29 de noviembre de 2005

TODO COMUNICA

Estoy convencido: una gran mayoría de los problemas en las relaciones entre personas están originados en falta de comunicación. Más bien habría que decir: en la mala comprensión de lo que el otro comunica, ya sea por error propio o ajeno.

Es una máxima aceptada que es imposible no comunicar. Todo comunica, y más aún, el silencio comunica una diversidad de cosas que da al otro la posibilidad de interpretar libremente lo que desee o crea correcto. En último término, el sentido de lo comunicado es puesto por el receptor, no por el emisor.

Vale decir: Si en el título de una portada se lee "LA INTERNA DE LOS PULPITOS", el lector desprevenido puede interpretar que está frente a una historia de ciencia ficción, lo cual será opuesto a lo que el editor quería decir, esto es, que en la Iglesia argentina hay diferentes tendencias de opinión. Este ejemplo era puesto en La Nación a raíz de la queja de un lector por la falta de tildes en los títulos de imprenta, pero me sirve para reflejar lo que quiero expresar.

En un terreno seguramente más conocido para el amigo que recorre estas líneas, una mujer puede expresar un sentimiento al hombre que ocupa (al menos hasta ese momento) su corazón. El silencio del hombre, típicamente masculino, solo es el efecto de la necesidad que siente por rumiar lo que ha escuchado de boca de su adorada y darle algún marco de racionalidad. Pero ese silencio es interpretado por la mujer como un signo de evidente desinterés, y motiva su enojo y el empeoramiento de la situación entre ambos. Entonces es posible que el hombre diga: "No te entiendo" mientras la mujer exclama: "No me escuchás". Dos mensajes, dos códigos, un conflicto evitable.

Si el lector busca en su vida los ejemplos de problemas por mala comunicación, ellos surgirán casi inagotables, y a la vez podrá percatarse de que muchos de ellos se podrían haber evitado si hubiera habido un mejor manejo de la comunicación, verbal o no verbal, corporal, gestual o hasta de indumentaria. Tal vez estemos a tiempo de solucionar algunos de ellos.

Como siempre, gracias por su atención.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Que sabias tus reflexiones, sr. editor!

Es un tema tan recurrente en las charlas con amigas, que creo que podría escribir un tratado al respecto.

Es que, para mi, hombres y mujeres somos de planetas diferentes. Estoy cada día más convencida de eso. Así como titula el libro: "Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus", aunque no lo leí, con el título me alcanza.

No creo que sea educacional, ni cultural, ni social, ni nada de nada. Seguramente sea herencia genética, pero pensamos, sentimos, actuamos, percibimos todo de manera distinta. Todo.

Así y todo, con los roces que esto genera entre ambos sexos, tengo algo para decirle a ustedes, señores:

¡Gracias por existir. Son maravillosos!

Y no me refiero a las satisfacciones (ejem) que pudieran brindarme. No. Me refiero, 'además', al aprendizaje que me brindan. Los admiro, amo la pasión que ponen en sus hobbies, la capacidad de poner distancia de los problemas, las apasionadas defensas que hacen a favor de los encuentros con amigos; amo que no tengan vueltas para hacer algo, que puedan armar y desarmar un motor de un auto pero se queden una hora parados eligiendo algo en el supermercado, que sean niños toda la vida, y por sobre todo AMO QUE PARA USTEDES SEAMOS UN ENIGMA.

Mg.

Anónimo dijo...

bueeeena mery g!!!!! ojala haya algún hombre en el mundo que sea capaz de admirar las cosas de una mujer como lo hacés vos con los hombres!

la clave está en lo siguente:
SOMOS DIFERENTES, PERO NOS QUEREMOS COMO SOMOS.

nada de che guevaras que se afeiten la barba.

Anónimo dijo...

El título del libro - conociendo por AyE Mundo o History Chanel al autor - podría ser completado así:
"Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus, y el autor es de Saturno".

ACO

Anónimo dijo...

Bambi estoy en Bs As...
Sabes como recupere el blog...
En un buscador intentando descubrir la nueva guitarrita...y a aca estas vos...Tan bataclan de la web...Ojala te llegue el mensaje...De un 007 Bond style.

Hernan Crespi