31 de octubre de 2008

TÍO CARLOS

Resulta ser que entre los muchos regalos que mis padres me dieron estaba el Tío Carlos. Es decir, un tío que escribía de mil maravillas, leído y tan español como el Ebro o la Alhambra, al igual que su hermano Fernando, mi papá.

Carlos Duelo Cavero fue uno de los precursores de la comunicación empresarial en la Argentina, según me ha dicho más de un conocedor del rubro. Pero además de eso, y de ser uno de los fundadores de la Logia del Guiso, escribía colaboraciones en diarios como La Nación, La Prensa, El Cronista o Tiempo Argentino.

Mis primos tienen la colección de sus artículos y me he hecho de una pila de ellos, con el objetivo de compilarlos y digitalizarlos. Esta tarea me permite leer sus escritos y disfrutar de su prosa aguda y nutrida en torno a temas de los cuales, como vengo a descubrir ahora, también me he ocupado en este espacio. Hablo de Van Gogh, de Buenos Aires y de Cristóbal Colón, por citar algunos ejemplos. Claro está que no gozo de los recursos para dotar a estas líneas del rico vocabulario que él manejaba. Uno hace lo que puede.

Cuando tenía unos diez años, fascinado por los policiales de Agatha Christie, empecé a escribir un libro de misterio ambientado en el hotel de Pinamar donde solíamos pasar el Año Nuevo. A Tío Carlos le entregué mis folios para que los mirara, y recuerdo cómo le divertía el hecho de que usara apellidos anglosajones para mi proyecto de novela. Nunca terminé esa obra, pero conservo con afecto sus primeras setenta páginas, como testimonio de mi imaginación infantil.

Me gustaría homenajear esa presencia de Tío Carlos en mi biografía copiando en este rincón algunos de sus artículos, con el debido permiso de mis queridos primos, sus herederos. Por eso, amigo lector, te invito a pasar por acá uno de estos días para gozar de una lectura sana, finamente irónica y del todo provechosa. Si alguien conoce a mi tío a través de estas líneas, tendré otro motivo entre muchos para sonreir.

No hay comentarios.: