7 de noviembre de 2006

NO SOY UN VASO

Ayer por la tarde en casa estábamos tomando el té, y se me ocurrió brindar. Sofía, que estaba de mal humor porque se acababa de levantar de su siestita, dijo que no quería hacerlo. Paula chocó entonces, muy levemente, su vaso de Nesquik con la cabeza de la pequeña y le dijo: "Salud". Sofía la miró duramente y le espetó: "No soy un vaso".

A veces me pongo a pensar quién me gustaría ser si me tocara encarnarme en la forma de algún objeto determinado. Pongamos por caso un libro, o un disco, o un árbol.

En nuestro balcón elegiría ser, por ejemplo, el jazmín de Madagascar que nos regaló mi hermana María Fe, porque es el que más cerca está del equipo de música, se enreda en toda la reja y puede recibir el sol intensamente.

En nuestra biblioteca, me gustaría ser El Principito, porque está en el borde de uno de los estantes y desde su ubicación se puede observar todo el panorama de la sala y la cocina. Además, es uno de mis libros preferidos, como ya he comentado.

En el caso de los discos, me gustaría ser alguno de Genesis, por razones obvias. Además, desde su ubicación en mi discoteca se puede ver la sala y también el paisaje más allá del balcón. De tarde en tarde recibe algún resto de sol, pero no llegan a él las tormentas porteñas.

Si fuera un árbol las opciones son muchas. Un árbol que siempre miro con nostalgia y al pasar para que no se note demasiado es aquél de Virrey Loreto y Superí, en el que Rosko dejó uno de sus últimos regalitos que yo juntaba con la debida bolsa. Ese es para mí un hito geográfico en el barrio. Sé que se puede deducir de este párrafo que estoy completamente loco y hasta resulte un poco desagradable con mi elección, pero es así la cosa. Si no les gusta ese árbol tengo otros.

¿Y si fuera un vaso? Yo creo que me gustaría ser uno de esos que sirven para desatar conversaciones pendientes hace mucho, confidencias a un oído amigo o declaraciones de amor a la persona indicada. Nuevamente creo que mi elección puede merecer calificativos de cursi o sensiblero. Pero la vida es eso entre otras cosas: comunicación pura, más simple de lo que parece. Y a veces, el trago que uno pide comunica gestualmente más de lo que uno está dispuesto a comunicar con sus palabras.

Ahora bien, en tren de ser más concreto, preferiría ser un porrón de cerveza. De esos de vidrio grueso y asa ovalada, ideales para chocar sin vergüenza, en un brindis de verano, con la espuma cayendo un poco por un borde. Ni una copa de champagne, ni una copa de vino tinto ni un vaso para cóctel. Ni mucho menos un descartable de plástico, de esos que sirven para calmar la sed en la cancha o para brindar en la oficina y después se tiran. Yo soy, o pretendo ser, un porrón de cerveza, transparente, aguantador, simple y compañero.

Sofía me ha inspirado estos pensamientos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin dudas es una de mis entradas preferidas. Por el humor y por la demencia. No se me ocurren objetos en los que reencarnar mi inquietante alma. Si tuviera que ser otra cosa, definitivamente seria viento. Hacerme vendaval cuando desate mi furia e ir calmándome en un suave torbellino hasta convertirme en una calma brisa de verano.
Salud!! Elevo mi "El Bambi" para brindar con ustedes.

Anónimo dijo...

Me gustó mucho lo que escribiste y me reí recordando la cara de La Chochi cuando me dijo que no era un vaso, ja, ja, ja!!!!
Yo si fuera una planta del balcón sería la Santa Rita que me regalaste que tiene flores muy lindas!!! Y también recibe mucho sol y mira todo el paisaje:)Además estaría al lado de la Rosqueta!
Si fuera un libro creo que me gustaría ser alguno de aventuras para chicos, bien entretenido y de esos que los chicos leen muchas veces!
Si fuera un vaso creo que sería una copa de vino tinto de cristal, bien fina y de esas que se usan en ocasiones especiales pero con la genetq ue uno quiere mucho.
Y si fuera un árbol me gustaría estar en un bosque rodeada de lindas flores y otros árboles.
Un besotote
TFQT