20 de enero de 2009

EL HEROÍSMO DE AMAR

Hoy se cumplen 47 años del casamiento de mis papás. No repetiré el relato de cómo se conocieron, pero se me ocurre una reflexión sobre un ingrediente esencial en la promesa de vivir todo el resto de la propia vida junto a alguien: heroísmo.

En los tiempos que corren, la volatilidad suele marcar muchas relaciones humanas. No es que no lo hiciera antes, pero cabe la impresión de que antaño los compromisos eran más fuertes y se cumplían más. Romper una promesa costaba más caro, y si las personas lo hacían trataban de ocultarlo. Las cosas han cambiado, y actualmente un matrimonio de 47 años puede hasta recibir críticas de los que no creen en el amor de largo plazo. La sola idea de matrimonio, que es un compromiso libremente asumido, digámoslo, está a contrapelo de la adoración por el momento presente.

El matrimonio es un proyecto irrealizable sin amor.

Por esto y algunas otras razones es que pienso que en el contexto actual, el matrimonio supone una cuota considerable de heroísmo. El héroe es aquél que, pudiendo conformarse, trasciende su estado y quiere ser más desafiando la inercia. Esta idea se me hace muy aplicable a los matrimonios de hoy en día, que creen y no se resignan al lánguido escepticismo. Casarse y tener hijos, hoy, supone levar anclas y partir hacia la aventura cual Colón a la ancha mar.

En sus "Meditaciones del Quijote", Ortega y Gasset escribe: "¿Cómo hay modo de que lo que no es -el proyecto de una aventura- gobierne y componga la dura realidad? Tal vez no lo haya, pero es un hecho que existen hombres decididos a no contentarse con la realidad. Aspiran los tales a que las cosas lleven un curso distinto: se niegan a repetir los gestos que la costumbre, la tradición y, en resumen, los instintos biológicos les fuerzan a hacer. Estos hombres llamamos héroes. Porque ser héroe consiste en ser uno, uno mismo. Si nos resistimos a que la herencia, a que lo circunstante nos impongan unas acciones determinadas, es que buscamos asentar en nosotros, y sólo en nosotros, el origen de nuestros actos. Cuando el héroe quiere, no son los antepasados en él o los usos del presente quienes quieren sino él mismo. Y este querer ser él mismo es la heroicidad.

"No creo que exista especie de originalidad más profunda que esta originalidad práctica, activa del héroe. Su vida es una perpetua resistencia a lo habitual y consueto. Cada movimiento que hace ha necesitado primero vencer a la costumbre e inventar una nueva manera de gesto. Una vida así es un perenne dolor, un constante desgarrarse de aquella parte de sí mismo rendida al hábito, prisionera de la materia".

Para mi madre, que se animó a viajar al sur para vivir en un país exótico junto a un hombre a quien había visto un puñado de veces, y para mi padre, que desafió las expectativas para casarse con una rubia de Norteamérica, va este homenaje. Ambos se desgarraron un poco, al decir de Ortega, y emprendieron la aventura que ahora los premia con cinco hijos y trece nietos. Quisieron ser ellos mismos, y con su humanidad como bandera, hoy son héroes.

4 comentarios:

Anxie dijo...

No hay nada mejor para uno que tener como modelo a seguir a sus propios padres, o en mi caso, abuelos. Porque no puedo decir lo mismo de mis progenitores.

Yo los considero héroes por la simple razón de que sobrevivieron a todo. Aún vivos gracias a Dios, incluso sobrellevan el pesar de los tiempos que corren. Y antes no era todo distinto, como dicen ahora, antes era antes y si, ahora está todo mucho más enfermo, pero como bien decis, quizá antes se ocultaban muchas cosas y había una especie de resignación cuando no se era feliz. Sin contar que a veces los padres le elegían la pareja a los hijos y así tenía que ser sino te desheredaban.

Yo creo que ahora no se puede formar un matrimonio como el tus padres o el de mis abuelos, ya casi es imposible. Y nadie tiene la culpa sino nosotros mismos, que no nos conformamos con nada, que ese nada no nos viene bien, que siempre queremos más, y que ni se nos cruza por la cabeza casarse y tener hijos a menos que nos hayamos recibido, tengamos un buen trabajo, y recién a los 4o o 45 años.
La paciencia no es una virtud de esta época.

Mi testimonio a mis 23 casi 24 años de edad y poca experiencia.

Por cierto, sobre la crítica en mi blog, me encantan las películas de ahora, hay muy buenas obras maestras, y los clásicos que mencionas, si, son clásicos irrepetibles, pero no hay que quedarse sólo con eso, yo siempre miro hacia otros lados, trato de ser más abierta. Hay muchas porquerías, si, pero no todo es así en el cine de estos tiempos.


Saludos cordiales desde SI-NE

Carlos dijo...

Hola Bambi. Felicidades para tus heróricos viejos (ya lo creo que sí lo son) y para vos, aunque en tu caso huelga porque el post (y la historia de cómo se juntaron) chorrean amor por ellos.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Anxie: Yo creo que hoy sí es posible construir una familia como la de tiempos pasados. No solo lo creo sino que intento hacerlo día a día y confío en que Paula y yo lo lograremos.

Carlos: Mil gracias por tu saludo. Es verdad que quiero mucho a mis papás, y me sirven de modelo en muchos valores que trato de transmitir a mis propios hijos.

Julio Rougès dijo...

¡Felicitaciones! Voy a cumplir 27 años de casados, y espero alcanzar el record de tus padres.

No me considero un héroe por persistir, sino un afortunado por la mujer que me tocó en suerte, y por mis hijos. Si mi elección o el azar me hubieran orientado en otra dirección, muy distinta sería mi historia personal y familiar, y probablemente no tan afortunada.

Como dices, la sola idea de matrimonio, que es un compromiso libremente asumido, digámoslo, está a contrapelo de la adoración por el momento presente. Agregaría: a contrapelo de la tendencia a no asumir compromisos de ninguna índole (cuestión que se extiende a otros ámbitos que el matrimonial y familiar).