29 de noviembre de 2009

BASTA DE APO EN TV

Hay muchos periodistas deportivos que son desastrosos, porque no saben usar el idioma español, porque no trabajan, porque se creen más de lo que son o sencillamente porque no saben nada de fútbol. Alejandro Apo es uno de ellos, pero su presencia en los partidos importantes de la fecha, como el San Lorenzo 3 - Boca 0 que acabo de ver y festejar, es una verdadera molestia para el televidente.

Alejandro Rutschi -tal su verdadero nombre- es ideal para ir a tomar un café y escuchar historias de Buenos Aires -algo que a él le ha servido para su automarketing- pero en términos de fútbol no aporta nada. Dice lo que cualquiera de nosotros ya sabe, sale con anécdotas que nada tienen que ver con lo que está pasando, y construye un personaje simpático pero inútil para quien quiere escuchar un comentario que sume algo al espectáculo.

Después de su larga ausencia en transmisiones por TV, creía que no volvería a sufrirlo, pero el autodenominado "Fútbol para Todos" lo resucitó y nos puso una mochila sobre nuestros cansados hombros de hinchas. Él hablará muy florido y evocará tangos viejos, pero como comentarista de fútbol no aporta nada técnico o táctico que el hincha no sepa ya.

Apo ha logrado exhibir un personaje bien porteño, burrero, bohemio y entrador, de esos que te hacen pasar un buen rato contando anécdotas de "los muchachos de antes" mientras el café humea bajo sus barbas, con frases inevitablemente simpaticonas como "La vida consiste en que todas las biromes que están cerca de los teléfonos no funcionan" o también "Me hice más hincha de la amistad, aunque correr el riesgo del amor vale la pena". Y ante el nivel lamentable del periodismo futbolero argentino parece que eso lo ubica en condiciones de liderar transmisiones de nuestro entrañable deporte.

Si "Apo" Rutschi se limita a decir que San Lorenzo avanza y busca el cuarto gol, eso no me aporta absolutamente nada a lo que estoy viendo, y si además lo dice con esa voz cavernosa y ese tono de barra de Florida Garden, siento que me están tomando por gil. Una cosa es contar buenos cuentos y otra es saber de fútbol.

Señores: Por favor, basta de Apo en el fútbol por televisión. A algunos les gustará, y por supuesto los respeto, pero a mí no y no me voy a autocensurar.

Ya está, ya me descargué, aunque no dudo de que muchísimos amigos míos se identificarán con lo que aquí dejo expresado.

NO PASA NADA, DELPO, SOS UN CAMPEÓN

No había nada que hacer. En esta final de Masters, Davydenko -de alias Gollum- le ganaba a quien se le pusiera enfrente. Iluminadísimo, el ruso despachó a un Del Potro físicamente desgastado en dos sets, 6-3 y 6-4. Merecido lauro de Nikolay, que hace varios años se mantiene en el top-10 con su tenis incisivo y eléctrico. Es una máquina que hoy rindió sin fisuras, y cuyo tenis a Delpo le molesta particularmente porque no le deja espacio para desarrollar sus golpes.

Atrás quedó otra semana inolvidable para el argentino, en la que se cargó una vez más a Roger Federer, quien puede empezar a preocuparse porque Del Potro ya no es solo el tenista simpático que le regala camisetas de Boca sino también el que le ganó dos partidos en instancias decisivas -el US Open y este Masters en Londres-. Por eso dejo las imágenes de ese match, que tanto disfrutamos en medio de este clima lluvioso resistente a la retirada.

28 de noviembre de 2009

EL CAMINO DE SANTIAGO, O LA PAZ EN EL ALMA

Las peregrinaciones a Santiago de Compostela se originaron en el presunto descubrimiento de los restos del apóstol Santiago en tierras españolas. En la Edad Media, viajeros de todo el mundo occidental llegaban tras varias semanas de caminatas a la tierra donde ofrecían su esfuerzo al santo, en el marco de una religiosidad mucho más profunda que la actual. Hoy en día, la peregrinación a Santiago ha tomado nuevos bríos, por motivos espirituales pero también de índole turística, qué duda cabe.

Aparentemente, no fue hasta que Guillermo de Fierabrás, conde de Aquitania, peregrinó hasta la diócesis de Iria que empezaron a llegar caminantes de otros lares. La travesía era algo usual en la época, dado que era entendida como una penitencia que había comenzado con los viajes a Tierra Santa, lugar cada vez más peligroso, y a Roma, donde estaban enterrados San Pedro y San Pablo. La tumba de Santiago había sido descubierta alrededor del 830, y en 1076 se empezó a construir una basílica en homenaje al santo venerado.

El Liber Saneti Jacobi (el Libro de Santiago), también llamado Codex Calixtinus, constituye el primer documento escrito sobre el Camino de Santiago e incluye una guía para el peregrino. Su versión completa puede encontrarse aquí.

De todas maneras, no es la peregrinación en sí lo que motiva estas líneas, sino la música inspirada en ella y reunida en la excelente obra de edición francesa "Les Chemins de Compostelle", que encontré sola y tímida en las bateas de una cadena de disquerías masiva cuyos vendedores no tenían ni idea de lo que estaban vendiendo, pese a sus inútiles cursos internos de marketing y atención al cliente. Los acordes que allí se dejan oir llenan el espíritu de paz y sugieren una profunda introspección.

No todo era tan romántico en el Camino de Santiago: el largo viaje estaba lleno de inconvenientes y aprovechadores, como lo atestigua la guía citada en la "Miscelánea Medieval", una obra preciosa de Judith Herrin de la cual extraigo el siguiente párrafo:

"Cerca de Port-de-Cize, en la población llamada Ostabat y en las de Saint-Jean y Saint-Michel-Pied-de-Port, los pérfidos guardas de frontera han de ser maldecidos para siempre jamás. A decir verdad, avanzan hacia los peregrinos enarbolando dos o tres garrotes, para arrancarles por la fuerza un injusto tributo. Y si alguno de los viajeros rehúsa concederles el dinero, lo apalean y le arrebatan el pago del peaje echando pestes por la boca y registrándole incluso en los calzones. Esta gente es muy violenta, y su bárbaro idioma sobresalta a cuantos la conocen".

Al leer estas líneas, resulta aún más admirable imaginar a esos abnegados caminantes soportando peligros, inclemencias climáticas y falta de comida, y además creando las melodías que acarician nuestros oídos a través de este disco doble. Los instrumentos corresponden a la época, entre ellos la guitarra sarracena, el arpa y el laúd.


He seleccionado algunos videos para que el amigo lector pueda escuchar la música de la que hablamos: los primeros son las Cantigas de Santa Maria, muy difundidas y de autoría del rey de Castilla Alfonso X el Sabio, que quiso homenajear a la Virgen María en idioma gallego. El primero muestra a los intérpretes, a los siguientes los he incluido también por la belleza de las imágenes medievales, en el tercero pueden hallarse más videos del mismo tenor.

El cuarto video es la Cantiga 26, que también figura en el disco que comento, y un locutor cuenta una historia que puede hallarse escrita aquí. Narra el encuentro de un peregrino con el diablo.






El video que sigue es una melodía del Llibre Vermell de Montserrat -o Libro Rojo de Montserrat, si mi catalán deducido no me falla-. Su título es "O Virgo splendens", es decir: "La Virgen resplandeciente", si mi escaso latín tampoco me falla. Esta obrita está en el disco del que hablamos.



El último himno es "Dum Pater Familias", y puede imaginarse uno a los peregrinos cantando por los caminos de España rumbo a la meta tan deseada. Se exhiben allí imágenes de los caminos que el peregrino recorre cuando va hasta Santiago, así que puede servir de inspiración para el interesado en el tema, como mi amigo-hermano Arturo, a quien dedico todo este comentario.

22 de noviembre de 2009

"INSTRUCCIÓN DEL ESTANCIERO", LA HERMANA MENOR DEL MARTÍN FIERRO

José Hernández es bien conocido por ser el autor de la obra magna de la literatura argentina: el "Martín Fierro", ese conjunto de versos que narran la historia de un gaucho desterrado y perseguido por las leyes criollas. Puedo recomendar, para quien quiera leerlo por vez primera o saber aun más de ese libro, el "Martín Fierro Explicado" de Francisco I. Castro, que reproduce el texto original y lo enriquece con los comentarios del editor, los cuales aclaran numerosas palabras y expresiones del lenguaje campero y agregan historias desconocidas de la época.

Hoy, sin embargo, quiero referirme a la "Instrucción del Estanciero", que Hernández publicó después de haber dado a la luz su obra más conocida -a la cual se agregó después "La Vuelta de Martín Fierro"-.

Para alguien inexperto en las cuestiones del campo argentino, como es mi caso, todo lo que Hernández explica en su obra es novedoso aunque date de 130 años atrás y quizá haya perdido vigencia. Él se propuso escribir un manual de índole netamente práctica para que quienes se dedicaran al manejo de campos tuvieran una instrucción rápida y precisa sobre la mejor forma de hacer las cosas.

La obra es interesante, no solo por ser una pintura de una época en que la Argentina vivía en andas del progreso de la mano de la actividad rural, sino por las observaciones que el autor del "Martín Fierro" hace sobre cuestiones tan diversas como los distintos tipos de pastos, las enfermedades de los caballos, el modo de marcar el ganado o las obligaciones de un puestero. Repito: aunque muchas de las cosas que allí se dicen ya sean obsoletas para el agrónomo actual, son pintorescas e instructivas para el lego en la materia.

Así, por ejemplo, me enteré a través de esta obra de que el eucalipto -que si no me equivoco trajo Sarmiento de Australia- da buena sombra y permite que el sol llegue hasta el suelo, pues sus hojas van girando durante el día y no quedan de frente a él. O también supe que el uso de las herraduras en los caballos data de más de tres mil años, y que a muchos burritos los daban envueltos en una piel de potrillo para que una yegua lo amamantara engañada. Sus párrafos saben a sabiduría, y también a una sana candidez de la que hoy escasea. Este hombre tenía vasta experiencia en los defectos argentinos, como lo exhibió en el "Martín Fierro", pero confiaba en la educación y el ejemplo como armas para cambiar la historia.

Hernández tuvo una genuina preocupación por el futuro de su patria, y escribió un manual para guiar a las generaciones de su tiempo en la administración de campos: "El propietario puede entregar este libro a su mayordomo; el mayordomo a su capataz; el capataz a sus peones; seguros de que únicamente encontrarán indicaciones y direcciones que los ayuden respectivamente para el mejor cumplimiento de sus deberes".

A lo largo del texto se observa una constante inquietud del autor, quien a la sazón era senador por la Provincia de Buenos Aires, por el aspecto moral de la empresa, y no solo por los detalles técnicos. No me refiero a la moral como una profunda disquisición sobre lo correcto en un sentido filosófico, sino como el ejercicio de ciertos valores en el día a día: laboriosidad, honestidad, previsión, justicia y amor a la naturaleza. Cada decisión también es moral, y por eso Hernández lo recalca: "Nos propusimos escribir un libro útil y moral a la vez. Los lectores juzgarán si hemos llenado puntualmente este doble propósito". Llamativa manera de encarar la cuestión agraria, es decir, la cosa pública.

"Instrucción del Estanciero", cuyo subtítulo es "Tratado completo para la plantación y manejo de un establecimiento de campo destinado a la cría de hacienda vacuna, lanar y caballar", fue publicado en 1881. En el prólogo de la obra, José Hernández nos deja una sugestiva reflexión: "Tengamos fe en el progreso; pero no olvidemos que, en el estado actual de la civilización, la fe entra por los ojos".

19 de noviembre de 2009

VERGÜENZA Y ROBO EN FRANCIA - IRLANDA

Francia se clasificó para el Mundial de Sudáfrica 2010 con un gol tramposo otorgado por un árbitro sueco que desprecio. Thierry Henry, el delantero del Barcelona, frenó un centro con la mano y reacomodó la pelota embolsándola también con la mano para tocarla a su compañero, que la empujó a la red. Con ese gol en el alargue, Francia empató el partido y aprovechó su victoria en Dublin para clasificar.

Irlanda se quedó afuera del Mundial con uno de los robos más grandes que he visto en mi vida futbolística, comparable al de Maradona con la mano a los ingleses -aunque les duela a los maradonianos ciegos-. En este último caso, el segundo gol del Diego eludiendo a seis ingleses compensó -en parte- la mentira del primer gol, aunque no lo justificó.


En el caso de Francia - Irlanda, ese gol clasificó a Francia, es decir que el efecto es mayor. Es hora de que el árbitro tenga un informante por audífono que le marque la decisión en ciertas jugadas. Todo el mundo, hasta el hipócrita Henry que argumenta no haber sido el árbitro que otorgó el gol, sabe que habría que haber anulado la jugada y dar tiro libre para Irlanda por mano del francés.

Si en lugar de pasarle a Irlanda, le hubiera ocurrido esto a la Argentina ¿qué habría dicho Maradona en la conferencia de prensa? ¿Qué se habría dicho en los corrillos de las oficinas argentinas, siempre propensas a ver conspiraciones por todos lados?

Una reflexión para hacer los deberes: cuando jugamos un torneo en el club o donde sea ¿corregimos al árbitro las decisiones que sabemos equivocadas y nos benefician?

Lamento inmensamente este atraco, porque siempre quiero que gane Irlanda y por la injusticia en sí misma, aunque esto no quedará en el olvido. Francia y el señor Platini -prócer del fútbol galo y actualmente acomodado en la FIFA- tienen una mancha grande de trampa e hipocresía en su historia futbolera.

16 de noviembre de 2009

TU MUNDO Y EL MÍO: NUESTRO MUNDO

Alguna vez había escrito unas líneas por el centenario de San Lorenzo. En la tarde de ayer sumé otro capítulo en esa historia al ir por primera vez a la cancha con un hijo mío. En este caso, Sofía.

Los enanitos te dan sorpresas: Iba por mi segundo plato de ravioles y le pregunté si quería ir a la cancha conmigo, y de forma inesperada me dijo que sí. Así que allá fue, a sus cinco años, igual que yo en aquella lejana tarde en que mi papá me llevó al Viejo Gasómetro y San Lorenzo también perdió. Un amigo mío y su papá nos acompañaron.

Valentina se quedó medio ofendida, pero le prometí que más adelante la llevaría a ella también. Pedrito lloró sin consuelo cuando lo saqué suavemente del ascensor y le dije que todavía era muy chico. Se quedó muy enojado, pero él tendrá muchas tardes de gloria. En acto de protesta, se durmió una siesta desde las cuatro de la tarde hasta las nueve de la noche, es decir, negó el partido. Valentina, entonces, tuvo a Paula para ella sola durante toda la tarde: nada mal.

La situación era más importante de lo que podría parecer. La cancha había sido siempre para mí un ámbito de soltería, de bohemia, de íntima adrenalina. Ayer, al verme en esa platea con mi hija mayor, me examiné padre y ya señor, aunque nunca dejemos de ser niños.

Sofía me había preguntado ilusionada si saldríamos por la tele, y Paula a la noche le dijo, como para darle el gusto, que había visto a una figura chiquitita en la tribuna, que seguro que era ella. Pues bien: hoy me enteré de que me habían enfocado bien de cerca por Canal 7, aplaudiendo un homenaje a los campeones del '59. Mi hija tuvo su milagrito.

Cuando entraron los equipos, Sofía tiró un montón de papelitos y le mostré la inmensa bandera de San Lorenzo que abría la hinchada; la observó con los ojos bien abiertos. Al empezar el partido, se asustó un poco con los aullidos que salían de las gargantas ajenas, pero a upa de Papá se sentía protegida del mundo entero.

El partido vino mal barajado, fue una de esas tardes en que nada sale bien. Sofía me pidió ir a tomar agua, y me di cuenta de que en los puestitos no venden agua sino solo gaseosa, que a ella no le gusta. Le pedí que fuera paciente, que después del primer tiempo íbamos a ir a buscar. "¿Qué es el primer tiempo, Papá?", me preguntó. Y claro, el término "primer tiempo" no dice nada al que lo escucha por primera vez. "Es la primera parte del partido", le expliqué.

A los cinco minutos me preguntó quién era el de azul. Le dije que era el árbitro. "¿Y para qué está con los jugadores", me preguntó. Y tenía razón, hay árbitros que a veces sería mejor que ni entraran a la cancha. Después vio la ambulancia que está siempre en una esquina de la cancha y se preocupó (Sofía tiene terror a los médicos). Le expliqué que estaba ahí solo por precaución, porque había mucha gente y alguno se podía sentir mal. Creo que se quedó tranquila. El cochecito para atender a los jugadores lesionados también le llamó la atención.

En el entretiempo le compramos unas pastillas Sugus y miramos un poco los productos de Cuervomanía. Después nos volvimos a sentar para ver el sombrío segundo tiempo. "Quiero sacar fotos", me decía la pequeña, y así lo hicimos, con la hinchada de fondo. Me pedía bajar al campo de juego, y le dije que no se podía. "¿Y los jugadores por dónde salen entonces?", me preguntó, cándida.

San Lorenzo jugaba cada vez peor y mi amigo, harto de tanta incompetencia futbolera, arrojó su vaso de Coca al vacío. Sofía me susurró al oído: "Se mojó toda la espalda". Después siguió juntando papelitos y tirándolos de nuevo. Finalmente hizo un bollo con ellos para llevarlos a casa. "Para hacer un collage", me dijo.

"Te lo dije 40 veces, Papá", me recordó Sofía, "los otros equipos también pueden ganar". Mi ánimo abatido por el 3 a 0 inapelable le respondió: "Sí, Chochi, pero yo quiero que gane San Lorenzo".

En un momento se quejó, tan fina: "Yo no vine para escuchar malas palabras, Papá". Ensayé una explicación: "Es que la gente se pone muy nerviosa, Chochi". Más tarde me dijo que nunca más iba a volver a la cancha por las groserías ajenas. "Todos decían malas palabras menos vos". Tenía razón, aunque espero que vuelva, y que la próxima vez sea victoria. "A veces se pierde, Chochi, y hay que estar en las buenas y en las malas", fue la moraleja de padre a hija.

Después miró a todos los de Independiente que se burlaban de nosotros y me dijo: "Tomás va a venir y les va a pegar a todos esos". Tomás es su primo mayor, de 18 años.

Salíamos del estadio y me pidió que le comprara una pulserita de San Lorenzo. "Hoy no", le contesté, "si te la compro después de este partido va a tener una mufa encima que ni hablar". Le prometí que un día iríamos al Cuervomanía de la avenida La Plata -que ya conoce, y por el cual pasamos de regreso a Colegiales- y tendría su pulserita azul y roja.

Cuando ya llegábamos a casa le pregunté qué le había gustado más de ir a la cancha: "Los caramelos Sugus", me contestó. Y a la noche, antes de irse a dormir, me dio un largo abrazo, muy contenta.

Ayer por la tarde perdimos 3 a 0, pero ese hincha enloquecido de otrora, que se colgaba del alambrado y lloraba bajo la lluvia, volvió de la cancha extrañamente feliz. La ternura inundó el Nuevo Gasómetro, por lo menos para mí.

10 de noviembre de 2009

ROSKO VIVE

En esta fecha de hoy Rosko habría cumplido diez años. El dato es demasiado relevante como para obviarlo en este blog.

Ya he relatado la noche en que este formidable perro me reconoció (antes que Paula). De inmediato surgió la amistad, no la de amo y mascota sino la de dos seres que se identificaban en la misma misión de hacer feliz a una mujer, y se hermanaban en la travesía rumbo a esa meta.

Las imágenes se repiten en la memoria: Rosko arrojándose feliz a uno de los lagos de Palermo, y yo corriéndolo y tropezando con la raíz de un árbol centenario para irme de cabeza al pasto: papelón de bufón a los ojos de nuestra dueña.

Otra escena: Rosko disfrazado de payaso en mi último cumpleaños de soltero, con un chaleco que Paula le había puesto y lo hacía parecer uno de esos hippies sesentosos de Woodstock, pero en versión canina.

Rosko supo cuidar a mi ahijada Janona, en momentos bravos, durmiendo al pie de su cama. También se hacía querer por aquellos que no soportaban su baba insistente. Alegró los días de Paula cuando ella más lo necesitaba, y fue uno de los responsables indirectos de que nos encontráramos en el dichoso colectivo milenario: mi mujercita volvió desde el Tigre a su departamento en Palermo Viejo solo con el fin de pasearlo a él y cerrarle el balcón para que no sufriera tanto con los petardos de Año Nuevo. Después se fue a esperar el 60 en Plaza Italia... Tanto amor por su perro le dio una familia entera.

Rosko escribía cartas. Epístolas cargadas de sentimiento pero también de reflexión perruna sobre los temas más variados. Paula es la dueña de esas cartas. Valga solo la cita de uno de sus párrafos, cuando escribió sobre el amor entre Paula y este servidor: "Él efectivamente cree hasta el día de hoy que tiene a la mejor mujer del mundo, y lo seguirá creyendo por el resto de sus días. Yo en cambio lo sé".

Rosko supo cuándo había llegado el momento de retirarse, y por supuesto antes que todos nosotros. En su última noche vino a dormir junto a mi cama, en una despedida tácita que yo no quise interpretar. Dentro de poco volveremos a tener en casa el futón donde le gustaba dormir a la noche, cuando supuestamente no lo veíamos. Cuando me despertaba e iba a la cocina a tomar un vaso de agua en medio de la noche, susurraba: "¡Rosko!", y él pegaba un respingo y se bajaba del futón, como dando a entender que no se había dado cuenta de que estaba durmiendo en zona prohibida.

Las anécdotas se suceden una tras otra, y en todas reina la alegría, como cuando lo veo con su cabeza posada junto a la mano de mi amigo Luis. Rosko fue un perro único, que cumplió un papel especialísimo en nuestra vida, y es ahora el modelo de perro de nuestros hijos. Quien guste de los animales sabe de qué hablo.

Por todo esto es que este 10 de noviembre es especial, y esta noche habrá brindis en casa. Rosko vive.

1 de noviembre de 2009

7 AÑOS


Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.

Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.

Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.

Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.

(Jorge Luis Borges, "El Enamorado")