Siempre me ha llamado la atención, cada vez que voy al mausoleo de San Martín en la Catedral de Buenos Aires, que uno de quienes acompañan al gran prócer en su descanso sea Juan Gregorio de las Heras. Tomás Guido, cuyos restos ocupan la urna que está a la izquierda del visitante, fue amigo y confidente de San Martín hasta el final, como lo prueban las numerosas cartas que podemos encontrar en la obra de Patricia Pasquali, "San Martín Confidencial". Pero de Las Heras, que ocupa la urna de la derecha, ignoraba la razón de su presencia tan selecta en ese mausoleo, que se suma a la del soldado desconocido ubicada detrás del monumento.
Las Heras tuvo un desempeño muy importante en la gestación de nuestra independencia y su sostenimiento, ya que combatió en las Invasiones Inglesas, ayudó a organizar el Regimiento de Patricios en la Revolución de Mayo, fue gobernador de Buenos Aires entre 1824 y 1826, y también fue general de división del ejército chileno.
Junto a San Martín, ocupó un rol importantísimo en la campaña libertadora, al cruzar los Andes al mando de una división a través del Paso de Uspallata, y liderar parte de las fuerzas vencedoras en Maipú y Chacabuco. Incluso en el desastre de Cancha Rayada logró retirar a 3.500 hombres del campo de batalla cuando la derrota ya era un hecho, lo que posibilitó el rearme y las posteriores victorias ya mencionadas. De hecho, encontré en Educ.ar la siguiente cita de Mitre: "Las Heras salvaría la revolución americana en el día de su mayor conflicto".
Pero aquí llego a mi desconcierto: el hombre que fue uno de los dos elegidos para acompañar el descanso eterno de San Martín en su mausoleo tuvo visibles diferencias con éste e incluso recibió sanciones por ello.
El 14 de mayo de 1816, en carta a Tomás Guido, San Martín desaconsejó el nombramiento de Las Heras al mando del Regimiento 11 para la expedición libertadora a Chile. "Heras tiene disposición y deseos pero no tiene conocimiento del manejo interior de un cuerpo", escribió el santo de la espada. Según Pasquali, Las Heras se enteró de estas reflexiones y comenzó a conspirar junto a otros implicados "para resistir por la fuerza el pretendido relevo, planeando incluso atentar criminalmente contra la persona de San Martín". Agrega: "La confabulación fue abortada a tiempo por el Comandante del Ejército, quien no tomó represalias contra Las Heras, como sí lo hizo con otros dos implicados; solo se limitaría a reducir su regimiento, el n° 11, a un solo batallón (...) De todos modos ese fue el origen de un sordo resentimiento que se arraigó en aquel coronel contra su jefe".
De todas maneras, en cartas posteriores San Martín siempre se interesaba por Las Heras cuando ya no lo tenía a su lado, y éste fue ascendido antes de la campaña al Perú, en la que tuvo un rol de aun mayor jerarquía: jefe del Estado Mayor. Pero fue allá donde Las Heras solicitó su retiro del Ejército Libertador en disconformidad con decisiones de San Martín.
En la misma página de Educ.ar, encuentro que "la Comisión de Repatriación de los restos del general San Martín había propuesto al Gobierno Nacional la erección en el mausoleo de la Catedral de cuatro estatuas de los más distinguidos generales del Libertador «para los cuales están preparados los nichos, pidiendo a V. E. -dice la nota- solicitar al Congreso decrete ese honor para los generales Las Heras, Arenales, Alvarado y Zapiola»". Como suele ocurrir en nuestro bendito país, solo uno de ellos tuvo el honor de ser enterrado junto a San Martín, y fue Juan Gregorio de las Heras.
Esto no pretende ser un análisis exhaustivo de la relación entre San Martín y Las Heras (otros saben mucho más que quien esto escribe sobre el tema), sino más bien un interrogante que se me plantea al ver al segundo junto al primero en el mausoleo, habida cuenta de los méritos que tantos tienen para estar allí. No le quitaremos sus bien merecidos laureles a Las Heras, pero hubo disensos entre ambos y otros personajes fueron siempre más cercanos en el sentimiento al héroe argentino.
17 de agosto de 2009
LAS HERAS Y SAN MARTÍN
TEMAS: HISTORIA, SAN MARTÍN
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