A menudo me pregunto si tal o cual persona es realmente tan inteligente como dicen a su alrededor. Antes de exponer mis razones para esta duda, aclaro que estas líneas constituyen casi un divertimento, por lo cual no deben ser tamizadas con una exigencia intelectual demasiado alta. No hay aquí apelaciones a argumentos de autoridad como podrían ser nuestros viejos amigos Aristóteles, Borges o Chesterton, personajes que han sido frecuentes protagonistas de este espacio.
El autorretrato de Leonardo que ilustra estos apuntes viene a significar lo que quiero expresar: un hombre puede ser un genio artístico a la vez que un inventor único, pero en él encontramos, a poco de leer la biografía novelada que le dedicó Dimitri Merezkovski, una inconstancia en sus propósitos que nos hace dudar -con perdón de la insolencia- de su condición de genio. O quizás la excentricidad, la falta de apego a las convenciones, la tendencia permanente a ir por caminos inexplorados, definen al genio.
Leonardo buscó nuevas vías, y quiso también sentirse útil y poner la ciencia al servicio de la vida cotidiana, diseñando un equipo de buceo o una nueva herramienta bélica contra los turcos, estudiando la percepción del ojo, observando las ondas provocadas por una piedra arrojada al agua o bosquejando un helicóptero, entre muchas otras inquietudes que rondaron su inteligencia y su imaginación. Fue un genio, qué duda cabe, que también dejó recetas de cocina.
Paul Johnson, en su obra "Intelectuales", describe las personalidades de Marx, Rousseau, Sartre y Tolstoi, entre otros. Los baja del pedestal y los ubica en un lugar de hombres comunes, con debilidades que los hacen más humanos y lejos de idolatrías. Fueron muy inteligentes, pero tuvieron su talón de Aquiles.
Ahora bien, en muchos casos de personas muy inteligentes, suele ocurrir que la inteligencia emocional es su costado débil y los mete en problemas de los que salen con dificultad, y tal vez con la ayuda de inteligencias más modestas. En cerebros más dados a los números, las letras suelen rehuirlos, y otras personalidades que planean alto en términos de resolver problemas se encuentran en un atolladero cuando tienen que manejarse en público para comunicar aquello que han pensado o resuelto.
Yo creo que las inteligencias son muchas, y es muy difícil reunirlas a todas en una sola persona. Hay una inteligencia emocional que se adapta a los ambientes y prójimos que halla alrededor, y también a sí misma. Hay una inteligencia numérica, que tiene una facilidad asombrosa para resolver dilemas matemáticos a la vista de nosotros, los comunes mortales. Hay una inteligencia gramatical, capaz de expresar pensamientos y emociones, y detectar errores en las elaboraciones ajenas en menos que canta un gallo. Y hay más.
En todas las inteligencias está la verdad. Ella es la que manda. Verdad, Bien y Belleza constituyen la santísima trinidad de este mundo, la que todos ansiamos descubrir día a día. Los que creemos que existe y aun también los que creen que todo es relativo y nada es absoluto, ni lo bueno, ni lo bello ni lo verdadero.
¿Qué es ser inteligente? Alguien que lo sea más que este humilde escriba podrá responderlo con más autoridad.
25 de enero de 2012
¿QUÉ ES SER INTELIGENTE?
TEMAS: FILOSOFÍA CASERA
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