14 de noviembre de 2006

VENTAJEROS

Una actitud que detesto de muchos porteños es ese afán de sacar ventaja, aunque sea mínima, de todo.

Esta misma mañana iba a tomarme el subte y tuve que desviarme para cruzar la calle porque un auto estaba estacionándose sobre la línea peatonal. Yo venía de regular humor por distintas circunstancias de la mañana, así que la cara que le dirigí a la conductora (una paqueta señora de Colegiales) debía ser bastante amenazadora. Se quedó esperando dentro de su auto hasta que me alejé después de decirle, respetuoso pero firme, un par de cosas. Una vez que estuve a unos 40 metros se bajó del auto con la cara de mármol típica de los porteños ventajeros.

Otros ejemplos de lo que digo son los siguientes:

- Señoras que se abalanzan sobre un asiento repentinamente desocupado a tres filas de ellas, con su mejor cara de nada. Estos seres especulan con que si uno les dice algo quedará como el maleducado que no quería darles el asiento.

- Pasajeros de subte o colectivo que se duermen repentinamente apenas sube una anciana, una embarazada o cualquier persona sospechosa de necesitar un asiento urgente.

- Ciclistas que cruzan en rojo y se ríen de las palabritas que uno les dirige desde atrás.

- Repartidores de comida que marchan en sus motos a contramano por las calles del barrio.

- Habitantes de Buenos Aires que sacan a su perrito a pasear y no recogen la caca de su inocente mascota.

- Personas que aprovechan que el colectivo frena unos metros más allá de la parada para subirse por delante del que estaba primero en la fila.

- Cajeros que pretenden redondear el vuelto a favor de ellos, cuando existe una norma que los obliga a favorecer al cliente.

- Conductores con calcomanías de discapacitado que podrían correr la carrera de San Silvestre.

Estos son solo algunos ejemplos. En todos los casos, las reacciones más comunes de los vivos frente a la protesta de uno son dos:

- Indiferencia absoluta hasta que pase el temporal.

- Postura de ofendidos por la reacción extemporánea del afectado.

Como conclusión de esta columna, quiero decirles a todos los vivos y ventajeros que pululan por la ciudad de Buenos Aires que los detesto profundamente y disfruto con mucha fruición cada vez que veo que una avivada les salió mal. Ya volveremos a hablar de ese defecto tan argentino y tan lamentable.

Amén.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno...bueno...bueno. Quizás no sea la entrada que más me gusta, pero estoy segurísima de que esta reflexión está hecha a mi medida. Nada hubiera sido más acertado.

Porque en lo que a conductas en sociedad se trata, quiero que sepan que soy muy exigente. Si, con cara de odio y todo, porque no creo que sea tan difícil respetar al otro. Aunque, para algunos, observo que lo es.

Además de adherir a todos (t-o-d-o-s) los ejemplos dados por el editor, quisiera mostrar mi listita con esas ‘pequeñas delicias de la vida cotidiana’.

Señoras y señores, los detesto cuando:

- Comen o toman algo en algún medio de transporte público y tiran los residuos en el piso. Lo mismo cuando se están por bajar y tiran los boletos en la puerta.

- En el supermercado, abren algún producto y dejan el envase (vacío) en las góndolas.

- Habitan un edificio y, sin importarles en absoluto los vecinos, tiran las cenizas de sus cigarrillos en ascensores o espacios comunes.

- Son conductores de taxi y al momento de pagar preguntan: “¿Te puedo deber $ 0,20?”

- Llenan sus escritorios de papeles, y gritan, y hablan todo el tiempo para demostrar que están ocupadísimos en sus trabajos.

- En los aviones se encierran a fumar en los baños. (NO SE PUEDE. Entiendanlo, no es tan complicado cumplir una orden...¿o si?)

Y podría seguir escribiendo, pero creo que con estos ejemplitos ya tienen una acabada idea de que ‘señorita-intolerancia’ los aborrece, y me da mucha felicidad cuando son sus faltas son sancionadas.

(Si, si...está bien. Yo algunas cositas hago, pero juro que ninguna de estas, ni ninguna que moleste a otro).

Anónimo dijo...

El relato me hace acordar mucho a una muy buena nota realizada tal vez por el mejor reportero de la actualidad, Daniel Malnatti.

Caminando por la calle Malna se encargó de controlar, fichar y mandar en cana a los ciudadanos que cometían infracciones, por ejemplo, un auto estaba estacionado sobre la senda peatonal, el notero se subió al coche y dijo «disculpe, pero estoy apurado y usted está estorbando el paso» y el tachero salió escrachado en televisión.

Un vehículo aceleró en luz roja, Malna lo observó y lo siguió con un taxi y le reprochó el error del conductor, lo mismo hizo el periodista cuando miró a una persona cruzaba la calle en luz verde y el periodista lo siguió, lo alcanzó y lo escrachó.

Fue una muy buena idea de Malnatti y de toda la producción de 4 CABEZAS

Anónimo dijo...

Comparto la molestia con la gente que se sube al colectivo antes de que llegue a la parada sin respetar el orden de la fila. Para colmo tiran en la vereda el cigarrillo sin apagar que estaban fumando.
Lo de no ceder el asiento es un clásico, y me indigna en especial en dos sitiaciones:
* Cuando en el subte nadie que esté en un asiento prioritario para discapacitados hace el mínimo gesto de cederlo cuando sube una vieja, embarazada, etc. Siempre da el lugar alguien que está en cualquier asiento, pero los que deberían levantarse NUNCA lo hacen.
* Lo que me resulta aún peor es la gran "cuando hay dos lugares libres me siento del lado del pasillo, total los que suben van a ir sentándose en otros lugares para no pedirme permiso, así que recién cuando el colectivo esté lleno voy a tener a alguien al lado". Malísimo.

MonjaGuerrillera dijo...

Quedate tranquilo que no es solo en Buenos Aires.