20 de julio de 2007

18 de julio de 2007

UN SOL ENTRE SOMBRAS

Antes de conocer a Paula, mis pintores favoritos eran Goya y Velázquez. Pero tras una noche milenaria en la que todo el arte sale al propio encuentro, los gustos pueden cambiar, o por lo menos sumar elementos a su equipaje. La paleta de colores se enriquece, y también las emociones juegan su rol en las elecciones artísticas. Sea como fuere, Vincent Van Gogh ha pasado a ser en estos tiempos otro de mis preferidos.
Tal vez lo que más me atrae de este creador tan especial es su permanente búsqueda de escucha para su mensaje, su crónico inconformismo ante la incomprensión de su época. En una palabra, su amor a la verdad.

Nació en Groot Zundert (Holanda), el 30 de marzo de 1853. Hijo de un pastor protestante, intuyo que la noción de culpa lo persiguió insobornable durante toda su vida. Además, otro bebé había nacido antes que él, y después de recibir el mismo nombre había muerto, lo cual púede haber agregado otro factor de tensión en la conciencia del pobre Vincent.
Su vida artística convivió con la publicación de "Los Miserables" de Victor Hugo y "Memorias de la Casa de los Muertos", de Fedor Dostoievski, en 1862. En 1866, de este mismo escritor -al que nos referiremos en otra ocasión- nacieron "Crimen y Castigo" (1866) y "Los hermanos Karamazov" (1880). Por supuesto, hubo otras obras de fuste en aquella época, pero he querido mencionar a los tres artistas que me gustaría invitar a mi mesa si tuviera la oportunidad: Van Gogh, Victor Hugo y Dostoievski.
La década del 80 en el siglo XIX fue la del auge de los impresionistas, esos innovadores que buscaban generar "impresiones" en su público a través del uso abundante del color y la luz. Vincent conoció a Toulouse-Lautrec, Monet, Sisley, Pisarro, Degas, Renoir y Seurat, y fue influido por esa corriente en su uso del color, aunque encarnó un estilo en sí mismo y fue precursor de otros. En 1886, este grupo presentó su última exposición antes de dividirse.
Pero Van Gogh tardó en hallar su vocación. Antes de 1881, trabajó como "marchand" y renunció. También quiso ser evangelizador, pero sus fieles no lo seguían debido a los resquemores que generaba su personalidad exaltada y oscura. En carta a su adorado hermano Theo, en 1882, Vincent reflexionaba: "¿Quién soy yo a los ojos de la mayoría de la gente? Una nulidad, un hombre excéntrico o desagradable, alguien que ni tiene una posición ni podrá tenerla jamás, es decir, el más miserable de los miserables. Pues bien, aunque ello fuese verdad, me gustaría que mis obras mostrasen lo que hay en el corazón de este excéntrico, de este nadie."
Su buscada amistad con Paul Gauguin y el fracaso de ella, en 1888, es otra muestra de la soledad del genio. Van Gogh le había manifestado su admiración y lo había invitado a una casa especialmente preparada por él para que ambos pudieran pintar en medio del campo, en Arles. Pero la convivencia, después de tres meses, fue insostenible, y Gauguin se marchó y declaró que Vincent había tratado de atacarlo con un cuchillo. Van Gogh no pudo resistir la partida y se cortó la oreja. Tal vez otro signo de su sufrimiento por la falta de recepción para su mensaje.
En mayo de 1889, Vincent ingresó a un manicomio por propia voluntad, habida cuenta de su estado mental, cuya causa real aún es discutida. Unos meses después le fue dada el alta y se instaló en Auvers-sur-l'oise, bajo el cuidado del doctor Gachet, a quien también retrató.
El 27 de julio de 1890, habiendo vendido un solo cuadro en sus 37 años de vida ("La viña roja", actualmente en el Museo Pushkin de Moscú), Vincent salió al campo y se disparó un tiro. Tres veces cayó y se incorporó, a la manera de un Cristo, y llegó a su casa. Después de una larga agonía, y en compañía de su hermano Theo, dejó este mundo que no lo comprendía. Él mismo lo había escrito a su hermano en 1878: "Hay, sobre todo, que encarar el fin, y una victoria lograda después de toda una vida de trabajos y esfuerzos vale más que una victoria lograda más temprano".
Émile Bernard, pintor amigo suyo, escribió: "En las paredes de la sala donde el cuerpo estaba expuesto, estaban colgadas todas sus últimas telas: formando como una aureola, que manifestaba el estallido del genio, cuya muerte se nos hacía más penosa a los artistas. Sobre el ataúd, una simple sábana blanca con una gran cantidad de flores, los girasoles que tanto amaba, las dalias amarillas, flores amarillas por todas partes. Era su color favorito, como se sabe, símbolo de la luz que él señalaba en los corazones y en sus obras. Muy cerca, su caballete, su paleta y sus pinceles colocados en círculos en el suelo".
Vincent había encontrado la paz.
Su final fue solo el principio de su mensaje al mundo. Su fama creció, y hoy en día es uno de los pintores más admirados. Sus girasoles, sus cipreses, sus soles y sus estrellas, iluminan ambientes en rincones que él nunca imaginó. Sus líneas retorcidas giran siempre sobre su genio creador de más de 800 pinturas en tan solo nueve años de pintor.
Vincent Van Gogh ha logrado alumbrar al mundo con sus amados tonos amarillos, sin estar en él. Igual que el sol.

16 de julio de 2007

OTRA PESADILLA, OTRA ESPERANZA

Otra vez. Más de lo mismo. Brasil nos hizo el favor de devolvernos a la realidad con otra cachetada.

Hablemos claro. Habíamos llegado a la final con paso de campeón. De campeón de la Copa América, que es eso y nada más. Ganarle a Estados Unidos, Chile, Perú, México...

Ganarle a Brasil es otra cosa.

Es feo escribir cuando ya está todo dicho. Pero es peor si uno lo dijo antes.

La defensa argentina tiene un problema estructural, le hacen goles de manual hace tres mundiales y seguimos sin resolverlo.

Ayala pasó de largo frente a Julio Baptista como lo había hecho frente a Bergkamp hace 9 años, en Francia. Es inadmisible que a los 5 minutos de partido salga un pelotazo de 30 metros y Ayala, hombre a hombre, no atore al rival, deje que la reciba, la acomode y saque el tiro frente al cual Abbondanzieri no amaga siquiera a reaccionar.

He oído por ahí que el planteo de Dunga fue brillante, que Brasil nos aplastó "tácticamente". Y pregunto: ¿Había algo de sorpresivo en el planteo de Brasil? ¿Podía sorprendernos que Riquelme y Messi tuvieran siempre dos tipos encima, que cortaran el juego y no nos dejaran hacer tres toques seguidos, que Maicon no parara de mandarse por la derecha y que Robinho se moviera por todos lados?

Abbondanzieri, después del Mundial, no puede ser titular de la Selección si en el banco está Carrizo. Cambiasso tampoco si está Gago. Riquelme juega a veces, y a veces no. En los partidos importantes, no. En Boca sí, en la Selección no (y que me disculpe la mamá, simplemente trato de buscar variantes y soluciones). Verón es parte de una generación que fracasó, al igual que Zanetti y Ayala.

Acá no se trata de llevar a algunos al cadalso. Se trata de empezar de nuevo, de buscar variantes para la defensa, el arco y la conducción. Porque arriba ya tenemos de sobra (y pregunto: ¿cómo puede ser que Saviola no haya ido a Venezuela, qué tiene que hacer para que lo llamen?).

Faltan tres largos años para Sudáfrica. Hay jugadores para probar, y juveniles que van pidiendo cancha. Messi es el abanderado de lo nuevo. Hagamos el recambio natural que se espera en un país al que le sobran futbolistas. Hay motivos para ser optimistas.

Y mientras tanto, que festeje Brasil. Ya llegará la revancha, que siempre llega.

12 de julio de 2007

ESPERANDO UN DESCANSO

Mis últimas vacaciones fueron acá, en marzo de 2006:


Mientras espero las próximas, refresco este espacio con Sofía yendo a la playa, muñeca en mano y mar a la vista.

9 de julio de 2007

SÍ, NEVÓ EN BUENOS AIRES

Y yo vine a trabajar a dos cuadras de la Plaza de Mayo, pero la foto es del 22 de junio de 1918...

4 de julio de 2007

HACE 200 AÑOS LOS INGLESES SE RENDÍAN EN BUENOS AIRES

Hace 200 años la ciudad de Buenos Aires vivió horas de heroísmo y brisas de independencia cuando rechazó en dos oportunidades a la Corona inglesa, que buscaba apoderarse del territorio perteneciente a España. El 5 de julio de 1807 el enemigo, que era la superpotencia bélica de la época, quedó definitivamente derrotado y humillado donde menos lo había esperado.

Esto trajo consecuencias: los habitantes de la ciudad empezaron a percibir la debilidad del imperio español en tierra americana, y por ende la semilla de la independencia empezó a germinar hasta llegar a la Revolución de Mayo de 1810, a partir de la cual ya no hubo vuelta atrás.

Además, se generó la distancia entre Buenos Aires y Montevideo debido a las diferencias en la visión de lo que había ocurrido y la falta de solidaridad en ciertas etapas de la contienda con el invasor inglés.

La actuación definitoria de los vecinos de Buenos Aires, que no arrojaron aceite hirviendo a los soldados ingleses pero sí piedras y objetos diversos, fue una causa fundamental de que hoy hablemos castellano en la Argentina. Esto generó esa sensación de que era posible tener cierta autonomía y, más aún, una independencia definitiva de España, que a su vez se enfrentaba a Napoleón en su propio suelo.

Por el lado de los ingleses, puede decirse que calcularon mal la resistencia que ofrecería la ciudad, y tampoco supieron ganarse a los vecinos criollos para su causa, que podría haber sido presentada como un servicio a la liberación de España.

En el blog sobre las Invasiones Inglesas hay un detallado e interesantísimo recorrido día a día de aquellos sucesos. También en Las Invasiones Inglesas y el Bicentenario de la Defensa y Reconquista de Buenos Aires hay buena información. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires editó una publicación que relata la gesta de aquel entonces.

La BBC publicó en su revista del 10 de agosto de 2006 una curiosa versión de la historia entre Inglaterra y la Argentina, a raíz del recuerdo de las Invasiones Inglesas, que entre otras cosas afirma que los argentinos debemos estar agradecidos a Gran Bretaña por haber acelerado nuestra independencia.
En su edición del 14 de septiembre de 1807, el legendario periódico inglés The Times lamentaba la derrota en estos términos:

"Este ha sido un asunto desgraciado de principio a fin. Los intereses de la nación, así como su prestigio militar, han sido seriamente afectados. El plan original era malo y mala la ejecución. No hubo nada de honorable o digno de él; nada a la altura de los recursos o el prestigio de la nación. Fue una empresa sucia y sórdida".

"En cada calle, desde cada casa, la oposición fue tan resuelta y gallarda como se han dado pocos casos en la historia. La consecuencia fue que el plan de operaciones se frustró".

En 2003 se publicó un libro de autor británico (solo en inglés) sobre las guerras libradas por Inglaterra en el siglo XIX, que incluye una visión sobre las invasiones a Buenos Aires. Según Rosendo Fraga, la obra reconoce que la derrota británica en este conflicto fue una "humillación" para las armas británicas, ya que no sólo una vez, sino dos, fueron derrotados a manos "de un ejército de rejuntados, de soldados, civiles y gauchos, muy diferentes a los disciplinados ejércitos europeos" que estaban envueltos en las guerras napoleónicas del momento.

Un grupo surgido de este hito histórico es el de los Corsarios de Mordeille, que según palabras de ellos, "es un Grupo de Recreación Histórica, que recrea la activa participación de este conjunto real de corsarios en las luchas de reconquista y defensa del Virreinato del Río de la Plata con motivo de la Primera y Segunda Invasión Inglesa ocurridas en los años 1806 y 1807 respectivamente, en las ciudades de Buenos Aires y Montevideo". Hipólito Mordeille murió defendiendo Montevideo, y una calle de esa ciudad lleva su nombre.

Para más detalles de este personaje casi desconocido en la historia argentina, cito a Vicente Sierra, quien sucedió a Jorge Luis Borges en el cargo de Director de la Biblioteca Nacional y fue autor de una importante Historia Argentina que editara Ediciones Garriga, cuyo gerente era mi padre, Fernando Duelo, que de purrete me llevaba a visitarlo en su casa:

"Francisco Hipólito Mordeille era un marino francés que había dado concluyentes pruebas de audacia y valor. Asociado a ricos armadores españoles y franceses emprendió una campaña de corso contra el comercio británico en las costas de Africa, de regreso del cual arribó a Montevideo el 2 de enero de 1804, al mando de la polacra holandesa “Hoop”. En abril volvió a surgir en dicho puerto conduciendo como presa el navío inglés “Neptuno”. Seis meses mas tarde, el 19 de noviembre se hallaba de nuevo den Montevideo con la presa del bergantín inglés “La Diana”, con un cargamento de negros."

"Con motivo de la guerra con Inglaterra, Sobremonte lo destacó como corsario y lo mismo hizo con otro francés, el capitán Courand, quienes en una campaña capturaron cuatro navíos ingleses cada uno. Al regresar ambos con sus presas, les sorprendió la invasión a Buenos Aires. Con sus hombres Mordeille organizó una escuadrilla de la que formó parte Courand. Mordeille y sus hombres derrocharon coraje en la empresa reconquistadora y se contaron entre los primeros en avanzar sobre la Real Fortaleza ocupada por los ingleses".

Es interesante leer alguna versión uruguaya sobre estos hechos. Además, en las imágenes puede verse el acta de rendición del ejército inglés.

Para los amantes de las letras, recomiendo enfáticamente la colección de textos inspirados en este hecho histórico, en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Me permito reproducir tan solo unos versos de Pantaleón Rivarola, escritos en el mismo año de 1807:

Valerosas legiones, ya vencisteis
De esas tropas britanas la osadía,
Cuando el cinco de Julio resististeis
Con firmeza, denuedo y valentía:
La patria y religión que defendisteis,
Harán siempre recuerdo de aquel día;
Y el anglo, destrozado y aturdido,
Llorará eternamente haber venido.

Actualizo y agrego otro nombre que me he topado en mis lecturas sobre el tema y me ha impresionado por su heroísmo. Lo hallé en el blog antes citado sobre las Invasiones Inglesas, y se trata de Orencio Pío Rodríguez. Cito el blog:

El 9 de julio de 1807 "muere Orencio Pío Rodríguez, uno de los voluntarios de los Patricios, a resultas de las heridas recibidas en uno de los últimos combates de la Defensa. Rodríguez dio muestras de valor y carácter cuando, tras recibir fuertes heridas en una pierna, tomó su cuchillo y cortó el miembro herido, vendó el muñón con su ropa y siguió disparando al grito de: “¡Viva el Rey!”.

"En 1808, el Cabildo dispuso que la calle San Gregorio llevara su nombre, lo que se mantuvo hasta 1822, cuando se volvió a cambiar el nombre por el que actualmente lleva: Santa Fe. Su nombre no se ha perdido en la ciudad: la plazoleta limitada por Charcas, Ecuador y Paraguay, recuerda su nombre".