1 de febrero de 2010

AMSTERDAM: "CAPITAL CULTURAL DE EUROPA", POR CARLOS DUELO CAVERO

Mi tío publicó este artículo en el diario La Prensa del domingo 24 de mayo de 1987. Hoy sería el cumpleaños de él, así que le hago el debido homenaje con esta nota que llamará la atención de Agustín Mackinlay, economista y bloguero residente en Amsterdam cuyo blog sigo con fruición y ha tenido el noble gesto de compartir un café conmigo. A él dedico, entonces, este recorte. Los pocos links han sido agregados por mí para mayor riqueza (si es que cabe el intento) de la nota.

En este espacio ya había contado una pequeña historia sobre la obra "La ronda de noche" a la que se refiere Tío Carlos. Puede ser vista aquí. Sin más preámbulos, dejo al amigo lector con el artículo en cuestión.

Amsterdam, capital cultural de Europa

La UNESCO la distinguió con este título durante 1987, y es una ciudad que merece, ella sola, un viaje a Holanda.

Por sus numerosos canales y puentes que la cruzan, se ha llamado a Amsterdam la Venecia del Norte. Pero en realidad esta lindísima ciudad holandesa poco o nada tiene de veneciana. Por otra parte es una ciudad típicamente fluvial, en tanto que Venecia es marinera por excelencia. Tampoco sus canales fueron jamás surcados por góndolas, mientras que sí lo son, en cambio, por barcazas. Torres esbeltas y edificios de techos negruzcos y cristaleras: he ahí el primer flash visual que recibe el viajero a la llegada a Amsterdam.

Pero hay que huir de los fáciles tópicos turísticos, máxime tratándose de una ciudad tan pluralmente atractiva. En plan de tener que elegir un símbolo que representara lo más característico de la ciudad, uno no sabría qué motivo tomar para el eventual poster. ¿La barca enorme convertida en mercado de flores flotante, y que navega por el Amstel? ¿Una mesita de café con su coqueto mantel y su velador? ¿La estampa de una de esas callejas angostas y tortuosas bajo el cielo lluvioso y gris? Difícil compromiso. En todo caso la UNESCO nos releva del embarras du choix al haber declarado a Amsterdam la capital cultural de Europa durante 1987. ¡He ahí el leit motiv ideal!

Ciudad de filósofos y pintores

Eugenio Fromentin, aquel cultísimo y delicado escritor francés apasionado por la pintura holandesa y belga, cuyo libro Los maestros de antaño es ya un clásico, decía que lo que Rubens es en Amberes, Rembrandt lo es en Amsterdam. Todo habla aquí, en efecto, del genial autor de La ronda nocturna, sin duda su obra más famosa y uno de los cuadros más célebres existentes en el mundo. "De ningún otro –añade Fromentin- se han dicho cosas tan acertadas ni tantos desatinos a la vez".

Empero, Amsterdam es también la casa que habitó Descartes y aquella otra en la que Voltaire se hospedó. Y, por supuesto, la patria de Spinoza, tierra fértil en filósofos, hombres de letras y pintores.

Flores y hospitalidad

En pocas ciudades del planeta como en ésta se practica una hospitalidad tan sincera y abierta. Sin preguntar a nadie de dónde viene o a dónde va, Amsterdam está siempre dispuesta a dar albergue al forastero, a otorgarle el derecho de hacer de la ciudad su propia patria chica sin necesidad de que lo pida.

Así, se recuerda cómo hace unas décadas recibió a los contestatarios o hippies que el resto del mundo había rechazado y les permitió acampar en la céntrica plaza Damm. Eso sí, con una condición: dos veces al día un camión cisterna del municipio irrumpiría en el lugar y un empleado limpiaría con una manguera a presión todo el espacio desalojado momentáneamente por los jóvenes vagabundos. La hospitalidad es una cosa y la mugre otra.

Ciudad única en Europa, sólo aquí usted puede encontrar árboles de Navidad en pleno verano y tulipanes aún en los días más fríos del invierno. Y, desde luego, todos los bulbos de tulipanes, jacintos que soñarse pueda, junto con los útiles de jardinería y floricultura más variados y sorprendentes.

Otros viajeros opinarán en cambio –sobre todo si son señoras- que Amsterdam es irrepetible porque es una especie de emporium donde los turistas fanáticos del shopping pueden gozar a sus anchas con tal de que vayan munidos de sus tarjetas de crédito o su buena provisión de dólares pues aquí se vende de todo, desde porcelanas y cristalerías hasta los diamantes más alucinantes. Porque Amsterdam es, además, la capital universal de los diamantes, y sus talladores se han ganado la justa fama de ser los mejores del mundo. Pero si el presupuesto no le alcanza para llevarse uno de esos inolvidables pero caros souvenirs, siempre puede consolarse comprando uno de los deliciosos quesos del país o, incluso si aun así no halla consuelo, varios porrones de ginebra.

Los museos le esperan

Volviendo al tema de la pintura: si París valió una misa, Amsterdam bien merece dedicarle varios días a sus museos, en los que se ofrecen algunas de las mayores obras de la pintura holandesa. Nos referimos a Rubens, Rembrandt y Van Gogh.

La popularidad de Rembrandt, el pintor de Leiden, trasciende los muros del Rijksmuseum hasta el extremo de servir su efigie como símbolo distintivo de una importante marca de cigarros y de etiqueta de bebidas y rótulo de toda suerte de negocios. Por cierto que en este museo se exponen algunas de las piezas máximas de Rembrandt, incluida La ronda nocturna, que, en rigor, originalmente ostentaba el título de La compañía del capitán Frans Banning Cocq y del teniente Willem van Ruitenburch. Es este un cuadro monumental, imponente, que Rembrandt pintó hacia 1642, cuando contaba treinta y siete años, por encargo del mencionado capitán Cocq.

La pinacoteca alberga a otros grandes artistas del siglo XVII, entre ellos Frans Hals, Jakob von Riudael, Albert Cuyp, Jan van der Meer, por citar a algunos nativos así como a otros grandes europeos, como los españoles Goya, El Greco, Murillo y Velázquez. Y cuando visite usted este museo ejemplar, no deje de admirar, por favor, las porcelanas y casas de muñecas del siglo pasado que allí se exhiben. Volverá a la infancia al instante.

En cuanto a Van Gogh, también él tiene su museo, en Paulus Potterstraat, 7. Aquí uno no sabe si empezar por elogiar los cuadros o el alarde de tecnología y cuidados que los rodea. Unos doscientos cuaros y cuatrocientos dibujos del genio de los girasoles están expuestos en este museo maravilloso dotado de todas las garantías de conservación y seguridad (a esta altura es obligado derramar una lágrima de dolor en recuerdo de los vergonzosos despojos que no hace mucho fueron objeto nuestro Museo Nacional de Bellas Artes y, más recientemente, el Castagnino de Rosario).

Tampoco debería pasarse por alto una visita al Museo Stedelijk, que posee una riquísima colección de pintura de Monet, Degas, Cezanne, Matisse, Mondrian, Kooning, Picasso y, último pero no menos importante, el inefable Chagall.

La gastronomía es también un arte

A los colegas de nuestra admirada –y seguida- Emmy de Molina les ha de interesar sin duda, como a todo gourmand que se respete, hacer un tour por el Museo Histórico Culinario (Wibautstraat, 220), situado en la misma sede de la escuela de pastelería de Amsterdam en donde pueden apreciarse algunas de las "armas secretas" que los antiguos holandeses utilizaban para elaborar su mundialmente famosa repostería.

Pocos pueblos se desayunan en forma tan copiosa como los holandeses. Allí el desayuno es toda una institución, un banquete diario cuyo menú consistente en un variado repertorio de verduras y hortalizas en crudo, café con leche, mermeladas y compotas, embutidos, quesos, mantecas, diferentes clases -¡oh, el vilipendiado pan!- de pan y, naturalmente, la deliciosa, formidable cerveza holandesa.

En cambio, fuerza es reconocer que lo mejor de la cocina holandesa no lo encontrará en sus platos típicos sino en los restaurantes de Indonesia, su ex colonia, donde es posible saborear platos del Lejano Oriente como los rijstaffel (hasta cincuenta platillos distintos, picantes en general, acompañados de bols de arroz hervido). Son también recomendables los aromáticos sambalans (verduras estofadas), los kroepeks, unos camarones deshidratados y fritos en aceite hirviendo, y los inefables loempias, inenarrables chorizos que se sirven con huevos.

El gastronómico paseo nos ha apartado de otra meta no menos seductora: la de los tulipanes, a los que posiblemente dedicaremos más adelante una nota especial.

3 comentarios:

Agustin Mackinlay dijo...

Bambi. Excelente! Estoy de acuerdo en todo ... Voy a pensar algunos puntos para un comentario más detallado. Pero sin dudas, es una gran ciudad!

Agustin

Rembrandt dijo...

Llegue por casualidad hasta tu blog y me ha encantado, será que tenemos cosas en común?
REM

El Bambi dijo...

Me alegro de que te haya gustado, Rembrandt. Y si es por el pintor, es uno de mis preferidos, habrás visto que en este espacio ya escribí algo sobre él.