24 de agosto de 2008

BORGES Y EL TRUCO

Hoy, 24 de agosto, se cumple un nuevo aniversario del nacimiento del que fue, en mi modesta opinión, el escritor más grande que ha dado la Argentina: Jorge Luis Borges. Me he sentido identificado con esta definición tan simple de felicidad que nos dejó:

"Es cuando la baraja nos privilegia con el as de espadas en una partida de truco".

El ancho de espadas es la verdad pura, no hay mentira que pueda con él en un canto falso. Con él en mano, sabemos que la tercera será nuestra.

Pero eso sí, no solo basta con la carta imbatible. Para ganar la mano, hay que saber hacerlo. Y quererlo.

17 de agosto de 2008

ANÉCDOTAS DE SAN MARTÍN

El lector atento sabrá a esta altura que quien esto escribe es un fiel admirador de la figura de San Martín, cuyo paso por esta vida recordamos cada 17 de agosto. Hemos rememorado su figura en tres ocasiones antes que ésta: en su biografía toda, en su vínculo con el gran Belgrano y en su vasta cultura, que promovió siempre que pudo. Siempre hay detalles de su biografía que enaltecen su figura y la de la Argentina, por él liberada.

Tal como cuenta Miguel Ángel De Marco en "Soldados y Poetas", la independencia de nuestro país podría haberse demorado si San Martín no hubiera sobrevivido a un intento de linchamiento que sufrió en Cádiz, cuando el pueblo se sublevó contra el jefe de la guarnición española en esa ciudad, el general Solano, marqués del Socorro y de la Solana. Este militar sufría la invasión de los ejércitos napoleónicos al territorio ibérico, y simulaba aceptar mansamente a los franceses, lo cual le valió la rebelión de los pobladores y su muerte. San Martín tenía un gran parecido físico con el infortunado general, y fue perseguido por la turba, que lo confundía con su real perseguido. Llegó extenuado hasta la iglesia de los Capuchinos y un fraile que lo conocía alertó a la multitud de que el hombre que ellos buscaban no era aquél, y ya estaba muerto. Así San Martín salvó su vida y salió de Cadiz rumbo a Sevilla.

Su disciplina en el incipiente ejército argentino era estricta, y él daba el ejemplo haciendo equilibrio entre su condición de jefe máximo y hombre de confianza para todos sus subordinados. En "El Santo de la Espada", Ricardo Rojas cuenta que en cierta ocasión fue a verlo un oficial, quien le confesó con pesadumbre y arrepentimiento que había usado dinero de la caja del ejército para jugárselo. San Martín le entregó dinero propio para que lo repusiera en el erario militar y le dijo: "Entregue ese dinero a la caja, pero guarde el secreto, porque si el General San Martín llega a saber que usted ha revelado lo ocurrido, lo mandará a fusilar". Imagine el lector el efecto que esta sentencia habrá tenido sobre la conducta futura del oficial, mucho más efectiva que cualquier otra sanción oficiosa.

También es conocida su anécdota con el centinela de guardia que tenía orden de no dejar pasar a un laboratorio del regimiento con botas herradas y espuelas. Para probarlo, él mismo fue dos veces con ese calzado y fue detenido por el cabo. Tras ello, se presentó con alpargatas y le dio una onza de oro al soldado, quien había puesto a una institución -la ley del lugar- por encima de cualquier persona.

"Si se dice mal de ti, y es verdad, corrígete; y si es mentira, ríete", decía San Martín, quien tenía sobrada experiencia en materia de infamia contra su persona, sobre todo de quienes veían en él, no sin envidia, a un ambicioso acaparador de poder. Nada más lejano de la realidad, a tal punto que cuando se vio llegado a un punto de no acuerdo con Bolívar, renunció a todos sus honores y se retiró de escena rumbo a la vieja Europa.

Sus máximas a Merceditas, su hija, son bien conocidas, pero siempre vale la pena recordar algunas de ellas, que cobran urgente actualidad:

- Inspirarla amor a la verdad y odio a la mentira.
- Estimular en Mercedes la caridad a los pobres.
- Acostumbrarla a guardar un secreto.
- Inspirarla sentimiento de respeto hacia todas las religiones.

Falleció, como es sabido, en Francia, más precisamente en Boulogne-sur-Mer. Pero en su testamento, tras solicitar que no se le hiciera honor alguno, pidió que su corazón descansara en Buenos Aires, un anhelo que se cumplió treinta años después de su muerte, gracias a las gestiones del presidente Nicolás Avellaneda en cumplimiento de una ley de la Nación.

Para terminar, digamos que San Martín tenía un sentido del humor fino y medido. Busaniche, en su obra "San Martín visto por sus contemporáneos", refleja a Manuel de Olazábal, militar que estaba presente un día en que San Martín tenía invitados a cenar en su residencia de Mendoza e intercambió las etiquetas de dos botellas de vino: una de esa ciudad y otra de Málaga. Todos elogiaron inmediatamente el vino que supuestamente venía de Europa y menospreciaron el primero, tras lo cual San Martín carcajeó y les reveló su maniobra. Nuestro héroe conoció la naturaleza humana, y también gran parte del ser argentino, admirador de lo extranjero y despreciativo con lo nacional. Sin embargo, ello no fue obstáculo para que pensara en la posibilidad de traer un monarca europeo a establecer una dinastía en estas tierras y unificar a los anárquicas pasiones de las provincias argentinas, que él veía perjudiciales para la futura construcción de un Estado civilizado y de avanzada.

San Martín dejó muchísimas enseñanzas, de palabra y de obra, que deben ser recordadas en cada 17 de agosto y en muchos de nuestros dilemas actuales. No solo en la vida política del país, sino en toda la multicolor vida cotidiana.

Por último y a modo de posdata, es interesante contemplar la Pinacoteca Virtual Sanmartiniana que refleja al héroe en distintas imágenes de su biografía. Fue armada por el instituto que lo homenajea en la Argentina. Que la disfruten.

6 de agosto de 2008

LARGAR LOS PAÑALES

Desde ayer, nuestra hija Valentina ha decidido empezar a dejar los pañales. Su rostro después de ir al baño y hacer lo que tenía que hacer sin necesidad de depositarlo en el blanco accesorio estaba iluminado por la alegría de comunicarnos que lo había logrado, que si ella quería podía gobernar su naturaleza digestiva.

A raíz de este éxito hogareño de nuestra segunda hija -que augura un ahorro considerable de billetes- se me ocurre pensar que estos pañales que Valentina va dejando en su pasado de bebé no son los únicos que deberá superar en su vida. Todos tenemos -cada uno en su medida y sentido- distintos pañales que vamos dejando -o no- por el camino. En mi caso, por ejemplo, el carnet de conducir es una asignatura pendiente que aprobaré en los próximos días, tal como ha hecho mi hijita con su pañal: seguramente podría haberlo hecho antes, pero me he tomado mi tiempo.

Mis hermanos se sorprenderían al saber que retengo varios consejos o sentencias que me han ido regalando a lo largo de los años. Una de las frases que recuerdo de mi hermana mayor, María Fe, es la siguiente: "A veces las barreras son mentales". Es decir, no existen en la realidad, son solo una invención de nuestra cabecita que se refugia en el statu quo, en el temor al cambio, en la pereza o en vaya uno a saber qué.

Siempre vienen a mi memoria las tardes en que mi prima Dolores, con infinita paciencia, me enseñó a andar en bicicleta. Yo pedaleaba a lo largo del camino y ella corría atrás, sosteniéndome en mi andar. Así me engañaba yo, pensando muy tranquilo que ella me resguardaba de posibles y probables caídas. Mi seguridad desapareció cuando un día me di cuenta de que ella se había detenido unos metros atrás y ya no sostenía la bicicleta: yo era el único que la impulsaba. Por supuesto, me fui directo al piso, con las consiguientes heridas en rodillas. Pero lo había hecho: había andado unos metros solo, sin pañales. Ese día aprendí a andar en bicicleta.

Mencionemos un par de casos: Para algunas personas, hablar en público es un desafío que no pueden superar, y se aferran al pañal de la charla a solas, o por escrito, o de cualquier otra manera que les evite enfrentar a un grupo de prójimos mirándolas. Para otras, algo tan breve y tan difícil como expresar verbalmente un sentimiento puede ser motivo de una batalla interna llena de oportunos pañales: el silencio, el humor escapista, la agresividad o la aparente indiferencia, por nombrar solo algunos.

Las barreras que nos cuesta superar pueden adoptar formas múltiples, pero la lista de pañales que sirven para eludir el intento, aunque extensa, es conocida: son garabatos que hace la personalidad de cada quién, excusas insostenibles pero inexpugnables si su dueño no desea tomar riesgos.

Eso sí: cuando miramos a la vida de frente y decidimos de una vez hacer lo que tenemos que hacer, el pañal cae rendido y ya inútil. Sí, a veces las barreras son mentales.