13 de junio de 2010

EL LEGADO DE PINCHO CASAUBON

Este fin de semana lluvioso nos ha traído la noticia de la partida de Juan Alfredo Casaubon, un personaje singular de esos que solo cabe admirar. Pincho, como lo conocíamos todos, encarna de alguna manera a ese héroe cotidiano que en la modestia de quien no busca reconocimiento, construye una obra de cimientos indestructibles: 11 hijos y 31 nietos lo atestiguan.

Pincho fue, además de un cultor del buen fútbol y un agudo sentido del humor, un filósofo aristotélico-tomista, autor de numerosos libros y docente de varias generaciones, a quien no puedo imaginar despegado de su esposa Beba, y de sus hijos, muchos de los cuales jugaron conmigo en el glorioso Dynamo de antaño. Alguna vez, creo, viajé en el famoso "portaaviones", el Rambler 64 que trasladaba infatigable a toda la familia Casaubon y a todo aquel que requiriera sus servicios.

He querido rendir un pequeño homenaje a Pincho aún sin haber tenido grandes diálogos con él, porque en su figura encuentro a esos quijotes que avanzan a contrapelo de la masa, que buscan siempre un ideal y lo llevan a cabo sin mirar a los costados, pero en paz. Respeto y admiro a esas personas que se erigen como ejemplos de sabiduría y también de amor, al tiempo que persiguen sus sueños.

Tal vez el mejor homenaje que pueda hacerle a ese gigante en su despedida -y a todos quienes, como él, son ejemplos cotidianos- sean estas líneas de Aristóteles, con quien tal vez ya se esté tomando un café: "En general, la benevolencia nace a la vista de la virtud o de un mérito cualquiera, siempre que una persona muestra a otra que es hombre de honor, de valor, o que tiene cualquier cualidad de este género". Pincho fue una de esas personas que nos inspiran benevolencia, porque cualquiera que se encuentra con un Casaubon reconoce en él la huella del gran patriarca.

Este "seguidor de la escuela catalana", como él me describió con ironía en un examen veinte años atrás, le rinde homenaje desde este espacio diminuto en el que también se cuecen ilusiones que necesitan de modelos. Salud, Pincho.

El cuadro que ilustra estas líneas es "Filósofo Meditando", del gran Rembrandt.

2 comentarios:

susrey dijo...

Hola, como amiga de uno de esos hijos Lujan, realmente me emocionó tu nota. Sin haberlo conocido profundamente, solo a través de los comentarios de su hija, aprendí a quererlo y respetarlo.

El Bambi dijo...

Gracias, Susrey, conozco a Luján. En cada Casaubon ves la huella de él, así que a través de ella también podés conocerlo un poco más.