Fue el sueño ideal. Semifinal aplastante frente a Nadal, a quien muy pocas veces había visto tan desmoralizado en una cancha pese a sus festejos tribuneros. Y la final, una artesanía que construyó de a poco en un partido que dejó de todo. Lo tuvo Federer en ese final del segundo set, cuando estuvo a dos puntos de quedar al borde de la victoria con su saque. Pero este chico tiene una cabeza formidable y es capaz de tirar un passing-shot a la carrera en un momento en el que no hay margen de error, y meterlo.
Al observar cómo Del Potro iba envolviendo a Federer en un manojo de nervios -algo que solo Nadal ha logrado- recordaba el partido que el gran Roger le ganó a Pete Sampras en aquel Wimbledon de 2001. Hay diferencias: Sampras, si bien estaba en un nivel tremendo, ya encaraba el epílogo de su carrera mientras que a Federer le queda cuerda para al menos dos años más. Sampras, además, le llevaba 10 años a Federer, y éste le lleva ocho a Delpo. Y la más importante: aun no sabemos qué pasará con la carrera de Del Potro, aunque si sigue así llegará a número uno, o al menos ese es mi modesto pensamiento.
Impresiona saber que Federer no perdía en el US Open desde 2003 -casualmente, frente a otro argentino, el Rey David-. Otro dato: solo Djokovic y Nalbandian les habían ganado a Federer y Nadal en un mismo torneo, con el agregado de que el Rey David lo había hecho dos veces... en dos semanas, en esos memorables Masters Series de París y Madrid en que jugó el mejor tenis de su vida.
Lamentablemente no dejé constancia escrita de mi pronóstico, pero cuando en abril lo vi a Delpo perder y llorar aquel partido en cinco sets frente a un Federer que luchaba por su primer Roland Garros, sentencié que le ganaría la final del US Open, su torneo preferido en su superficie favorita.
Es muy gratificante sentir que los argentinos tenemos a un embajador lleno de serenidad y humildad, algo no muy común en nuestro terruño. Ayer veía a todos los pequeños que miraban el partido y se enfervorizaban allá en Tandil, y pensaba en lo importante que es un modelo de deportista para estos jóvenes que quizás no encuentren muchos referentes. El New York Times ya hablaba de la tierra de Del Potro en las ruedas iniciales del torneo. En la nota, el nuevo ídolo decía que su comida favorita era la carne argentina, pero lo más gracioso, según contó después a un medio local, fue que también quería agregar los quesos y salamines de Tandil pero no sabía cómo decirlo en inglés. Humildad para contarlo, que se tradujo también en sus declaraciones emocionadas tras la gigantesca victoria en la final.
Un párrafo aparte para Franco Davín, que construyó un Gaudio campeón en Roland Garros y ahora logra este fenómeno en Estados Unidos. Los entrenadores argentinos son dignos de admiración, y esto incluye a los que guían a los juveniles en sus primeros pasos por el circuito.
Federer tiene cuerda para rato. ¿Nadal? Depende de su físico. Djokovic es el último cuco que le queda a Del Potro, y creo que no tardará en pasarlo. Murray será, seguramente, su clásico, aunque está cada vez más cerca de agarrarle la mano. Así como está, Del Potro seguirá subiendo, de a poco y tranquilo, hasta la soñada meta de número uno. Que se le dé depende de su físico -tal como él mismo declaró en la entrega de premios-, su cabeza y su entorno. Le sobra tenis, y hay quienes afirman que sin dudas lo será. Esperemos, y mientras tanto disfrutemos de este nuevo fenómeno del tenis argentino.
15 de septiembre de 2009
¿CAMBIO DE GUARDIA?
TEMAS: DEPORTE
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