8 de enero de 2007

LOS MUSEOS Y LA HISTORIA

Es difícil entender cómo las pinturas más famosas de la cultura greco-latina se salvaron de su peor enemigo, y a la vez defensor: el hombre.

"La Ronda de Noche", obra magna de Rembrandt que acompaña estas líneas, debió ser sacada de Amsterdam y trasladada a un refugio secreto a 35 metros de profundidad en Maastricht, para que no fuera robada o destruida por los invasores alemanes en los inicios de la II Guerra Mundial.

En este período, todas las pinturas de la National Gallery de Londres fueron trasladadas a lugares más seguros en Gales, al norte de la isla, para protegerlas de los bombardeos nazis.

El Museo del Prado también fue cerrado y muchas de sus obras llevadas a Valencia y Gerona primero, y a Ginebra después, durante la Guerra Civil Española, entre 1936 y 1939. Allí quedaron bajo la protección de la Sociedad de las Naciones (organismo antecesor de las Naciones Unidas), pero al desencadenarse la Segunda Guerra Mundial (justo en 1939, año de la finalización de la Guerra Civil Española), las obras fueron repatriadas a Madrid en trenes nocturnos que atravesaron Francia.

Uno de los casos más dignos de alivio es el del Museo Hermitage de San Petersburgo, cuyo destino estuvo a un paso de la destrucción en la Revolución Rusa de 1917. La razón fue que el nuevo sistema de valores imperante incluía la lucha contra todo lo que representara la cultura occidental. El poeta nihilista Kirilov proclamaba: "En aras de nuestro mañana quemaremos a Rafael, destruiremos los museos, pisotearemos las flores del arte".

Fue Lenin quien salvó las obras de arte, al firmar un decreto que mandaba inventariar y proteger todas las manifestaciones de significación artística e histórica de Rusia. Esto incluía, por supuesto, todas las colecciones de pintura en suelo ruso. Años después, con la invasión nazi a Rusia, las obras fueron trasladadas por miles de voluntarios y volvieron a salvarse.

En cuanto al Louvre, "La Gioconda" de Leonardo Da Vinci fue escondida en 5 lugares diferentes durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora descansa en una sala especial.

Desgraciadamente, el pillaje de obras de arte se ha producido en distintos sucesos de la historia, tales como las invasiones napoleónicas o el colonialismo inglés y francés en Grecia, Egipto y varios puntos de Oriente. Muchos museos cuentan con pinturas ganadas en campañas de guerra o adquiridas en procedimientos poco claros, y esto sigue generando controversias.

Leonardo Da Vinci habría sonreído si hubiera pensado que sus obras estarían en peligro de ser bombardeadas por aviones, esos vehículos que él soñó durante toda su vida. Afortunadamente, esta vez el arte pudo más que la ciencia.

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