer para que esa mujer siga pensando que uno es el hombre de su vida, siga riéndose de nuestras ocurrencias y siga ilusionándose con que al sonar el teléfono sea su marido. El amor implica admiración. En el caso de ustedes, amigos lectores, esta inquietud (que es a la vez uno de los entretenimientos más saludables) no es aun mayoritaria. Concédanme unos años de gracia y quizás recuerden estas líneas.
Amor y deseo son dos cosas diferentes:
que no todo lo que se ama se desea,
ni todo lo que se desea se ama.
(Miguel de Cervantes Saavedra)

1 de noviembre de 2005

BIENVENIDOS AL OASIS

Este rincón en el espacio tiene por objeto intercambiar comentarios, referencias, saberes e inquietudes de todo calibreS. Por ello, no aconsejamos su utilización para peroratas que apunten a nuestra actividad en esta oficina.

Si ustedes, amigos lectores, han entrado a este blog, ya se imaginan de qué se trata. Más aún, algunos ya lo sabían antes de curiosear en este salón. No abundaremos, pues, en detalles sobre la definición de este recurso.

La modestísima creación que a ustedes se ofrece pretende ser un vehículo de distracción, un oasis en la a veces desértica jornada que solo deja espejismos distantes y áridas realidades. De nosotros depende que llueva o, más aún, diluvie.

No prolonguemos más lo que debe ser breve para ser bueno. Gracias por su tiempo, por sus comentarios, por sus críticas.

En síntesis, gracias por venir.