17 de agosto de 2008

ANÉCDOTAS DE SAN MARTÍN

El lector atento sabrá a esta altura que quien esto escribe es un fiel admirador de la figura de San Martín, cuyo paso por esta vida recordamos cada 17 de agosto. Hemos rememorado su figura en tres ocasiones antes que ésta: en su biografía toda, en su vínculo con el gran Belgrano y en su vasta cultura, que promovió siempre que pudo. Siempre hay detalles de su biografía que enaltecen su figura y la de la Argentina, por él liberada.

Tal como cuenta Miguel Ángel De Marco en "Soldados y Poetas", la independencia de nuestro país podría haberse demorado si San Martín no hubiera sobrevivido a un intento de linchamiento que sufrió en Cádiz, cuando el pueblo se sublevó contra el jefe de la guarnición española en esa ciudad, el general Solano, marqués del Socorro y de la Solana. Este militar sufría la invasión de los ejércitos napoleónicos al territorio ibérico, y simulaba aceptar mansamente a los franceses, lo cual le valió la rebelión de los pobladores y su muerte. San Martín tenía un gran parecido físico con el infortunado general, y fue perseguido por la turba, que lo confundía con su real perseguido. Llegó extenuado hasta la iglesia de los Capuchinos y un fraile que lo conocía alertó a la multitud de que el hombre que ellos buscaban no era aquél, y ya estaba muerto. Así San Martín salvó su vida y salió de Cadiz rumbo a Sevilla.

Su disciplina en el incipiente ejército argentino era estricta, y él daba el ejemplo haciendo equilibrio entre su condición de jefe máximo y hombre de confianza para todos sus subordinados. En "El Santo de la Espada", Ricardo Rojas cuenta que en cierta ocasión fue a verlo un oficial, quien le confesó con pesadumbre y arrepentimiento que había usado dinero de la caja del ejército para jugárselo. San Martín le entregó dinero propio para que lo repusiera en el erario militar y le dijo: "Entregue ese dinero a la caja, pero guarde el secreto, porque si el General San Martín llega a saber que usted ha revelado lo ocurrido, lo mandará a fusilar". Imagine el lector el efecto que esta sentencia habrá tenido sobre la conducta futura del oficial, mucho más efectiva que cualquier otra sanción oficiosa.

También es conocida su anécdota con el centinela de guardia que tenía orden de no dejar pasar a un laboratorio del regimiento con botas herradas y espuelas. Para probarlo, él mismo fue dos veces con ese calzado y fue detenido por el cabo. Tras ello, se presentó con alpargatas y le dio una onza de oro al soldado, quien había puesto a una institución -la ley del lugar- por encima de cualquier persona.

"Si se dice mal de ti, y es verdad, corrígete; y si es mentira, ríete", decía San Martín, quien tenía sobrada experiencia en materia de infamia contra su persona, sobre todo de quienes veían en él, no sin envidia, a un ambicioso acaparador de poder. Nada más lejano de la realidad, a tal punto que cuando se vio llegado a un punto de no acuerdo con Bolívar, renunció a todos sus honores y se retiró de escena rumbo a la vieja Europa.

Sus máximas a Merceditas, su hija, son bien conocidas, pero siempre vale la pena recordar algunas de ellas, que cobran urgente actualidad:

- Inspirarla amor a la verdad y odio a la mentira.
- Estimular en Mercedes la caridad a los pobres.
- Acostumbrarla a guardar un secreto.
- Inspirarla sentimiento de respeto hacia todas las religiones.

Falleció, como es sabido, en Francia, más precisamente en Boulogne-sur-Mer. Pero en su testamento, tras solicitar que no se le hiciera honor alguno, pidió que su corazón descansara en Buenos Aires, un anhelo que se cumplió treinta años después de su muerte, gracias a las gestiones del presidente Nicolás Avellaneda en cumplimiento de una ley de la Nación.

Para terminar, digamos que San Martín tenía un sentido del humor fino y medido. Busaniche, en su obra "San Martín visto por sus contemporáneos", refleja a Manuel de Olazábal, militar que estaba presente un día en que San Martín tenía invitados a cenar en su residencia de Mendoza e intercambió las etiquetas de dos botellas de vino: una de esa ciudad y otra de Málaga. Todos elogiaron inmediatamente el vino que supuestamente venía de Europa y menospreciaron el primero, tras lo cual San Martín carcajeó y les reveló su maniobra. Nuestro héroe conoció la naturaleza humana, y también gran parte del ser argentino, admirador de lo extranjero y despreciativo con lo nacional. Sin embargo, ello no fue obstáculo para que pensara en la posibilidad de traer un monarca europeo a establecer una dinastía en estas tierras y unificar a los anárquicas pasiones de las provincias argentinas, que él veía perjudiciales para la futura construcción de un Estado civilizado y de avanzada.

San Martín dejó muchísimas enseñanzas, de palabra y de obra, que deben ser recordadas en cada 17 de agosto y en muchos de nuestros dilemas actuales. No solo en la vida política del país, sino en toda la multicolor vida cotidiana.

Por último y a modo de posdata, es interesante contemplar la Pinacoteca Virtual Sanmartiniana que refleja al héroe en distintas imágenes de su biografía. Fue armada por el instituto que lo homenajea en la Argentina. Que la disfruten.

9 comentarios:

Marcos Di Fazio dijo...

Ya ni recuerdo como llegué a este blog, pero eso poco importa porque me gustó y pienso volver de vez en cuando.
Comparto la admiración por San Martín y posiblemente tengamos algún otro gusto en común.
Saludos y adelante con el blog.

Anónimo dijo...

Me alegro, Marcos. Bienvenido siempre que quieras pasar. A mí San Martín me inspira día a día.

Mis gustos están escritos en este blog, y seguirán surgiendo.

Paolo dijo...

Hot descubrí tu blog y me resultó muy interesante, te comento algo que recordé al ver tu escrito sobre San Martín y la cultura. La biblioteca de la provincia de Buenos Aires llevaba por nombre el del procer desde cerca de 1950; lamentablemente Scioli por decreto lo ha cambiado por el de Ernesto Sábato.
Si te interesa te puedo enviar un proyecto de repudio que fue presentado en la legislatura de Buenos Aires.
Saludos!

Paolo dijo...

Perdón pero en el otro comentario me olvidé, admiro mucho a San Martín, tanto como a Belgrano y a otros hombres que fundaron nuestra patria; pero si tengo que elegir a uno, mi corazón está con Güemes...
Igual San Martín es un ejemplo de vida y el padre de la patria.
Saludos!

Anónimo dijo...

Qué increíble esa manía de cambiar los nombres de las cosas, Paolo. Sabato tiene sus propios homenajes, no necesita reemplazar a San Martín, pero lamentablemente los políticos se guían por otras prioridades marketineras.

Anónimo dijo...

Hola, mi nombre es Rodrigo, soy de La Plata y coincido con Paolo con respecto a lo que cuenta de la Biblioteca de la Provincia de Buenos Aires. Y también tengo entre mis preferidos al Gran Güemes!! Aunque no por encima de San Martín sí tengo que decir que Güemes me parece uno de los tantos próceres "olvidados" (o despreciados) por la historia oficial.
Por último una pregunta para El Bambi: tenés idea de cuánto medía San Martín? Es por una discusión con un amigo, así que si me asesorás por dónde puedo buscar información te lo agradezco de corazón.
Abrazo grande.

Anónimo dijo...

EN LA RADIO HOY, ESCUCHE , AL LEVANTARME "HISTORIA DE SAN MARTIN", QUE GRAN HOMBRE, Y ES UN PERJUICIO PARA NUESTRA GENTE , QUE NO SE ENSEÑE ESTAS HISTORIAS DE SU VIDA, QUE HARIAN UN MEJOR PUEBLO, CON EL ESPIRITU DE Don Jose ( Fdo. GABRIEL GONZALEZ

El Bambi dijo...

Rodrigo, aparentemente no hay registros ciertos de la altura de San Martín, aunque seguramente medía menos de 1,70 m, a juzgar por su uniforme y su cama. Por ahí también he leído que cuando construyeron su mausoleo en la catedral de Buenos Aires hubo un problema por errores de cálculo en el largo del ataúd para sus restos, que si mal no recuerdo no entraba en el monumento y tuvo que ser colocado algo torcido de arriba hacia abajo. Saludos.

Anónimo dijo...

es muy linda la pagina busco si alguien sabe cuantas veces viajo san martin gracias el bambi es muy linda tu pagina