Mi tío publicó este soberbio artículo en el diario La Nueva Provincia del domingo 5 de marzo de 1989. "La Biela", el tradicional café que menciona, es actual esquina de encuentro entre mi padre, Pedrito y este servidor, y fue punto de reunión de mi papá, mi tío y un grupo de amigos de ellos, entre los cuales se contaba, por ejemplo, el arquitecto napolitano y argentino por adopción Clorindo Testa. Cuando mi tío se fue, le dediqué unas pobres líneas -que me guardo- en las que el gomero de La Biela preguntaba por él. Hoy me encuentro con este artículo de él que recorre ese exquisito rincón de Buenos Aires. Dice así:
Uno de los casos más singulares en los anales de la arquitectura funeraria es sin duda el del cementerio de la Recoleta, situado en una de las zonas residenciales más elegantes de Buenos Aires, el comúnmente llamado Barrio Norte, donde hasta finales del siglo XVIII solo florecían las quintas y las chacras, a la orilla misma, como quien dice, de la pampa, ajena todavía al arado y el mojón civilizador.
Lágrimas, risas y buen apetito
Pero lo que llama más la atención del turista (el de la Recoleta es un tour ciudadano obligado) es el contraste que hoy ofrece esta plaza Mitre, flanqueada a un lado por el paredón del cementerio y al otro por la mayor concentración de restaurantes que no bajan de los cuatro tenedores, presididos todos ellos por el veterano café "La Biela", así llamado en virtud de la gran cantidad de corredores y aficionados al automovilismo deportivo que allí tuvieron sus peñas y tertulias allá por los años 50/60, en la época heroica de los míticos hermanos Gálvez, Fangio y Froilán González.
Gastronomía para refinados gourmets y frivolidades nocturnas en una orilla. Cortejos fúnebres y lágrimas en la otra. Como dos territorios opuestos, separados por una suerte de tierra de nadie, una plaza con cafés en las terrazas, jubilados y niños, todos bajo el esplendoroso gomero, el ficus de la India bajo cuya copa los porteños viven su aperitivo, comen y discuten de todo lo humano y divino.
Pero el espectáculo que más llama la atención del visitante no es tanto este gigantesco árbol sino allá al fondo, el horizonte de ángeles sorprendidos en su vuelo, "congelados", como diría un director de cine o TV, detrás de los espesos muros del cementerio. Como empinados sobre los panteones y bóvedas donde duermen su sueño eterno los innumerables ciudadanos "meritorios" que un día hicieron la travesía definitiva a la otra ribera, si se me permite el exceso necrológico.
Los ángeles aristocráticos
Desde aproximadamante 1880 hasta las primeras décadas de este siglo, la Recoleta empieza a transformarse en una auténtica galería de esculturas angélicas en su mayor parte de procedencia europea. Las familias próceres argentinas, primero, y las más acaudaladas después, la alta sociedad porteña, en fin, rivalizaban por erigir a sus difuntos monumentos a cual más artístico y ostentoso. Tener una bóveda en la Recoleta (aquí están los terrenos más caros del país y quizás del continente) es como un "timbre de orgullo", un sello de distinción y solvencia.
Monumentos importados
Los ángeles escultóricos, encargados de velar el sueño eterno de tantos muertos ilustres, de tanto cher disparu, como dicen los franceses con encantadora imagen, comenzaron a sobrevolar los espacios verdes de la Recoleta hasta donde llegaba el río "color de león" cantado por Lugones, hacia las postrimerías del siglo pasado. De estilo vario, estos ángeles, no siempre de hechura acorde con su misión, fueron en su mayoría traídos de Europa, señaladamente de Italia, Francia y España.
Si bien no puede afirmarse que encierren una especial jerarquía artística, o sean siquiera de original concepción como, por ejemplo, las del parisiense Pere Lachaise, fuerza es reconocer que la Recoleta posee obras de excelentes artesanos, casi todos provenientes de Italia.
No es este el tipo de garden-cemetery, de estilo anglosajón, como abundan en Norteamérica; lugares propicios para el paseo placentero en medio de una ordenada naturaleza, como el de Mont Auburn, en Cambridge, Massachusetts, tan del agrado de las familias bostonianas del período victoriano.
La necrópolis más aristocrizante de Buenos Aires es, pues, la Recoleta, pero la de mayor extensión y capacidad es la llamada Chacarita o Cementerio del Oeste, cuyas innumerables placas significaban para nuestro inolvidable Ramón Gómez de la Serna una inagotable fuente de greguerías e ideas, algunas quizás incorporadas a su genial libro "Los Muertos, las Muertas y otras Fantasmagorías".
Mezcla de estilos
La conocida arquitecta Marta García Barrio Garsd, Máster en Historia de la Arquitectura y del Arte de la Universidad de California, señala en uno de sus ilustrativos trabajos: "El paisajismo inglés no resultó doctrina popular en el sur de Europa, particularmente en Italia. Si Buenos Aires se inspiró en el Madrid borbónico o en el París haussmaniano, su más distinguida necropolis se fue acercando en las postrimerías del siglo a algunos de los densos cementerios italiano".
Los ángeles, es ya cosa sabida, son personajes conspicuos en la imaginería popular contemporánea. Por lo general son figuras de jóvenes alados, de rostro adolescente, que se sostienen en el aire como en un milagro de equilibrio, con los pies ligeramente separados. A menudo muestran un brazo en alto en su acción de lanzarse al vacío, y en una de sus manos suelen empuñar una trompeta, heraldos del juicio final. En la Recoleta abundan los ángeles italianos, reproducidos y transportados a Buenos Aires.
Ciertos autores sostienen que la tendencia a la "feminización" del ángel se inicia durante la Edad Media, transformándolos en seres frágiles y tiernos a modo de homenaje y culto a la Virgen María.
Entre los más robustos en este cementerio de la Recoleta figuran los tres que fueron esculpidos en 1912 con destino al monumento funerario de la familia Paz, fundadora y propietaria del diario "La Prensa", ejecutados por el francés Jules Felix Coutan y que responden a un barroco tardío tradicional y en extremo académico. El ángel situado a la izquierda está apoyado en un ancla, símbolo cristiano de la esperanza, en tanto que el de la derecha sostiene a sus pies una corona funeraria, emblema que los primeros cristianos tomaron de la guirnalda romana, atributo de honor, victoria y gloria.
Lejos de las pasiones cercanas
Luego de transitar por la artesanía italiana del ochocientos italiano, el eclecticismo francés y el neogótico irlandés, llegamos al novecentismo escultórico español personificado por el maestro Mateo Inurria y Lainosa, nacido en Córdoba, Andalucía, en 1869, y autor de importantes trabajos de restauración en la Mezquita de Córdoba. A Inurria, que se inscribió en la escuela humanista idealizante inspirada por el gran Manolo Hugué, se debe un Cristo soberbio hierático, emplazado en el monumento al pionero don Ángel Velaz. Es una estructura arcaica, de belleza estremecedora.
Grandes personalidades de la historia argentina, políticos, militares, religiosos, artistas, escritores; ardorosos contendientes en la vida pública, enemigos irreconciliables, federalistas y unionistas, víctimas y victimarios, encontraron finalmente la paz definitiva en este pedazo de tierra al amparo de las pasiones, bajo las alas de estos ángeles de piedra y mármol en vigilia permanente.
Jorge Luis Borges escribió una certera poesía, labrada sobre una placa en la bóveda de la familia de Diego de Alvear. La dedicó a su amiga Elvira de Alvear, noble y fina dama que hizo de espíritu un culto, y cuyos últimos versos dicen:
Todas las cosas la dejaron, menos
una. La generosa cortesía
la compañó hasta el fin de su jornada,
más allá del delirio y el eclipse,
de un modo casi angélico. De Elvira
lo primero que vi, hace tantos años,
fue la sonrisa y es también lo último.
Tributo de amistad, elegía justa, de uno de los argentinos más grandes que, sin embargo, quiso morir y descansar lejos de su patria, en la añorada Ginebra de su juventud.
Nota: Las fotos y los enlaces fueron agregados por mí. Un último consejo: No dejes de ver, amigo lector, la colección de fotos que un tal Andrés28 publicó en un foro al que llegué investigando un poco. No tiene desperdicio, y de ella he seleccionado las que usé aquí, excepto la del majestuoso amigo que sigue esperando a mi tío para darle su fresca sombra, e ilustra el final de estas líneas.
22 de octubre de 2009
LA RECOLETA, POR CARLOS DUELO CAVERO
TEMAS: BUENOS AIRES, TÍO CARLOS
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1 comentario:
estoy viviendo en un alquiler temporario en Recoleta la verdad estoy re contenta con el barrio, esta lleno de lugares para conocer y pasear.
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