25 de noviembre de 2008

SOBRE LOS ENANOS DE JARDÍN


Dado que mis últimos escritos versan sobre la amargura de la Copa Davis, vamos a cambiar el ánimo de este espacio y tocaremos un tema caro a los sentimientos de todo argentino que se precie: los enanos de jardín.

Cuando era chico y viajaba con mi familia, al entrar a un pueblo o balneario competíamos con mi hermano para ver quién encontraba más enanos en los jardines. Los veíamos como una característica esencial de la argentinidad, una costumbre importada tal vez de los cantones suizos o los prados celtas de donde habían venido los inmigrantes en los barcos. Yo no tengo jardín pero sí balcón, y allí vive un enano que cuida nuestras plantas con gusto. Se llama Teodoro. Tuvo un antecesor llegado de Villa La Angostura, pero Rosko lo despachó en un día.

La estática presencia de estos pequeños custodios en los parques privados ha motivado la formación de logias que luchan por su libertad: en Francia existe el Front de Libération des Nains de Jardin (FLNJ), que ha sido imitado en España por el Frente de Liberación de Enanos de Jardín, "a los que se priva de su libertad para adornar los jardincitos de las clases altas". Dos años atrás, el diario Perfil informaba sobre las actividades de esta agrupación.

No son los únicos: Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, Alemania e Italia tienen grupos similares que relatan cómo ha sido cada rescate. En la tierra de Rómulo y Remo, aparentemente, ya han logrado liberar a 130 enanos, el último de ellos en Udine. Y hay también un blog dedicado exclusivamente a los enanos de jardín.

Lejos de esas luchas, entre octubre y diciembre del 2007 se llevó a cabo en el Museo de la Ciudad de Buenos Aires un Festival de Gnomos y Enanitos de Jardín (con la muestra correspondiente), que se prolongó hasta enero y motivó una nota en la revista Noticias.

Fontanarrosa también escribió en su último libro un cuento muy gracioso sobre una rebelión de gnomos en Bariloche. En esa ciudad era donde mis hermanos y yo buscábamos a los enanos que se escondían en el bosque; más precisamente, en el bosquecillo que hay detrás de la casa de mi tía Totó. Pero nunca los encontramos. La última vez que estuve en ese bosque fue en nuestra luna de miel, y mi tío Fernando nos dijo a Paula y a mí que los enanitos seguían escondiéndose por ahí.

Una pregunta que el paseante puede formularse al ver a estos pintorescos habitantes en los barrios porteños es: ¿Deben ser considerados enanos solo los de sombrero puntiagudo y barba blanca, o también puede admitirse a los Pato Donald, los negritos o los cisnes, entre otros? Mi opinión es que estos últimos son subespecies de enanos, pero los que mandan en el jardín son los de sombrero y barba.

¿Son infelices los enanos de jardín? Creo que depende de sus dueños. Son un símil de las mascotas que viven con familias enteras, cuidándolas y advirtiéndoles a su manera de los peligros que rodean la casa y los amigos que llegan a ella. Si reciben un buen trato -es decir, abrigo en invierno, reparo en las lluvias y sombra durante el verano, a más de alguna palabra amistosa al llegar- los enanos tendrán una buena vida. Pero si son de esos que uno ve descoloridos y desmembrados, merecen toda nuestra compasión y el reproche a sus dueños.

A la vuelta de nuestro hogar, en el barrio de Colegiales, hay un jardín con enanos. Un día quise sacarles una foto, pero en un santiamén se escondieron y mi cámara tomó solo el verde césped. Ahora, cada vez que paso por allí, los miro con respeto, les guiño el ojo y sigo de largo.

Actualizo con otro link: un grupo de personas creó una especie de club en España: "Gnomos de Jardín sin Fronteras", que tiene su blog, su grupo en Facebook y su página en You Tube.

6 comentarios:

Agustin dijo...

Bambi. Hace poco en la BBC salió la historia de un tipo que se robó un enano de jardín y se lo llevó a dar la vuelta al mundo. En cada lugar que pasaba --Tailandia, la India, Nueva Zelanda, Brasil-- le sacaba una foto de tal manera que se viera en qué país estaba el enano. Y se la mandaba a los dueños de la casa. Hay cada gaucho en la pampa.

Saludos,

Agustin

Anónimo dijo...

Me suena mucho esa historia que me decís. Estoy seguro de que no la vi en la BBC pero sí en algún rincón de la Red.

Realmente hay gente para todo.

Anónimo dijo...

Este post me gustó mucho, pero no puedo dejarlo pasar sin decir que: no me gustan los enanos de jardín.

Si, algunos son muy simpáticos, y todo lo que se me pueda decir, pero no me gustan.

Los veo y automáticamente pienso en una película de terror. Como si por mirarlos fueran a cobrar vida y detrás de las plantas salieran a perseguirme con un cuchillo.

Sé que este comentario es anti-todo, pero también quería compartirlo.

Anónimo dijo...

El que puse arriba de todo es muy amigable, María, mira cómo recibe al que me visita en el blog.

Creo que deberías conversar con alguno de ellos alguna vez, y eso te sacaría tus recelos.

¡Gracias por escribir!

Anónimo dijo...

Efectivamente, mientras escribía mi comentario pensaba: "El de arriba es simpático". Hay otros más simpáticos todavía, incluso algunos tienen algunas características de gnomos que los hace divertidos.

Así y todo, no puedo. No puedo lograr que me gusten.

Debería hablarles más, es verdad. La conversación no es una actividad a la que le dedico mucho tiempo, ya sabrás...

Anónimo dijo...

es reloco, toda mi vida quice tener un enano de jardin pero siempre vivi en departamento. ahora vivo en una casa y quiero uno para el jardin.
solo que mi familia tiene reservas con el asunto