16 de junio de 2006

UN POEMA EN GELSENKIRCHEN

Fue un baile.

Argentina sueña que volveremos a ser campeones, aunque siempre haya que ser cautos y pensar que enfrente habrá rivales de mayor fuste. Lo cierto es que la Selección sacó seis goles de la galera a un equipo que, a fin de cuentas, es europeo.

Los serbios, que habían recibido un solo gol en las eliminatorias pero hoy ni siquiera pudieron escuchar su himno sino un invento del pasado soviético, sufrieron una verdadera pesadilla, de esas que ocurren solo de tanto en tanto.

Tévez y Messi fueron incontrolables, Saviola el mejor. Riquelme sigue jugando de a cucharadas pero hoy hizo acordar al de la final con el Real Madrid. Creemos todos que lo mejor de él vendrá después. No hay mucho para agregar a lo que se va a hablar de Maxi Rodríguez. Burdisso levantó mucho su nivel, Abbondanzieri seguro...

Al final ellos ya ni siquiera tenían ganas de pegar. Uno racionaliza y busca posibles defectos para aportar alguna observación, pero hoy no hubo. Fue todo perfecto, hasta Sorín...

El equipo da una imagen de entereza y orden que llama la atención. Se los ve bien entre ellos, todos fueron a gritar con Messi su gol, Messi le puso el pase a Crespo en el cuarto, después Crespo a Messi en el sexto.

En lo personal, vi el primer tiempo en mi casa y el segundo en un bar con Paula, después fui a buscar a Sofía al jardín con el gorro de mechas que me compré en Salta el día de la final juvenil de Malasia 97. Me lo puse contra Costa de Marfil y hoy también. Será fija ante Holanda.

Por las calles de Buenos Aires, papelitos y sonrisas. La gente más buena, los colectiveros sonrientes. Tal vez el único rostro amargado que vi hoy fue el del taxista que pesqué en la calle de casualidad y me llevó en el entretiempo a reunirme con Paula. Destilaba bronca por tener que trabajar durante el magno evento. Peor la pasaron los taxistas serbios.

Nacionalismo, chauvinismo, exitismo, el lector elige si es bueno o malo: La Argentina recibirá el 20 de junio con más banderas que nunca.

Belgrano lo soñó, Pekerman lo logró.

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