21 de junio de 2008

INVIERNO

Hoy leí la siguiente reflexión, y quiero compartirla con el amigo lector:

"Se encuentran pensamientos importantes en los escritos de los poetas, más aún que en los de los filósofos. La razón estriba en que los poetas escriben arrebatados por el entusiasmo y por la fuerza de la imaginación; y en nosotros se encuentran destellos de ciencia, como en el sílex que los filósofos extraen razonando, en tanto que los poetas los hacen salir fuera vigorosamente más brillantes con la imaginación".

Cualquiera de nosotros podría pensar que quien escribió estas líneas fue un artista o un soñador inspirado. Pero su autor no fue otro que René Descartes, el padre del racionalismo moderno, el hombre de la duda como método y punto de partida para toda su visión de la realidad. Su libro favorito, según dicen, era el "Amadís de Gaula", obra cumbre de la caballería española.

En homenaje a esta sentencia del pensador francés, dejo aquí una poesía de Pablo Neruda en homenaje a la fría estación del año que hoy nos toca empezar:

Llega el invierno. Espléndido dictado
me dan las lentas hojas
vestidas de silencio y amarillo.
Soy un libro de nieve,
una espaciosa mano, una pradera,
un círculo que espera,
pertenezco a la tierra y a su invierno.
Creció el rumor del mundo en el follaje,
ardió después el trigo constelado
por flores rojas como quemaduras,
luego llegó el otoño a establecer
la escritura del vino:
todo pasó, fue cielo pasajero
la copa del estío,
y se apagó la nube navegante.
Yo esperé en el balcón tan enlutado,
como ayer con las yedras de mi infancia,
que la tierra extendiera
sus alas en mi amor deshabitado.
Yo supe que la rosa caería
y el hueso del durazno transitorio
volvería a dormir y a germinar:
y me embriagué con la copa del aire
hasta que todo el mar se hizo nocturno
y el arrebol se convirtió en ceniza.
La tierra vive ahora
tranquilizando su interrogatorio,
extendida la piel de su silencio.
Yo vuelvo a ser ahora
el taciturno que llegó de lejos
envuelto en lluvia fría y en campanas:
debo a la muerte pura de la tierra
la voluntad de mis germinaciones.

El cuadro que ilustra estas líneas es "Invierno", del milanés Guiseppe Arcimboldo, de quien algunos se preguntan si no estaría loco.

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