11 de abril de 2007

EN UNA NOCHE MILENARIA XIV

El sábado 20 de enero, después de felicitar a mis papás por sus 39 años de casados (que hoy son 45), convoqué a mis amigos-hermanos Arturo y Chipi a mi refugio de Palermo Viejo a tomar unas birras. Así pues, nos sentamos a una mesita del bar "Beckett" en la calle El Salvador y les informé que en horas estaría dejando la camiseta de solitario. Esa noche sería la noche, yo ya lo había decidido y me había rendido ante la inminencia del atardecer.

Me pidieron detalles. Describí a Paula físicamente, dibujé su personalidad y hablé de lo que había sucedido la noche del domingo anterior. Les transmití mi certeza de que todo estaba cumplido y la hora había llegado. "Si esperé este momento en cada rincón de mi pasado, no tiene sentido demorar las cosas cuando ha llegado", sentencié.

Cuando uno tiene un proyecto, uno es ese proyecto y debe tomar decisiones en función de él. Lo que nos aleja de él es malo, y lo que nos acerca a él es bueno. He visto muchos partidos en los que quien había hecho todo para llegar a la victoria dudaba una vez llegado al último escalón. Yo no iba a ser de esos.

Y mientras desparramaba estas reflexiones, una paloma dejó su señal en mi hombro izquierdo, lo cual vino a confirmar -para mentes de poca fe- que aquél era mi día.

Chipi me dejó en mi casa y me di la duchita de costumbre. Me puse la remera que había adquirido en Puerto Madryn en enero del 2000, los jeans y las zapatillas eternas. Agarré las llaves y salí a tomarme el 152. Era de noche.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo bueno de leer tu recordatorio de como os enamorasteis Paula y tú, es, que puedes encontrar frases, relatos cortos que al que lee, le invitan a reflexionar sobre otros temas que esté manejando en la vida.
Sin dudarlo,encuentro en este blog fina y exquisita letra.

Se nota que eres una persona ilustrada y con una sensibilidad especial.

El Bambi dijo...

Gracias. Si hay algo parecido a tus dichos en este blog, es obra de quienes creyeron en su autor cuando los espacios estaban vacíos.

Anónimo dijo...

Yo. Yo siempre creí en el autor.

En principio imaginé algo más light, no tan comprometido con historias personales. Pero ahora que las disfruto tanto como el mismísimo protagonista disfruta contarlas, sigo apostando a este espacio.

Paso todos los días por acá. Si, está bien: trabajo con el autor y a veces me entero antes de algunas cositas que publicará, pero no le quita mérito a mi lectura diaria, no?

Anónimo dijo...

Para creer en alguien o algo, primero hay que leerlo bién leido.

Saludos.