1 de mayo de 2013

FERVOR DE BORGES

En este feriado sin mayores emociones, me he puesto a releer el "Fervor de Buenos Aires", que cumple 90 años desde aquel 1923 cuyo campeonato de fútbol amateur (que a decir verdad terminó el 20 de enero de 1924) ganó San Lorenzo.

"Fervor de Buenos Aires" fue el primer ramillete de poemas que Borges publicó, en una edición propia, a su regreso de la Europa a donde su familia lo había llevado de pequeño por varios años. María Esther Vázquez contó una graciosa anédota sobre cómo se distribuyó el librito entre amigos.

En el prólogo que escribió en una reedición de 1969, el gran argentino decía: "En aquel tiempo, buscaba los atardeceres, los arrabales y la desdicha; ahora, las mañanas, el centro y la serenidad".

Sus versos recorren los rincones de Buenos Aires sin excesos barrocos, como diría él, sin sensiblerías vanas, pero con un sentimiento visible, que de tan palpable no requiere adjetivos. Apenas recorridas dos líneas del primer poema, el lector -porteño, él- se identifica con el autor: "Las calles de Buenos Aires / ya son mi entraña". A Borges le basta con ese clamor sin estridencias para dejar atrás su exilio y sellar su condición. He encontrado la versión primera de ese poema, bastante distinta.

En esta obra magna, Borges recorre escenarios prototípicos de la porteñidad, como por ejemplo la Plaza San Martín ("bajo la absolución de los árboles"), o el Cementerio de la Recoleta ("la conjunción del mármol y de la flor") , a la cual le hemos dedicado una columna del Tío Carlos en este rincón.

"Esta ciudad que yo creí mi pasado / es mi porvenir, mi presente; / los años que he vivido en Europa son ilusorios, / yo estaba siempre (y estaré) en Buenos Aires", termina sentenciando en "Arrabal", poema dedicado a su cuñado, amigo y poeta español Guillermo de Torre.

Al día siguiente de escribir estas líneas, veo que en una entrevista, el físico y músico argentino Alberto Rojo dice que en sus "Ficciones" Borges se anticipó a la física cuántica.

Cierto vértigo ante la majestad se me insinúa al redactar unas pocas reflexiones sobre la obra inaugural del escritor más grande que dio la Argentina. Prefiero dejar que el amigo lector converse con el magnífico "Fervor de Buenos Aires".

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