6 de noviembre de 2007

EL SÍ VALE MÁS QUE EL NO

En el blog de Alejandro Rozitchner me topé hace unas semanas con una columna muy buena sobre el pensamiento crítico. Recomiendo fervientemente su lectura, y también la de los comentarios que surgieron de ella.

Ese texto me hizo pensar en escribir algo sobre ese tema, que venía rumiando hace unos cuantos meses.

Observo con cierta tristeza que el afán de criticar todo negativamente, de destruir con la palabra, de instalarse en la comodidad del nihilismo pasivo, se hace hábito en muchas personas enojadas con todo. No es que esté en contra de la mirada crítica frente a la realidad cotidiana. Por el contrario, la considero imprescindible, empezando por la autocrítica. Pero creo que solo es valiosa si se completa con un acto de propuesta, de afirmación, de valentía y pasión por la vida. Al fin y al cabo, no nos gusta lo que vemos pero podemos seguir navegando en pos de lo que creemos bueno para nosotros y nuestros prójimos.

La rebeldía por la rebeldía misma es, a mi juicio, un llenar pozos en la arena con agua de mar. Es un acto placentero que no tiene mayor sentido que el de la autoindulgencia que, refugiada la mente en una cómoda torre de marfil, observa y critica todo, pero no aporta nada y mucho menos se entusiasma por algo.

Siempre me gusta ver a alguien contando sus proyectos, sus ilusiones, sus sueños, a pesar de los obstáculos que inevitablemente se presentan mentalmente en su cabeza y también en la del interlocutor. Cuán distinto es mirar la vida con amor, porque de eso se trata, de un sentimiento positivo que pese a saber lo difícil y lo mal que puede estar todo, se lanza igual a cambiarlo o a convivir con lo bueno de esa jungla impiadosa.

La mirada que uno tiene sobre su pasado personal es un caso concreto de lo que trato de expresar. Las personas que no quieren cumplir años, que no soportan mirar hacia atrás y hacer balance, tienen una evaluación negativa de lo que ha sido su vida y no rescatan sino algunas migajas de una breve fiesta que los inclina a sumergirse en el arrepentimiento o el resentimiento. Es seguro que la vida ha sido cruel con muchas personas, por culpas propias o ajenas, pero en todo caso siempre se puede apostar al cambio, al futuro incierto que depende en una gran parte de uno.

La diferencia entre una mirada negativa y una mirada positiva de la vida, el pasado, el futuro o la autobiografía se observa claramente en las lecturas, en las opiniones, en las posturas y en las palabras más usadas en el vocabulario de cada quien.

Los sajones tienen un dicho: "Each cloud has a silver lining". Cada nube tiene un reborde plateado. Y tras ella se oculta, tal vez, un sol inmenso.

Cuestionar todo puede ser bueno, pero no basta con ello. Hay que aflojar un poco con la crítica y buscarle la vuelta a algunas cosas que no podemos cambiar. Nada como el pensamiento positivo que iza las velas y avanza bajo nubarrones amenazadores, frente a una Tierra que parece plana pero termina siendo redonda porque nos animamos a descubrirla después de cuestionarla.

6 comentarios:

Kluivert dijo...

Detesto a Rozitchner. Pero fui a leer el artículo por tu recomendación y soporté hasta esta frase: "Hay un valor que creo negativo y es el del pensamiento crítico".

El Bambi dijo...

Pero tenés que leer todo el artículo, esa frase aislada suena muy contundente. Yo no soy tan tajante como él, valoro el pensamiento crítico que a mí en muchas ocasiones me ha hecho corregir muchas cosas. Pero creo que le falta una pata si nos quedamos solo en eso.

Anónimo dijo...

Tampoco me gusta Rozitchner, y mucho menos la frase que cita kluivert.
Me parece nefasto afirmar que el pensamiento crítico es un valor negativo. Enseñar es también enseñar a cuestionar, no repetir lo que nos dicen como loros. Y eso es el pensamiento crítico, al cual no le encuentro ningún valor negativo, sino todo lo contrario.
Chipi

El Bambi dijo...

Yo coincido con ambos, y lo digo en mi texto. Hay que cuestionar, pero a eso hay que agregarle la segunda parte, que es proponer, zambullirse en una idea positiva y tratar de desarrollarla, ser vehemente en su defensa. Y a la vez, apreciar el disenso porque nos ayuda a crecer.

Hay muchas ideas filosóficas, políticas o de otro tenor con las cuales no estoy de acuerdo, pero sin embargo creo que tengo que tratar de verles la faz positiva. Verlas con espíritu crítico, pero también ver cómo puedo sacarles algún provecho para mi propio patrimonio intelectual.

Ernesto Lago dijo...

¡El pensamiento crítico apesta! Es hijo del miedo y la impotencia. Es mas valiente el placer que la crítica.
"Cuestionar todo puede ser bueno..." ¡No! Es muy malo.

Anónimo dijo...

Yo creo, Ernesto, que el secreto está en el sexto sentido, es decir, en el equilibrio.

Gracias por tu visita.