La vida te da sorpresas, y hoy me entregó otra. Nunca se me había ocurrido que un suizo me haría derramar lágrimas, pero Roger Federer lo hizo. Contemplar su llanto descontrolado ante los impiadosos micrófonos del escenario montado para la entrega de premios del Abierto de Australia fue demasiado. Rafael Nadal, una vez más, lo derrotó en cinco sets de los mejores que he visto en lo que llevo recorrido. Pero su cabeza pudo más, y el inmenso Roger aflojó en el quinto set y lo perdió feo, 6-2.
Es una pena observar cómo el mismo Federer que frente a Del Potro no erraba ni un primer saque, ni un winner, ni un passing shot, frente a Nadal sufre y no disfruta el juego como lo hace frente a los demás. El español ha conquistado su cabeza, y cuando las cosas se le complican se lo gana con personalidad, con ese rostro amenazante que le dice: "Como sea, ya sabes que te voy a ganar igual".
Los partidos entre ellos, por supuesto, merecen muchísimos análisis técnicos sobre el juego de cada uno: el progreso enorme de Nadal en todas las superficies, el ataque de Federer sobre el revés del español, el contragolpe feroz de Nadal, y varios apuntes más. Pero más allá de todo eso, Federer juega tocado frente a Nadal, y ni su saque ni su revés ni sus viajes a la red reflejan la convicción de los partidos normales. La final de Wimbledon, donde Federer había sido siempre amo y señor, fue un quiebre definitivo en el duelo psicológico entre los dos.
Si Nadal no jugara lo que juega, no podría ser el número uno, eso está claro. Pero en estos duelos entre dos cracks, siempre termina prevaleciendo la cabeza, y en eso el español parece llevar ventaja, justo a Federer, que humilla a sus rivales por el solo hecho de parárseles enfrente.
Quizás el suizo empiece a torcer el rumbo de esta historia entre los dos el día en que le gane una final de Roland Garros. Pero en ese llanto extenso y compacto de hoy, Federer tal vez reconoció que no sabe qué hacer con Nadal, el que no lo dejaba ganar en París y ahora también se lo impide en los otros Grand Slams. No solo eso: Roger está a un GS de igualar a Pete Sampras, pero mientras esté Nadal del otro lado de la red, se le va a complicar mucho.
Más abajo verán el instante de la ceremonia en que Federer rompe en llanto. El gran Roger no pudo decir palabra y tuvo que volver a su lugar en el escenario. Después Nadal lo invitó a hablar otra vez al recibir su Copa, pero el suizo poco pudo decir. Bien el español, que se sintió obligado a pedir perdón al público australiano, no por todo su talento ganador, sino por haberles quitado la ocasión de ver a Federer coronarse en su 14 Grand Slam.
Personalmente, debo decir que Federer es, para mí, inigualable en calidad, y el juego de Nadal es seguramente el del mejor contragolpeador de la historia, pero no tiene la elegancia y las variantes increíbles del suizo. Federer, pese a los rankings y las finales, es el mejor.
1 de febrero de 2009
NO LLORES, ROGER, NO SIEMPRE GANA EL MEJOR
TEMAS: DEPORTE
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2 comentarios:
Bambi. Acepto tus comentarios técnicos: no hay duda que sabés más que yo. Solo quiero decir que cada uno de ellos es un "gran tipo". Por la pinta, Nadal puede dar la impresión de fanfarrón, creído, etc. Nada de eso: es modesto, simpático, amable, impecable. Al final, yo estaba por Nadal.
Saludos,
Agustin
Sí, Nadal demuestra tener grandeza al moderar sus festejos y expresiones durante la entrega de premios.
A mí Nadal no me gusta como expresión tenística del número uno, prefiero un número uno que juegue como Federer. No se trata de discutir el talento del español, sino de una preferencia de estilo.
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