2 de marzo de 2006

HACER REIR

Algo que siempre valoro sobremanera en una persona es que me haga reir. La verdad es que no es tan fácil hacerme reir. Suelo hacerlo porque quiero, es decir, me gusta reirme y sé que le hace bien a todo el organismo. "Reir alarga la vida", dicen. Pero me doy cuenta de que en las reuniones todos se ríen de algo o alguien que a mí no me provoca risa. Apenas esbozo una expresión de acompañamiento.

En las reuniones suelo ser, en ocasiones, ese tipo que nada dice y contempla toda la escena: los rostros, los gestos, los detalles, las personalidades. Me gusta descubrir silencios, características, rarezas que pasan desapercibidas para la mayoría. En una palabra, detectar detalles.

Por supuesto se me han escapado mil y uno de ellos. Es imposible percibir todo. Pero me gusta intentarlo, y simpatizo con aquél que viene más tarde y comparte conmigo alguna observación que se me había pasado desapercibida.

Siempre me gustaba, en algún amistoso, quedarme en silencio y dejar el espacio para que fuera la muchacha quien se viera obligada a hablar. Entonces también se descubría otra parte de su personalidad. Esto podía ser mucho más entretenido que obtener números de teléfono.

La primera noche que salí con Paula ella se pidió una "cheese-cake" o tarta de queso. En determinado momento opté por hablar lo mínimo. Le hacía mis preguntas y la miraba. Ella se puso nerviosa, y a cambio yo terminé comiéndome toda la tarta. Siempre se acuerda de esto.

Otra vez salí con una mujer que amaba las palabras que salían de su boca. Hablaba de ella, y de ella, y de ella. Yo callaba. Vista de afuera, su actuación era por demás ridícula, pero, encerrada en sus palabras, no podía verlo.

Volviendo al principio, admiro a las personas graciosas. No a las chabacanas, ni a las narcisistas que pretenden que todo el mundo esté pendiente de sus bromas, ni a las que repiten lugares comunes.

Admiro a las personas originalmente graciosas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

a mi tambien me cabe la risa. pero mas me gusta hacer reir, aunque en esta oficina no tenga mucho exito.

Anónimo dijo...

TOTALMENTE DE ACUERDO CON CHIFY,

ME CABE LA RISA, LO TENGO AL

EDITOR DE TESTIGO QUE DICE QUE

ME DA RISA TODO.... jajajaja

Anónimo dijo...

La risa: que hermoso tema. En relidad, la risa es hermosa. Ella, toda.

Yo debo ser sincera, y no quiero pecar de antipática pero admirar, lo que se dice admirar, no admiro a los que son graciosos.

Sí reconozco que es un rasgo, me atrevería a decir, infaltable en una persona. Me encanta rodearme de las personas que me hacen reir, y también califico esa habilidad (la de hacer reir) como poli-funcional: es seductora, es simpática, tiene carisma.

También coincido con Ignacio en diferenciar a las personas graciosas de las que solo hacen bromas de modo automático, como si quisieran decir: "Mírenme, estoy llamando la atención".

Unos tienen algunas características que llaman nuestra atención de manera positiva, y otros no. Me seducen mucho las personas con humor, y lo valoro por sobre otras virtudes.

Pero admirar, no, no los admiro.

Anónimo dijo...

Otra cosita.

Noto cierta repetición en el tema "silencios-palabras".

Es un tema que apasiona al editor, ¿no es cierto?