25 de noviembre de 2005

VIERNES Y DESPUÉS

Ecos de los últimos comentarios:

1- "La melancolía es el placer de estar triste", dice Victor Hugo, el célebre autor de "Los miserables", obra que recomiendo fuertemente a quien tenga tiempo y pasión por la lectura.
2- Lo bueno de los recuerdos es que se amontonan día a día y van tallando nuestro carácter como la gubia a la madera. Un rostro también está hecho de ellos.
3- La melancolía es una mirada del ayer, pero nos compromete con el futuro bajo la forma de la experiencia.
4- Dicen que el olfato es el sentido con mejor memoria.

Sé bien, amigo lector, que leerás estas líneas en cualquier recodo de la semana agotadora. Pero dado el momento de la edición, me urge rendirle homenaje al instante más placentero (o a uno de los más placenteros) de los convencionales siete días. Es el viernes, que da paso (con excepciones) a los momentos más gratos de la propia existencia (aunque una birra se puede tomar cualquier día).

"¿Cómo viene el fin de semana?", oímos de boca de algún curioso. "Intrascendente", tememos escuchar. El fin de semana nunca es intrascendente. Ninguna jornada lo es. "A cada día su afán". En este marco, el viernes ocupa un lugar de disfrute especial. Uno va relojeando el cabildo y contando cuánto falta, o sencillamente deja pasar el tiempo mientras termina con sus rutinas semanales en el trabajo (si es que lo tiene).

La agenda está abierta, siempre, es como un cheque en blanco aunque no haya un mango en la viuda. Una salidita por acá, una fiesta por allá. Una siesta improvisada, un disco nuevo que hay que escuchar, algún amigo que volvió, una mujer que se acercará al auto donde la espera el candidato fullero y sentenciado de antemano.

Alguien bailará a metros de una ñiña vestida de blanco.
Alguien dudará de si ir o no ir.
Alguien saldrá de parranda, simplemente.
Alguien se dará al estudio.
Alguien se zambullirá en la pileta.
Alguien pensará por qué nadie llama.
Alguien gritará un gol, o varios. Alguien los lamentará.
Alguien chamuyará de mesa a mesa, y juntará las dos mesas.
Alguien estará donde no tenía que estar cuando no tenía que estar.
Alguien comprará carne y carbón, y alguien hará el asado. Alguien lo disfrutará.
Alguien trotará.
Alguien meditará mirando el techo mientras alguna FM le acaricia la soledad de otro que ha dejado el escenario.
Alguien se ilusionará, y alguien perderá un papelito con un número de teléfono.
Alguien llorará indiferencia que duele.
Alguien reirá amor que llega.
Alguien volverá a su hogar con olor a whisky.
Alguien se tenderá a adorar a Febo y alguien removerá en la basura.
Alguien cerrará un capítulo de su vida, para que empiece otro en la de otro alguien.
Alguien olvidará, o modelará un recuerdo a su gusto, ya que la memoria es una forma del olvido.
Alguien buscará, y alguien encontrará.

Este fin de semana, alguien en esta ciudad vivirá el día más importante de su vida.

¿Cuál ha sido el día más importante en nuestra vida? No dudo: 31 de diciembre del 2000.

¿Ya ha llegado el tuyo, amigo lector?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quiero comentar algo que me quedó pendiente de un comentario anterior de Chify, y que ahora veo que vuelve a nombrarse.

"Dicen que el olfato es el sentido con mejor memoria".

Yo no se quién lo dice, pero puedo asegurar que PARA MI si es el sentido con mejor memoria.

Es el sentido que más rápido me transporta al cajoncito de los recuerdos. ¿Será porque es el sentido que más me gusta? No lo se, pero qué lindo es sentir ese olorcito de la ropa de alguien y en seguida recordarlo; o esos olores que automáticamente nos hacen recordar lugares específicos, sin poder explicar por qué.

No fue muy profunda ni emotiva mi intervención en esta oportunidad, pero lo tenía pendiente y no quería dejar pasar más tiempo para comentarlo. Obviamente, en mi próxima visita por esta página me haré una lista con olores y recuerdos.

Pero no ahora.