15 de febrero de 2009

CERRADO POR VACACIONES


Si alguien reconoce este muelle... bueno, ya saben a dónde me fui. Allí me iré a correr por esta playa.


Y me comeré unos cornalitos con limón mirando este paisaje.


Para que imaginen mis reflexiones en los próximos quince días, los invito a leer lo que escribí hace un tiempo al respecto. Hasta la vuelta.

7 de febrero de 2009

EL TIEMPO IMPONE REGLAS, NOSOTROS JUGAMOS

Anoche, después de unos seis años según intentamos recordar, volví al cine y fui con Paula a ver "El Curioso Caso de Benjamin Button", una película protagonizada por Brad Pitt y Cate Blanchett. Trata sobre un hombre que nace con el cuerpo de una persona de 80 años y a medida que crece va rejuveneciendo. El film tiene similitudes de estilo con las consagradas "Forrest Gump" y "Big Fish", aunque éstas dos, en mi humilde opinión, son superiores a la que hoy nos ocupa.

Pitt es un actor que me cae bien, pese a estar catalogado como un galancito de Hollywood que no basa su éxito tanto en sus virtudes actorales como en su apariencia física. Pero sin embargo, en esta película lleva muy bien el papel, y con toda seguridad lo hace mejor que Tom Cruise, quien había sido candidato a hacer ese papel. Por supuesto que durante la película aparece en poses típicamente destinadas al público femenino, pero su actuación es excelente en la traducción de los sentimientos que inundan al atribulado e inevitablemente solitario Benjamin Button.

A poco de observar el desarrollo del film recordé con asombro que hacía tres años había escrito algo muy similar al argumento en este modesto espacio. No voy a copiar todo el texto aquí, dejo el enlace para que lo haga el amigo lector si lo desea. Solo transcribo un pequeño párrafo que me ayuda a redondear la idea allí expresada:

"¿Qué ocurriría si la vida trascurriera al revés? Quizás, si en la juventud pudiéramos recordar nuestro "futuro", o sea nuestra vejez, la valoración de las etapas de la vida cambiaría. En el secundario, nostálgicos, recordaríamos aquella época en la que no trabajábamos y nuestros nietos venían a visitarnos. O en la primaria evocaríamos la gloriosa etapa en la que no teníamos que pedir permiso a nuestros padres para salir de parranda, y además nos autoabastecíamos financieramente. La mirada de cada edad cambiaría".

Esta película reafirma aquella idea mía de hace tres veranos: Las etapas de la vida, que se suceden en un hilo invisible y continuo, son unidades en sí mismas, que hay que paladear en su justa medida y a su tiempo.

Con respecto a la película, a mi juicio está excesivamente centrada en el largo romance entre los dos protagonistas, muy enfocado a su aspecto físico y menos al costado espiritual que implica un amor adulto. Un aire de resignación, contrario al optimismo irresistible de Tom Hanks en la ya citada "Forrest Gump", o el delicioso personaje de Albert Finney en "Big Fish", navega a lo largo de las dos horas del film, aunque el personaje de la madre adoptiva, hecho por Taraji Henson y postulado al Oscar, es el encargado de transmitirnos que la vida es una eterna fiesta, simple y llana. El rol materno sigue siendo en el cine norteamericano un portador de valores positivos.

Tal vez la diferencia entre el mensaje de "Forrest Gump" y "El Curioso Caso..." pueda observarse con claridad en los dos personajes de reparto que se encargan de decirnos de qué se trata todo esto. En la primera, Gary Sinise encarna al inefable Teniente Dan, que se sobrepone a su derrota personal y física en Vietnam y conoce la paz y el amor. Su primo hermano en "El Curioso Caso...", el Capitán Mike (Jared Harris), también parece destinado a ganar su lucha, pero su mensaje final no es el mismo.

En síntesis, "El Curioso Caso de Benjamin Button" es una película que vale la pena ver, con buenas actuaciones de Brad Pitt y Cate Blanchett, una excelente fotografía y una banda de sonido a la altura del objetivo, además de los logrados efectos en la evolución física de los personajes. Su naturaleza y una serie de similitudes y detalles del guión la llevan al rubro de los dos films que he mencionado más arriba, aunque a mi juicio en un escalón inferior. El realismo puede hablar en positivo.

Todas las edades pueden ser bellas en la vida, cada una con sus secretos, sus desafíos y sus dones. Nosotros somos los descubridores.

1 de febrero de 2009

NO LLORES, ROGER, NO SIEMPRE GANA EL MEJOR

La vida te da sorpresas, y hoy me entregó otra. Nunca se me había ocurrido que un suizo me haría derramar lágrimas, pero Roger Federer lo hizo. Contemplar su llanto descontrolado ante los impiadosos micrófonos del escenario montado para la entrega de premios del Abierto de Australia fue demasiado. Rafael Nadal, una vez más, lo derrotó en cinco sets de los mejores que he visto en lo que llevo recorrido. Pero su cabeza pudo más, y el inmenso Roger aflojó en el quinto set y lo perdió feo, 6-2.

Es una pena observar cómo el mismo Federer que frente a Del Potro no erraba ni un primer saque, ni un winner, ni un passing shot, frente a Nadal sufre y no disfruta el juego como lo hace frente a los demás. El español ha conquistado su cabeza, y cuando las cosas se le complican se lo gana con personalidad, con ese rostro amenazante que le dice: "Como sea, ya sabes que te voy a ganar igual".

Los partidos entre ellos, por supuesto, merecen muchísimos análisis técnicos sobre el juego de cada uno: el progreso enorme de Nadal en todas las superficies, el ataque de Federer sobre el revés del español, el contragolpe feroz de Nadal, y varios apuntes más. Pero más allá de todo eso, Federer juega tocado frente a Nadal, y ni su saque ni su revés ni sus viajes a la red reflejan la convicción de los partidos normales. La final de Wimbledon, donde Federer había sido siempre amo y señor, fue un quiebre definitivo en el duelo psicológico entre los dos.

Si Nadal no jugara lo que juega, no podría ser el número uno, eso está claro. Pero en estos duelos entre dos cracks, siempre termina prevaleciendo la cabeza, y en eso el español parece llevar ventaja, justo a Federer, que humilla a sus rivales por el solo hecho de parárseles enfrente.

Quizás el suizo empiece a torcer el rumbo de esta historia entre los dos el día en que le gane una final de Roland Garros. Pero en ese llanto extenso y compacto de hoy, Federer tal vez reconoció que no sabe qué hacer con Nadal, el que no lo dejaba ganar en París y ahora también se lo impide en los otros Grand Slams. No solo eso: Roger está a un GS de igualar a Pete Sampras, pero mientras esté Nadal del otro lado de la red, se le va a complicar mucho.

Más abajo verán el instante de la ceremonia en que Federer rompe en llanto. El gran Roger no pudo decir palabra y tuvo que volver a su lugar en el escenario. Después Nadal lo invitó a hablar otra vez al recibir su Copa, pero el suizo poco pudo decir. Bien el español, que se sintió obligado a pedir perdón al público australiano, no por todo su talento ganador, sino por haberles quitado la ocasión de ver a Federer coronarse en su 14 Grand Slam.

Personalmente, debo decir que Federer es, para mí, inigualable en calidad, y el juego de Nadal es seguramente el del mejor contragolpeador de la historia, pero no tiene la elegancia y las variantes increíbles del suizo. Federer, pese a los rankings y las finales, es el mejor.