25 de enero de 2007

EN UNA NOCHE MILENARIA V

Una vez que le contesté su pregunta, supuse que lo correcto sería devolverle las botellas que me había dado para que se las llevara. Así que lo hice, diciéndole: "Parece que van a tener fiesta, pero si no pueden con todo dejame alguna botella". Segunda sonrisa de la chica.

No me costó mucho entablar un diálogo fluido. Rápidamente, yendo por Juramento hacia Cabildo, nos enteramos de que habíamos estudiado lo mismo (Relaciones Internacionales), de que ella estaba leyendo el mismo libro que yo acababa de terminar ("La diplomacia", de Kissinger) y de que a ambos nos gustaba Palermo Viejo (cuando ese barrio aún era tranquilo).

Me contó que vivía sola y no tenía teléfono fijo, que tenía un perro y que su papá era de Rafael Calzada (yo le dije que conocía Temperley y Adrogué, y por mi memoria pasó fugaz aquella tarde en la cancha con 40 grados de calor). También me contó que sus abuelos maternos eran chilenos, que su abuelo había trabajado vendiendo libros (igual que mi papá), que su hermana era bailarina en Hamburgo (yo prefiero la ópera) y que su mamá vivía en Ljublana (Eslovenia) dando clases de ballet.

Lucas me codeaba, pero yo estaba muy tranquilo. Uno debe estarlo cuando conoce a quien ha esperado tanto tiempo, y debe disfrutar cada instante. Por supuesto, yo aún no sabía quién era esa mujer con la que hablaba, pero me limitaba a chamuyar, hacer chistes y gozar de la situación.

Y así nuestro colectivo tomó por General Paz hasta el Acceso Norte y de allí por Panamericana. Nuestra despedida se acercaba y mi amigo me susurraba al oído: "Pedile el teléfono". En un momento me di vuelta y le dije "Esperá", y continué mi gran charla con la chica.

Ella siempre imita mi mirada de aquella noche, medio de perfil y con la sonrisa torcida. Sería gracioso y revelador tener una foto de nosotros dos en aquel momento, con Lucas ansioso a un lado y su papá expectante al otro.

Finalmente, le dije que ya me bajaba del colectivo. "Me gustaría volver a verte, pero no tengo tu teléfono". "¿Tenés para anotar?", me preguntó ella. La birome frotó mágicamente de su espacio habitual en mi bolsillo izquierdo, y me di vuelta para pedirle a mi amigo un papel. Me dio su caja vacía de Marlboro, que conservo.

La chica me dio el número de su celular, y yo lo anoté mal.

3 comentarios:

Anxie dijo...

Noooooo por favor... de vuelta con la intriga... se el final pero no nos podes dejar asi en cada capituloooooo por el amor de Dios!...
Que feo eso de anotar mal un numero... quiero saber como hiciste despues para ubicarla...
Explicameloooo...
Ahora que lo pienso, nunca nos sentamos a hablar de esta historia... sabia como se habian conocido ustedes dos pero nunca supe los detalles..

La verdad muy muy pero muy buena historia... nunca escuche que el haya pasado a alguien mas...

Saludos... y estoy a la espera de la sexta parte... tendrias que hacer una serie... con temporadas y todo....

Besos

Anónimo dijo...

No podes terminar asi. Parece un Final de Alberto Migre. Por favor, que deje de hacerse esperar la sexta entrega.

ihc dijo...

yo sé todos los detalles
muejejjejeje