24 de febrero de 2006

CIUDADANOS, NO SOLO HABITANTES

Una de las cosas que mejor he aprendido en los últimos tiempos es lo importante que puede ser el ánimo de una persona dentro de todo un grupo, ya sea en una oficina o en un equipo de fútbol. Las teorías sobre el comportamiento en las organizaciones estudian esto en profundidad.

Si partimos de la base de que los equipos eficientes tienen un compromiso con un propósito común, y que esto otorga a su vez un compromiso a sus miembros, los cuales interiorizan ese propósito y están motivados, podemos deducir lo relevante que puede ser un comportamiento conflictivo en ese equipo.

No pretendo aburrirte, amigo lector. Mi objetivo es destacar que un solo miembro de un grupo puede modificar el clima imperante -para bien o para mal- dentro de ese grupo, y generar reacciones de empatía -es decir, de comprensión e identificación- o de antipatía.

Si tomamos conciencia de que la energía imperante en un grupo será la que deseemos nosotros, tendremos una base para dejar buena onda allí donde nos toque actuar. En una oración o en un texto cualquiera leí algo que me quedó grabado: La idea era aportarle algo a todo aquél con quien nos tocara relacionarnos por cualquier circunstancia.

Si lo pensamos rápidamente esto es algo bien real: Es posible que si al subir al colectivo saludamos y sonreimos al chofer, éste se sienta reconocido, y por lo tanto más integrado a la sociedad y más valioso. Detrás de un rostro tallado en piedra puede haber mucha necesidad de reconocimiento.

La Argentina del siglo XX ha sido un fracaso colectivo, pese a sus innumerables éxitos individuales en todas las materias. Una nación no se concibe sin una voluntad de hacer cosas juntos.

Jorge Luis Borges dijo alguna vez que los argentinos no se sentían ciudadanos sino habitantes de su país. Dicho de otra manera, la aplicación del concepto de equipo a nuestra sociedad, más que de caudillos providenciales y cuasimilagrosos, será sin dudas un primer paso para resolver una buena porción de los problemas que nos rodean.

Gracias como siempre.

17 de febrero de 2006

SIN PALABRAS

Anoche me fui a Croxi a comer una grande de muzza con la Garza, un amigo de esos que la vida me ha regalado hace ya 29 años. En algún momento no hablábamos de nada, sino que ambos nos sumíamos en nuestras propias reflexiones. El silencio nos unía.

Creo que una de las pautas más claras para darnos cuenta de hasta qué punto somos afines a alguien es el silencio. Cuando no necesitamos hablar todo el tiempo, cuando podemos estar callados sin que ello sea incómodo para el otro, entonces estamos frente a un alma a la que nos une mucho más que las palabras.

Esto que reflexiono me sucede con muchos amigos, y por supuesto también con Paula, que además de ser mi mujer adorada es también mi amiga.

Hay quienes realmente no pueden estar callados, pues no resisten el silencio. Pero en muchos casos, casi todo ha sido dicho y el mero "estar" con el otro o la otra es placentero en sí mismo, sin que sea necesario llenar el silencio con palabras.

Un conocido proverbio árabe dice que cada quien es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Yo agregaría que en ciertas ocasiones el silencio entre amigos está lleno de palabras, y las palabras entre quienes no lo son tanto están repletas de silencios.

Gracias por su tiempo.

14 de febrero de 2006

VALENTINA

El destino quiso que el 8 de febrero de 2006 pasara a ser, por lo menos, uno de los 5 días más felices de mi biografía. A los tres días volvimos a casa, con Valentina como nueva habitante de nuestro hogar, y a un año exacto de que Rosko dejara de serlo físicamente.

No se necesitan muchas palabras. Nuestra hijita es sencillamente una obra de arte, una artesanía pensada por el Creador y fabricada por una mujer sana y llena de maternal sabiduría.

Mi primer deseo, como afortunado padre de Sofía, Valentina y quienes quieran venir, es tener fuerza, alegría y sabiduría para hacer que cada uno de los minutos de su vida tenga la felicidad que merecen, en lo que su papá pueda hacer. Esto es parte del juego.

No existe mayor inocencia, pureza e indefensión que la de un bebé que sale a llorarle al mundo desde la casita donde ha vivido los primeros nueve meses de su vida.

Gracias por su lectura.

6 de febrero de 2006

EL CIELO EN LA VEREDA

"Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso".

Quien tanto optimismo exhibió en este prólogo de "Los conjurados" fue nada menos que Jorge Luis Borges. Esta obra fue de las últimas que nos dejó: las líneas que presento fueron escritas el 9 de enero de 1985, es decir, un año y 5 meses antes de su muerte. No se puede decir que el autor de "El Aleph" fuera un amigo del sentimentalismo. Por el contrario, denostaba los textos que desbordaban de metáforas y adjetivos innecesarios. La literatura más rica, para él, era justamente la más austera, y así se comprueba en su legado universal.

Desde este modestísimo rincón, coincido con el genio, y en otros comentarios he intentado reflejar esta postura a través de otras palabras. Sentir la lluvia como un monólogo de la naturaleza, gozar en la contemplación del fuego que consume un leño, deslizar los pies entre las hojas secas del otoño porteño, es encontrar la belleza pura que irrumpe en la cotidianeidad de cada uno de nosotros.

El hombre también produce belleza incesantemente. Basta con incursionar en algún campo del arte para palparla. Siempre me han impresionado las llamadas Pinturas Negras de Goya, que él pintó en la triste y última etapa de su vida (aunque su autoría ha sido puesta en tela de juicio recientemente). Todas ellas exponen temas oscuros y retorcidos, pero a partir de la miseria y la destrucción el pintor aragonés crea belleza de manera admirable.

De la misma manera, el cuadro "Campo de trigo con cuervos", de Vincent Van Gogh, parece haber sido premonitorio de su inmediato suicidio simbolizado en las negras aves, pero aún con ese dato en mente lo contemplamos placenteramente como a una muestra de genialidad artística.

La belleza, como la bondad y la verdad, está omnipresente en nuestras vidas. Nuestra es la oportunidad de hallarla a cada paso.